Por Beni Cotler.-

Héctor Timerman ha presentado su renuncia a ser miembro de AMIA debido a que la organización «obstaculiza el acuerdo con Irán para investigar el atentado contra AMIA del año 1994.»

El acuerdo, firmado en el año 2013, entre Irán (cuyos funcionarios están en la lista de captura de la Interpol bajo sospecha de culpabilidad) y Argentina, representada por Timerman, es el equivalente de un acuerdo que el gangster Al Capone podría haber firmado con algún corrupto alcalde de Chicago para investigar los asesinatos de Capone. En otras palabras, es un acuerdo cínico e inmoral y una burla cruel para los familiares de las víctimas.

A Timerman no le importó firmar un acuerdo con los representantes de un Estado que fomenta el terrorismo, niega el Holocausto y amenaza cometer un genocidio borrando del mapa a Israel.

En realidad las acciones de Timerman no deben causar extrañeza. Su padre, Jacobo Timerman, tampoco se distinguió por su ética. Jacobo Timerman fue arrestado por el gobierno argentino en abril del 77 por su conexión con el controvertido banquero David Graiver, que había financiado el periódico La Opinión de Timerman. En 1979, gracias a los esfuerzos de Israel, fue puesto en libertad y exiliado a Israel.

En Israel, donde residió durante tres años, Jacobo Timerman escribió un libro pro palestino, La guerra más larga, comparando la situación de los palestinos con la situación de los negros bajo el régimen apartheid de Sudáfrica. El libro fue descrito por críticos como «una colección de calumnias y mentiras.» Así demostró su aprecio y su gratitud a Israel por haberlo liberado.

AMIA debió haber expulsado a Héctor Timerman de la lista de sus miembros hace dos años, cuando firmó el infame acuerdo con los iraníes. El hecho de que Timerman haya continuado siendo miembro hasta ahora es una vergüenza, no para Timerman sino para AMIA.

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