Por Jacinto Chiclana.-

Juro por lo que usted considere más sagrado que había resuelto desensillar hasta que aclare.

Es decir, sacarle al moro todo el apero… los bastos, el freno… todo… hasta desclavarle las herraduras, para que se sienta en total libertad de retozar libremente por esos campos fértiles de la imaginación humana y permitirle deambular con soltura.

Para poder pensar a dónde cuernos nos estará llevando esta realidad punzante como apéndice cuasi podrido que amenaza convertirse en peritonitis y que a fuerza de doler y doler, ya se ha transformado en parte de nuestra vida cotidiana.

Había decidido esperar mansamente para ver a dónde nos llevará esta puta realidad, en la que si no comprendemos que somos una hoja en el viento que soplan estos malnacidos y su cohorte de nuevos iluminados, es porque somos más lelos aún de lo que imaginamos.

Pero este video, difundido en algunos de los canales de la llamada “corpo”, me ha sacado, tristemente, de ese estado de somnolencia y letargo invernal y me ha sumergido irremediablemente en las lucubraciones afiebradas de antaño y un sentimiento amargo de desesperación y angustia que no podré superar aunque triplique la dosis de Trapax esta noche.

El largo video al que me refiero es el de la griega autodenominada “vedette” casi pilotando un avión de Austral en el que además viajaban algunas decenas de pasajeros que nunca imaginaron lo que estaba sucediendo en la cabina.

Los pilotos, convencidos que esa escasa hora de vuelo hasta Rosario, facilitaría quizás su fantasía de compartir fogosos momentos con la hilarante muñeca-vedette de plástico y silicona, violaron más de una docena de normas al permitirle accionar algunos de los controles del avión.

Además de demostrar la veracidad del viejo y grosero refrán que dice que “un pelo de c…..tira más que una yunta de bueyes”, en su calentura machista, pusieron en riesgo la seguridad de todos los pasajeros y resto de la tripulación, a la vez que demostraron que “algo huele mal en la Argentina”.

Usted seguramente se preguntará que tiene que ver el aserrín con el pan rallado.

Es todo lo mismo.

La pauperización atroz que soportamos, da para esto y mucho más.

Este suceso no es otra cosa que la demostración del diagnóstico: los argentinos tenemos todo atado con alambre de fardo, el más dulce, maleable y barato que existe.

Que dos tipos con la personalidad necesaria y suficiente para hacer lo que estos dos irresponsables hicieron, se encuentren habilitados para volar un avión, son prueba suficiente de que estamos a las puertas del infierno.

¿Usted cree realmente que el episodio del avión de Austral con la presencia estelar de la grotesca muñeca griega, está en las antípodas de la realidad de tener un Boudou aun en funciones como vicepresidente o que Jaime aun pasee por la calle como cualquier laburante?

¿Piensa realmente que estos dos pelotudos que llevaron en la cabina a la griega y arriesgaron las vidas de todos los pasajeros y el resto de su tripulación, son casos aislados que nada tienen que ver con un contexto macabro en el que centenares de valores han quedado perimidos y son sistemáticamente transgredidos en una pauperización con prisa y sin pausa?

¿Está seguro de que aquí nada tiene que ver el ejemplo?

¿Juraría ante Dios o aquello que le resulte más sagrado que esta barbaridad no tiene nada que ver con un país en el que se ha instalado a fuerza de corrupción y malos ejemplos que todo vale veinte?

En fin, estamos ya no en el horno.

Nos estamos quemando como el último disco de pizza a la piedra olvidado en el fondo.

Si seguimos así, se avecinan siete meses de noche perenne como en Groenlandia y si no hacemos algo, no veremos siquiera la luz de Víctor Sueiro al final del túnel.

Lo dejo.

Hoy, no sé por qué, necesito zamparme una ristra completa de Trapax.

Espero que a usted no le pase lo mismo.

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