Por Rodolfo Patricio Florido.-

En muy poco tiempo los asesinos de Maida podrán cobrar 5588 pesos… ¿golpe bajo? ¿Efectismo? En lo absoluto. Es simplemente poner blanco sobre negro. Es ponerle rostro a una barbarie que luego presume tener derechos. ¿Qué le van a dar a la familia de Maida ¿558 pesos? Eso es lo que la ley establece, el 10% del sueldo del condenado que trabaja en el penal. Una burla macabra.

Aparecerán luego los pseudo progresistas que se expresan con la vida sacrificada de los otros, nunca con la propia. Muchos de ellos, abonados a un supuesto humanitarismo que en nada favorece a las víctimas y tampoco a los victimarios. Muchos de ellos hablarán de la inclusión de los condenados pero no dirán una palabra sobre la inclusión de las víctimas o de los millones de pobres que desesperan trabajando en lo que venga, pero negándose a robar, violar, mutilar, golpear, asesinar, vender drogas, estafar inocentes, etc., etc., etc. Y de estos pobres que se sacrifican a diario y no reciben nada o casi nada del Estado hay millones. Hacen malabarismo por una moneda en los semáforos, en el frío del invierno y en el extremo calor del verano. Hachan lenga en el monte para vender leña, ofrecen su pala para una changa o salen a vender casa por casa tortas fritas o lo que puedan.

Para ellos suele haber silencio, alguna ocasional imagen periódica o alguna referencia a la que no le dedican mucho tiempo. En la ciudad en la que vivo, Bariloche, ni siquiera le dedicaron alguna línea al informe de Luis Majul sobre el otro Bariloche, donde un hombre curtido lloraba la muerte de su mujer a la que no pudo ayudar en su enfermedad o los nietos que no puede ver porque no tiene ni siquiera calor para darles. Todos conocemos este Bariloche, pero para muchos de estos pseudo progresistas, es mejor no mencionarlo. No vaya a ser que algún avisador empresario o político se moleste. Unos, porque la ficción debe ganarle a la realidad. Los otros, porque el relato no puede desafiarse sin perder ingresos o trabajos pagos.

Entonces… ¿Qué nos llama la atención cuando después del último ajuste un jubilado honesto, sin condenas y en el final de su vida gana menos que un delincuente condenado por su deshonestidad y en la flor de su vida? Tampoco faltará el imbécil que tome alguna de estas afirmaciones y cargue sobre quien firma la nota señalando que los delincuentes tienen derechos y deben hacerse todos los esfuerzos por reinsertarlos en la sociedad. Obvio que pienso también de esa manera. De hecho el Estado no hace casi nada para darles a los presos alguna dignidad en las condiciones de detención y mucho menos para darle un oficio y una salida laboral siquiera en los proyectos ejecutados desde los dineros públicos. El tema no pasa por ahí, pasa porque no tomen a la sociedad de idiota y pretendan que todos hagamos un esfuerzo de comprensión sobre las condiciones que dieron origen al delincuente, siempre señalando una banalidad insostenible y ridícula como esa afirmación repetida que indica… “si tuvieran trabajo no robarían”. Mentira. Muchísimos de esos delincuentes, no quieren un trabajo con los sueldos que paga la argentina. Es más, si esos delincuentes que cobran 5800 pesos ahorran solo la mitad (téngase en cuenta que no pagan servicios, ni vivienda ni comida), en una condena baja de 5 años, podrían salir de la cárcel con 162 mil pesos, o sea lo suficiente como para siquiera intentar ponerse un negocio chiquito de esos tantos en los cuales trabajan y vive modestamente una familia honesta y sacrificada. Alguno dirá… “bueno pero el delincuente también tiene que mandarle dinero a su familia afuera”. Porque no piensan un poco. Primero, no sucede en la amplísima mayoría así. Segundo, ¿por qué con los impuestos de los ciudadanos deberíamos tener que mantener a la familia de un delincuente, mientras que este solo usa el 10% para, supuestamente, compensar a la familia de la víctima? Señores, esto no tiene lógica alguna. No por lo menos mientras en la argentina haya 12 millones de pobres e indigentes que no le roban a nadie y precisan desesperadamente la ayuda del Estado Nacional y de los argentinos y cristianos de buena voluntad que hagan lo que puedan.

¿Ahora se horrorizan por un piquete violento y con piedras? ¿Qué esperaban si durante más de una década los alentaron cuando afirmaban, ante el reclamo social y político opositor por el descontrol en las calles… “jamás reprimiremos las protestas sociales ni los piquetes” mientras que parte de su propia dirigencia política, D´Elía o Pérsico nacieron a la política de la mano de los piqueteros.

Lo cierto es que hemos alterado la normalidad como si todos los hombres no pudieran tomar decisiones de vida y luego se responsabilicen por los efectos secundarios de sus decisiones. ¿Qué lógica es esta que indica que los aciertos son míos y los errores del Estado o la Sociedad?

Nuestro país está profundamente enfermo y lo peor es que muy probablemente aún no ha tomado conciencia completa de la profundidad de su enfermedad. Hemos naturalizado enrejar nuestras casas. Hemos naturalizado que un hijo o una hija pueden no volver vivos o sanos de una salida nocturna cuyo único fin es divertirse. Hemos naturalizado que un abuelo pueda ser asesinado a golpes para sacarle una jubilación miserable o unos pocos pesos bajo el colchón. Hemos naturalizado que los docentes sean psicólogos de contención social en lugar de educadores. Hemos naturalizado que cuando un docente convoca a un padre en lugar de preocuparse el pibe se preocupe el docente de no ser golpeado por el padre. Hemos naturalizado que la noche sea de los delincuentes. Hemos naturalizado que la droga esté en cualquier lado. Hemos naturalizado que ir al colegio y no estudiar tiene el mismo merito que ir a estudiar porque los dos pasan de grado y de año. Hemos naturalizado que un delincuente es bueno porque no nos mató. Hemos naturalizado que la violencia soluciona más cosas que la inteligencia. Hemos naturalizado que la mujer sea asesinada porque físicamente es más débil. Hemos naturalizado la corrupción. Hemos naturalizado el insulto oculto en la cobardía de decir lo que sentimos sólo cuando estamos protegidos por el anonimato. Hemos naturalizado tantas cosas absurdas que nos costará mucho tiempo recuperar una sociedad simplemente normal. Esto también es una herencia. Y no una herencia impuesta, es también una herencia que la “naturalizamos” porque la aceptamos con cobarde resignación.

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