Por Guillermo Cherashny.-

Las hipótesis lanzadas desde sectores oficiales que señalaban que Santiago Maldonado estaba en Chile o en Entre Ríos, o escondido por los mapuches, y la última, que un puestero lo hirió el 17 de agosto, se cayó ayer cuando el examen de ADN demostró que la sangre no era de Maldonado.

Así las cosas, sólo queda una hipótesis sobre la cual no hay pruebas, pero fácilmente imaginable: que a la Gendarmería se le fue la mano en la represión o en una probable detención.

En efecto, la confirmación de que el Dr. Nocetti, jefe de gabinete de Patricia Bullrich, estuvo presente dando órdenes el 1° de septiembre, cuando la Gendarmería desalojó la ruta 40, que estaba tomada por los mapuches, que se resistieron con violencia hiriendo gravemente a dos gendarmes, quizás hizo perder los estribos a algunos miembros de esa fuerza de seguridad y quizás le ocasionaron la muerte accidentalmente y, con la facilidad que tiene la fuerza de engañar a la ministra de seguridad, que cree que se las sabe todas y que públicamente dijo: YO ME LA BANCO, en referencia a la defensa de la Gendarmería y que finalmente, si resulta culpable, le puede costar la cabeza a la ministra después de las elecciones, o bien que nunca más se sepa algo sobre Maldonado, con lo cual, así como la muerte de Nisman quedará en la historia como un asesinato de CFK, en la desaparición de Maldonado le quedará una mancha imborrable a Patricia Bullrich.

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