Por Guillermo Cherashny.-

Ya señalamos que Martín Lanatta recibió 400.000 dólares para incrimimar a Aníbal Fernández como autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez, del cual él, su hermano y Víctor Schillaci se dicen inocentes. Pero hasta ahora, para la jueza Servini, no aportaron pruebas contundentes contra el ex jefe de gabinete y, como dijimos, si se declararon inocentes, los tiroteos en Ranchos y en Santa Fe demuestran lo contrario.

Los incrédulos -que son miles en la red social Twitter- no creen que los tres estuvieran ni en Ranchos ni en San Carlos -Santa Fe-, pero su captura posterior ayer a la mañana en Cayastá, cerca de la ciudad de Santa Fe, lo acredita, como también los heridos. Especialmente los gendarmes lo prueban claramente.

En el juicio del triple crimen, la contadora Mariana Viviana Goycoechea reconoció que gestionó un pedido de importación de efedrina para Martín Lanatta e Ibar Pérez Corradi. La contadora es hija del senador provincial Osvaldo Goicoechea, de General Lavalle, muy cercano a Ranchos, donde fue intendente en tres períodos y dos como senador por la quinta sección electoral.

Ya dijimos que en General Lavalle el río se convierte en mar y, además, el citado senador dijo que los vio tres veces en ese distrito donde cazaba ciervos y manejaba lanchas.

Si Martín Lanatta cazaba ciervos, tiene mucha puntería. No tiene comparación con los agentes de la bonaerense y los de Gendarmería. De ahí que ambos hechos expliquen por qué dejaron cuatro heridos en el camino. Por lo tanto, una hipótesis es que los condenados se fugaron vía General Lavalle, pero los enfrentamientos en Ranchos los hicieron adoptar un plan b y, o bien volvieron al sur del conurbano, o directamente se dirigieron a los maizales de Santa Fe, en San Carlos, donde burlaron el cerco de las fuerzas de seguridad. De ahí la alerta a cinco provincias limítrofes con Santa Fe.

Está claro que después de la fuga pasaron por la casa del “Faraón”, quien les dio el dinero. Y se cree que este pizzero es socio o testaferro de Franco Schillaci, con lo cual podrían tener más de los 400.000 dólares del pago y seguramente un armamento pesado y mucha decisión, ya que no cualquiera embosca por la espalda a los gendarmes, los hiere y les roba la camioneta.

Los incrédulos creían que estaban muertos o se habían escapado y que los hechos de Ranchos y San Carlos eran jugadas de distracción de sus amigos narcos.

La fuga estaba muy bien planificada y lo demuestra que la suegra compró la kangoo el 19 de diciembre pasado y que el rumbo era General Lavalle, tomar una lancha y fugarse, pero el tiroteo a los agentes en Ranchos los obligó a fugarse a Santa Fe, buscando un aguantadero en la Kangoo.

Como se ve, todo estaba claro, pero la opinión pública no cree en los funcionarios y menos en las fuerzas de seguridad que, junto con la bonaerense, fueron destruidas por Garré, Arslanián, Saín, Berni y otros más en doce años de gestión. Y ahora Bulrrich y Ritondo pueden convertir esta crisis en una oportunidad y profesionalizar definitivamente a las fuerzas armadas, de seguridad y la bonaerense.

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