Por Jorge D. Boimvaser.-

Hace horas comentábamos el caso del joven policía bonaerense Iván Ezequiel Orellana, asesinado por un delincuente en Adrogué.

¿Estaba preparado Orellana para salir a la calle con un arma y el uniforme policial a enfrentar a los criminales de cada día?

Puede haber casos de personas más capacitadas anímica y físicamente para combatir a la delincuencia, no conocemos caso por caso, pero lo que nos dijo algún experimentado oficial de la provincia es que todos salieron a la calle de apuro; no hubo purgas ni limitaciones ni siquiera un concienzudo análisis psicológico de los entonces aspirantes a policías.

Daniel Scioli los sacó a la calle a “granel”, para mostrar que la Provincia estaba avanzando en la lucha contra el delito.

Antes de Orellana hubo muchas otras bajas en la bonaerense, pero previo a seguir, comprobá lo que decíamos desde este mismo portal a comienzos de semana. (Ver: El plan de “inseguridad para todos” de Daniel Scioli se llama: ¡Sálvese quien pueda!)

¿Seguimos?

Como un tsunami de la realidad que arrolla todo a su paso, acabamos de conocer que la mujer que parió a su bebita -bautizada Faustina- en una estación de servicio y la arrojó a un tacho de basura es una integrante de la policía bonaerense incorporada hace casi un año también con el mismo procedimiento de sacar polis a la calle como si se estuviera fabricando chorizos.

Otra mujer que la conocía dijo en un programa de Beto Casella que la madre de Faustina era un verdadero monstruo.

Gabriela Fernández pertenecía a la bonaerense y estaba asignada a la policía comunal de La Matanza.

Se supone que antes de egresar de la escuela de policía debe haber sido sometida a un examen psicofísico. Se supone que ese examen tiene que ser riguroso. A esos agentes se le asigna un arma, un uniforme y un poder de policía. En condiciones de alteración mental, no puede -o mejor dicho- no debe ser asignada a la fuerza hasta que no reúna los requisitos indispensables de equilibrio emocional.

Un test psicológico de Gabriela Fernández no puede desconocer que la mujer no está en condiciones de ser policía.

Sin embargo, salió a la calle igual.

¿Podrá saberse quiénes firmaron el psicofísico para que Gabriela Fernández fuera admitida como fuerza policial?

Bah, pregunta ingenua. Nadie la va a responder. Quizás salte en el expediente judicial que procesa a ese monstruo que abandonó a Faustina en una estación de servicio.

Y si se tira del hilo de la cadena de responsabilidades, más de uno en La Plata debería poner las barbas en remojo por su complicidad en esta barbarie doble que sufrió “la bonaerense” en la misma semana.

Enterrar a un chico como Orellana y tras cartón saber que una Frankenstein con todas las letras aprobó los análisis psicológicos hace menos de un año para calzarse las pilchas policiales y salir a patrullar las calles como si fuera Heidi, es mucho como para dejar en el olvido.

Cómo decía aquel slogan de Carlos Menem pero ahora aplicado a quien define el ballotage en un par de semanas: «Scioli lo hizo».

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