Por Malú Kikuchi.-

Pobre, ¿qué es ser pobre? ¿Y en qué contexto? ¿Pobre con respecto a quién? ¿Qué clase de pobre? Hay ricos pobres y pobres ricos. Depende de qué se habla. El diccionario tiene tantas acepciones que es difícil de definir.

Pobre: que no tiene lo necesario para vivir. Escaso, triste, infeliz, insuficiente, poco, pequeño. Que despierta compasión: “pobre tipo”; amenaza: “pobre de vos si…”. Hay más, pero no vale la pena.

Están las “Pobres gentes” de Fiódor Dostovievsky (1846, corrección final 1865), está el Pobre de Asís, San Francisco, del cual el actual Papa toma el nombre, y están los *“bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos será el reino de los cielos”.

Cristina, presidente, con absoluta certeza y desparpajo, dijo en la FAO (ONU para la alimentación y la agricultura, sede en Roma), que la pobreza en Argentina era del ¡cinco %! (5). Uno de los más bajos del mundo. Más bajo que el de Dinamarca, un país con la brecha más chica entre pobres y ricos.

Al disparate de Cristina se sumó Aníbal Fernández alegando ante el periodismo, que nuestro índice de pobreza era menor al de Alemania. Y si se leen las cifras escuetas, es cierto. Alemania está cerca del 20% de pobres. ¡Y nosotros el 5%! ¡Kicillof es un genio!

El único pequeño problema es que no se explica cómo argentinos y alemanes miden los índices de pobreza de sus respectivos países. Acá, hasta el 1° semestre de 2013, ya que después no se dieron a conocer cifras, se mide por la canasta básica total.

Es decir que es pobre, en el sistema de medición argentino (INDEC), cuando no se cubre la canasta básica alimentaria (que es muy, pero muy básica) y los servicios mínimos. O sea que son pobres los mal nutridos sin luz, ni gas. Y con vivienda precaria.

En Alemania y casi todos los países de la EU, se promedia el ingreso de la población, y es pobre el que está por debajo del 60% del ingreso del resto. O sea que si el 60% puede tomarse vacaciones en Grecia, el pobre de Bonn se las toma en Berlín. No es lo mismo. No falta ni comida, ni vivienda.

Además, ¿cómo puede la presidente decir tan suelta de cuerpo, que la pobreza en Argentina es del 5% y la indigencia del 1,27%, si su mano derecha, el ministro de economía Axel Kicillof, dice que los pobres no se cuentan para no estigmatizarlos? No se entiende.

El INDEC no da cifras desde 2013, el Diálogo social de la Pontificia Universidad Católica, avalada por Monseñor Arancedo, presidente del Episcopado, da una cifra de pobres del 27,5%. Los sindicatos dan un 30% y los ex empleados del INDEC hablan de un 35%.

Todas cifras muy alejadas del mentiroso 5%. Y si se midiera la pobreza argentina con el método alemán, tendrían razón los ex empleados del INDEC, estaríamos en el 35%. Cristina miente, o la engañan ¿y se lo cree? Sea lo que fuere, no sirve.

Mienten. Ella y Aníbal. Todo el gobierno miente. La mentira oculta un hecho real, niega algo que existe, exagera, inventa y lo cuenta como cierto. Intentan convencer de algo que no es verdad, fingen, falsean, engañan. ¿A quienes engañan? A la pobre gente que es pobre.

Con lo que la mentira es más pecaminosa y delictual. Ya han cruzado tolos los límites entre la verdad y la mentira. Al cruzar ese límite, no se vuelve. Ya están del otro lado, no son rescatables. Algo que hay que tener en cuenta al momento de votar.

Y sería generoso de nuestra parte, tener compasión por los miserables balseros alemanes, esos que tapizan con sus cadáveres el fondo del Mediterráneo, tratando de llegar desesperadamente a las costas africanas, en busca de una vida mejor. Mensaje para Aníbal Fernández. Por eso, ya que estamos, sigamos siendo generosos y pidamos:

Perdónalos Señor, aunque sí saben lo que hacen. Perdónalos si es que se arrepienten y permite que acá, en la Argentina, se los juzgue y a través del debido proceso, devuelvan lo que no les pertenece y tengan el castigo que merecen.

* Sermón de la montaña, bienaventuranzas, Mateo 5:2.

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