Por Luis Américo Illuminati.-

(Los Caminos Extremos)

Comparto todo lo dicho por Agustín Laje en su excelente artículo publicado hoy en el diario cordobés “La Voz del Interior”, titulado: “Por una vuelta a la democracia” (página 22 A). Entre otras cosas bien dichas, dice: “El populismo niega la pluralidad que caracteriza a las sociedades modernas, y la disidencia y oposición que presupone la democracia liberal. (…). Se me dirá que no hay necesidad de volver a la democracia porque ya vivimos en democracia, en razón de nuestro sistema de elecciones periódicas sigue en pie. No obstante, esto sólo es cierto respecto de la democracia en tanto que procedimiento, pero desacertado respecto de la democracia en tanto que ideal”.

A modo de complemento, coincidencia y comunes ideales, por mi parte, agrego estas breves consideraciones. En un pasaje de la obra de Alejandro Korn -médico y filósofo argentino- se puede leer este fragmento: «En nuestra propia evolución, la democracia ha sido la idea rectora en la mente de nuestros primeros patriotas, palabra en los labios de nuestros politiqueros, ha sido la fe de nuestras clases ilustradas y la superstición de nuestras masas; una realidad no fue jamás. La hemos cortejado durante un siglo sin decepcionarnos y quizá celebremos las nupcias cuando se hayan marchitado sus encantos». Esto lo escribió dicho autor en 1913.

Al respecto, Diego Tatián en el mes de agosto 2001, en un artículo periodístico (El enemigo de las leyes), se preguntaba: ¿estamos finalmente celebrando las nupcias con la democracia, ya decrépita y sin encantos, después de un largo cortejo jamás correspondido? ¿Es nuestra democracia una vieja desvalida a la que debemos cuidar, sin haber podido gozar de ella cuando era joven y hermosa? ¿No tenemos un largo desapasionamiento por destino? ¿Cuáles han sido y cuáles podrían ser las pasiones de la democracia? ¿O es la democracia la forma política que las cancela? Cuando recuperamos la democracia que votamos ésta se convirtió en un «tránsito trágico de un deseo de ley a un fetichismo de ley». Quizá hemos olvidado o perdido un componente democrático profundo que excede el estado de derecho o lo complementa, lo dota de energía y sentido; una vida sin forma anterior al imperio de los puros procedimientos -la formalidad por la formalidad misma-, algo del orden del entusiasmo o del anhelo.

Agrega Tatián que «la democracia solamente formal es enemiga de sí misma, pues si algo enseña la historia de los hombres es que no saben vivir demasiado tiempo sin sucumbir a los cantos de sirena, y que tarde o temprano aspiran a una verdadera calidad: religiosa, política, estética o cualquier otra». Un simulacro de democracia es lo que hasta ahora hemos tenido (frase ésta que yo añado). Es por eso que una democracia que quiera perseverar debe incluir a quienes imaginan e invocan lo no previsto por las instituciones, ni por los procedimientos, ni por las leyes.

Esa democracia debe admitir los conflictos que la transforman, las potencias insatisfechas -que son legítimas, agrego yo- La democracia en serio no es comedia ni farsa ni circo sino tragedia. En este punto, según Tatián, se podría convocar a Ezequiel Martínez Estrada quien en 1959 dirigía estas palabras a sus estudiantes: «El libro de Camus: El hombre rebelde, expone mi tesis de que es indispensable el enemigo de las leyes para que la ley se depure y vigorice sin estancarse y corromperse. Los que gobiernan tienen el deplorable derecho de perseguirlos y ejecutarlos, pero nosotros tenemos el derecho de representar frente a ellos la fuerza que exige ascender y avanzar, otra vez y siempre, si la democracia es, como pensaba Whitman, ese anhelo insaciable».

Para concluir, pienso que, «los caminos extremos» que no son ni la violencia armada que la Argentina sufrió durante la nefasta década del ’70 por parte de las organizaciones subversivas, tanto de la izquierda como de la derecha, sino antes bien el coraje cívico de oponerse a la ominosa corrupción institucionalizada que permite la terrible proliferación del narcotráfico, flagelo que conduce a la disgregación de la democracia y a la destrucción de la Patria. Los caminos extremos de los que yo hablo no son otros más que los que nos permitan desandar el itinerario del lavado de cerebro que el sistema perverso nos impuso de un tiempo s esta parte, como lo hizo y se reivindicó el agente Jason Bourne, el protagonista de la película «La supremacía Bourne» * cuya banda musical se denomina «Extreme Ways» (Caminos Extremos) –https://www.youtube.com/watch?v=fJh7vMj64jg– como hemos subtitulado a esta nota. Hagamos entonces lo mismo que Jason Bourne en la escena final de la película, digamos a la dama: «Descansa Pamela, se te ve cansada». En la película le habían cambiado la identidad a Jasón Bourne quien luego de duros sufrimientos, finalmente logra recuperarla. Su nombre “Jasón”, remite de cierta manera al héroe mitológico de “Los Argonautas”.

Ciudad de Córdoba, 20 de junio de 2015

* «The Bourne Supremacy», titulada El mito de Bourne, en España y «La supremacía Bourne», en Latinoamérica. Es una película norteamericana de acción del año 2004 dirigida por Paul Greengrass y protagonizada por Matt Damon y Franka Potente.

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