Por Hugo Marietan.-

23 de octubre, Día de la Dignidad

En nuestro país, flojo de valores, irrumpió un hecho triste y brutal que ha dejado al descubierto el ejercicio de la dignidad hasta sus últimas consecuencias. El 10 de junio de 2013, una joven de 16 años fue atacada con extrema violencia para obtener un acceso sexual que ella no iba a permitir. Y peleó, por su derecho a elegir a su varón, con un violador voraz que, furioso por el no de la niña, la golpeaba atrozmente. Cuánto de mujer bravía mostró en esa pelea desigual. Cuánto amor contenido se defendía en cada arañazo, en cada puñetazo que soportaba. Cuánto de heroína de anime guiaba a sus uñas, a sus puños, en la batalla cruelmente real que afrontaba. La baba del monstruo que caía sobre su rostro redoblaba sus esfuerzos por sacárselo de encima. Hasta que el odio primitivo descargó el golpe final y las manos de la joven dejaron de arrancarle la identidad al asesino… pero… el dedo índice… yerto, llevaba el mensaje: «Es él, es él, él fue».

Ángeles Rawson, la joven de quien hablamos, había nacido el 23 de octubre de 1996. Hizo una vida sin altisonancias, fue buena amiga, una alumna aplicada, una hija querible; nada estridente que destacar: lo correcto no hace historia. Pero su valentía del 10 de junio sí enalteció el alicaído valor de la dignidad humana.

La dignidad es una cualidad de quien merece aprobación y respeto. Tiene su raíz en la virtud, en el bien. Es un valor, un fin en sí mismo, que lo diferencia del precio. El precio es un medio, es intercambiable por un equivalente, puede ser reemplazado. La dignidad no tiene equivalente, está por encima de todo precio y no puede ser reemplazada. No existe un asesino, un delincuente digno. La dignidad está integrada a la persona y se expresa en actos. Hay una correlación directa entre dignidad y acto. No es posible la ecuación de creerse digno y manifestar actos corruptos. La persona es digna y se expresa dignamente.

Es por eso que propongo que la fecha del nacimiento de Ángeles sea designada como Día Nacional de la Dignidad, un día en que honremos este valor supremo, que lo enarbolemos como ejemplo para todas las generaciones y que logremos hacerlo reverdecer en nosotros, sus contemporáneos, para que nos ponga de pie, que nos hermane con los otros dignos, que nos aúne solidariamente para enfrentar, con todas nuestras fuerzas, hasta el último aliento, si es necesario, a los indignos, a los que han mancillado con sus viles propósitos a nuestra gente, a nuestra amada tierra, a nuestro amado país.

Ángeles Rawson, nosotros honramos tu dignidad y pedimos humildemente ser dignos de tu ejemplo.

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