Por Juan Manuel Otero.-

Dra. Adriana Puiggrós

Diputada FPV

Dra. en Pedagogía

Licenciada en Ciencias de la Educación

Estimada Dra. Puiggrós

La aprobación de la reforma de la Ley de Educación Superior que Ud. ha creado y propuesto a nuestro Congreso Nacional, es el camino directo hacia la destrucción de la enseñanza que nos distinguió y enorgulleció durante 200 años. Es el broche de oro al proyecto “Nac & Pop” de la cultura, iniciado con la eliminación de los aplazos en los niveles primarios. El fundamento de evitar la estigmatización y la discriminación es una falsa premisa cuyo único resultado será nivelar hacia la pequeñez cultural en lugar de buscar la excelencia, de premiar el mérito.

Comprendo que Ud., como diputada por el FPV, se debe a su partido y sus esfuerzos por justificar cualquier medida populista, por absurda y nefasta que fuera, le granjearán el afecto y reconocimiento de sus pares y de nuestra Presidenta quien no se cansa de repetir que su gobierno considera a la Educación como política de Estado, pero aun así, no termino de entender este fatídico proyecto. Lamento que anteponga su transitorio cargo de legisladora a su verdadera profesión de Educadora. Disculpe Ud. es que no comprendo a la política.

¿No sería más saludable tanto para los estudiantes como para la Nación que dedicaran vuestros esfuerzos a elevar el nivel de educación primario y secundario?

¿O es que no es tal el objetivo del gobierno?

Usted propone orgullosa el “ingreso irrestricto” dando como fundamento el hecho de que en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata, en 2012/13 se presentaron entre 2000 y 3000 alumnos e ingresaron 80, el resto no aprobó el examen de ingreso. Repito: ¿No sería más lógico elevar el nivel de educación primaria y secundaria? De esa forma se cubrirían las vacantes con los mejores y calificados alumnos.

Porque convengamos en que tampoco es natural el ingreso “irrestricto” como Ud. propone, dado que siempre hay un límite dado por la capacidad de alojamiento de cada institución. ¿Y si se presentaren más aspirantes que capacidades? ¿Cuál sería el criterio? ¿Ampliar las aulas? ¿Inscribir a quienes se presenten en primer término? En ese caso tal vez los que no logren el ingreso hayan estado en mejores condiciones intelectuales y de voluntad que los ingresados.

Claro que ése es un tema que a las políticas populistas no les interesa.

Desde el nacimiento de la Patria hemos generado excelentes profesionales en todas las áreas del saber humano, reconocidos mundialmente. Sería largo e innecesario hacer cita de ellos. Y el sistema educativo era selectivo en cuanto a los conocimientos, la capacidad, la voluntad de aprendizaje, etc.

Hoy, en aras de un populismo complaciente, se pretende eliminar todo tipo de selección basada en tales criterios.

En nuestros tiempos de estudiantes, medio siglo atrás, el único filtro era la capacidad y la voluntad de estudiar. Las facultades también estaban abiertas para todos, pero la única exigencia era el conocimiento. El ingreso también era irrestricto, pero durante un año se cursaban determinadas materias con asistencia obligatoria y exámenes trimestrales. Quienes los aprobaban ingresaban definitivamente, el resto podría intentarlo al año siguiente aprovechando la experiencia.

Y nadie se sentía por ello discriminado ni estigmatizado como acostumbran a decir nuestras actuales autoridades.

Y ¿Sabe qué Dra. Puiggrós? Todos proveníamos de la escuela pública y gratuita, todos en ella nos habíamos formado, habíamos aprendido a leer respetando los signos de puntuación, a escribir sin faltas de ortografía y con letra perfectamente legible.

Y no nos sentíamos discriminados ni estigmatizados cuando teníamos que repetir cien veces una palabra hasta aprender a escribirla. Todos vestíamos los delantales blancos impuestos por una educadora como Ud. quien un siglo atrás buscaba con reales fundamentos evitar la discriminación*.

Y el Estado nos proveía de una educación de excelencia que nos distinguía entre los pueblos de América y del mundo.

Pero llegaron las políticas populistas y los educadores de su calibre y todo acabó en un proyecto disfrazado de «inserción popular»… se firmó el acta de defunción del mérito.

Y usted, Dra. Puiggrós, pasará a la historia como la responsable de asestar a la Educación Argentina, el tiro del final…

Juan Manuel Otero

* Matilde Filgueiras de Díaz se desempeñaba en 1915 como maestra en la escuela Cornelia Pizarro de la calle Peña 2670, entre Laprida y Agüero. Deseando evitar las evidentes diferencias entre la vestimenta de los alumnos de familias modestas y la que traían los de buen pasar, ese invierno convocó a una reunión de compañeras y padres de alumnos y les propuso hacerles vestir un delantal a todos en horas de clase para evitar, al menos en dicho ámbito, toda diferencia que no fuera de mérito y evitar los problemas de aseo. Aceptada en principio la idea por los presentes, eligieron como color el blanco.

Share