Por Guillermo Cherashny.-

Si buen fue un error nombrar en comisión a dos ministros de la Corte aunque sea legal, está claro que el presidente tuvo que demostrar autoridad y lo mismo hizo ayer al desalojar el piquete de Cresta Roja que impedía el acceso al aeropuerto de Ezeiza, en un operativo sin contusos graves pero que era un reclamo de una mayoría de la sociedad, que está cansada de los piquetes diarios que impiden o demoran el ir a trabajar, mientras grupos minoritarios son dueños de la calle desde el 2002 y especialmente con el kirchnerato, donde se sugirió esta metodología con el fin de evitar una represión y que ocurriera otro Kosteki y Santillán. Pero la costumbre de cortar calles y rutas se generalizó y cansó a la gente y el Gobierno anterior lo utilizó a menudo para apretar empresas que no se sometían a las órdenes de Guillermo Moreno.

La ocupación de la ruta a Ezeiza era un caso testigo y, ante la decisión judicial, el Ministerio de Seguridad actuó. Pero enseguida, aparte de los troskos, emergió nuevamente el periodismo progre, que en los últimos dos años abandonó al cristinismo y apoyó la propuesta de cambio para ahora rasgarse las vestiduras ante la supuesta represión salvaje para salvar la integridad de los trabajadores o piqueteros que hicieron de la Argentina un caso único en el mundo civilizado, donde diez personas o mil -como en caso de Cresta Roja- impiden el libre tránsito.

Mientras Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, y Eugenio Burzaco, el número 2 del ministerio, elaboraban un protocolo de piquetes, los trabajadores de Cresta Roja y la opinión pública progre se opusieron al protocolo antes de que saliera a la luz, con el viejo argumento de que la protesta social es legítima y no se puede reprimir, porque es un derecho que se antepone a la libertad de transitar, modificando la Constitución Nacional, que establece la prioridad de la libertad de movimiento. Pero el Kirchner-cristinismo, que deterioró todas las costumbres, convirtió la excepción en la regla y Macri se vio obligado a demostrar autoridad y que el país vuelva a la normalidad quizás a un costo alto en los medios de comunicación masivos, que se solidarizaron con los trabajadores porque, si bien tienen derecho a cobrar su sueldo atrasado, de ninguna manera pueden tomar a la población como rehén, como ocurrió los últimos doce años.

Share