Por María Delicia Rearte de Giachino.-

Mendoza, 24 de noviembre de 2015

Al Sr. Ing. D. Mauricio Macri:

Hace apenas dos días, el pueblo argentino dio muestras de civismo republicano, en una elección nueva en su devenir democrático. En un inédito «balotaje», fue usted electo como próximo Presidente Constitucional de la Nación Argentina…

Por cierto, hereda usted un país controvertido y un Estado absolutamente corrompido por intereses bastardos. Su tarea será ardua y Dios ha de querer, sepa rodearse de los mejores para que lo secunden en su muy difícil función. Es claro aquello de que el jefe se valora según sus colaboradores, cosa de la cual ha carecido, salvo muy honrosas excepciones, el gobierno que cesará dentro de muy pocos días…

Previo a esta elección y desde el 25 de octubre, lo mediático ocupó abrumadoramente la vida de un pueblo que ya sabía lo que quería y asistía aburrido a tanto despliegue de verborragia. Dos pseudo debates resultaron sólo espectáculos televisivos,»más de lo mismo», siempre sujetos al divismo al que nos tienen amarrados los asesores de imagen, tan en boga, sin los que nadie que se estime y que sea «alguien» se puede sustraer…

También yo, anciana ciudadana, seguí con asiduidad el despliegue de ingenio publicitario, pero debo confesar, con la secreta y arrolladora ilusión de encontrar respuesta a mi más profundo sentir de argentina comprometida con su PATRIA…

Esa PATRIA, bastardeada por la ignominia del gobierno saliente, denigrada, rebajada, sin bandera ni escudo. Sin FFAA, ni DDHH imparciales. Escondida en la profundidad de unas blancas cruces, allá en la soledad de MALVINAS, esperando la Resurrección…

Pero, con gran dolor, debo decirle, Sr. Presidente electo, que en sus múltiples apariciones mediáticas, nunca salieron de su boca dos palabras sagradas para todo argentino de bien: SOBERANÍA y PATRIA…

He debido comprender que el mundo actual gira en torno a la economía, diosa casquivana que se ofrece al mejor postor, sin reparos ni prejuicios, y ante la cual se inclinan las testas más encumbradas del mundo y por la que nuestro país no ha podido evitar ser seducido. He debido entender que la salud, la seguridad, la educación, el trabajo, la cultura, la vida de los ciudadanos depende de ese billete verde del cual, muchos como yo, no conocemos ni el nombre del señor que lo identifica…

Pero también he entendido que muchos argentinos como yo y, seguramente, más de los que usted cree, sabemos que hay «grandezas que engrandecen» a los pueblos por sobre el «poderoso caballero». En la tierra que pisan, en el aire que respiran, en los mares que la acercan, en la dignidad, en el honor, en el valor, en su historia, en sus triunfos y sus derrotas, en sus santos y sus héroes, está ese auténtico tesoro que los hace grandes…

Y esas grandezas, Ing. Macri, no aparecieron ni en sus discursos, ni en sus entrevistas, ni en sus spots publicitarios, ni en sus promesas, ni en sus intenciones, ni en sus silencios, en sus bailes, ni en sus globos…

Tal vez no recuerda que esa democracia tan alabada que creemos transitar surgió por uno de los hechos más significativos de la Argentina, de América, y me atrevería a decirle del mundo, en el siglo pasado, cual fue la GUERRA DE MALVINAS, librada por la PATRIA, con la más absoluta justicia contra el usurpador inglés, en defensa de la SOBERANIA NACIONAL.

Tal vez no recuerda que miles de argentinos la pelearon con entrega y heroísmo reconocido por el propio enemigo para darnos a usted y a mí, y a millones de compatriotas, el honor de teñir de celeste y blanco todo ese suelo bendito que con entrega y heroísmo nos legaran los que forjaron la historia.

Tal vez no recuerda que 649 argentinos dejaron allí sus preciosas vidas, que miles de heridos y mutilados en el cuerpo y el alma recorren incomprendidos sus noches sin sueño, que millones de hogares quedaron vacíos en la ausencia gloriosa de esposos, padres, hijos, amigos, porque se los esconde en el olvido vergonzante de los mediocres que esta democracia nos supo conseguir…

Tal vez no recuerda que la CAUSA MALVINAS es «cuestión de Estado» y que merece no sólo su reconocimiento sino demostrar un mínimo interés ante tan exigente compromiso, como lo es el exponer ante los que seremos sus gobernados, cuál será su actitud ante la disputa de soberanía que gobiernos democráticos, surgidos gracias a la sangre de hermanos, ha sido usada durante 33 años por mandatarios apátridas, funcionarios inútiles, serviles, falaces, cancillerías inservibles, políticos acomodaticios, foros oportunistas, FFAA temerosas, calumnias, vejámenes, vergüenzas de toda índole que nos ponen ante el mundo entero como el hazmerreír por el dolor denigrado…

«No sólo de pan vive el hombre»… Si la dignidad de un pueblo se mide por sus reservas económicas y no por sus reservas morales, será bocado apetecible para el narcotráfico y sus adláteres, la usura y la corrupción, a los cuales les es muy difícil sustraerse a los poderosos del mundo…

MALVINAS es la reserva del Honor Nacional; la PATRIA es la cuna de ese Honor y la SOBERANÍA es el orgullo del Honor que la PATRIA le concedió a MALVINAS, para GLORIA de sus hijos…

Ojalá el Sr. Presidente electo no lo olvide y en su corazón resuenen esas dos palabras sagradas: SOBERANÍA y PATRIA, sinónimos de Justicia y Libertad…

Invocando la protección de Dios, lo saludo con el mayor respeto.

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