Por Hernán Andrés Kruse.-

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA), cuyo director es el economista Hernán Letcher, acaba de publicar su último informe sobre pobreza, indigencia y vulnerabilidad, que no hace más que corroborar el preocupante deterioro de la situación social.

La pobreza se incrementó durante los meses de mayo y junio. En noviembre de 2015 llegaba a un 19,82 por ciento; en mayo y junio trepó al 33,91 por ciento debido a la suba de los precios (inflación) y la pérdida de puestos de trabajo (desocupación). La pauperización es más acentuada en el conglomerado del Gran Buenos Aires: 36,1 por ciento. En la zona pampeana la pobreza se sitúa, en cambio, en el 28,53 por ciento. La investigación tomó como objeto de análisis ambas zonas porque juntas abarcan a 20 millones de personas. Los puntos principales de la investigación son los siguientes: “a) tras la abrupta caída de las condiciones de vida que se registró entre noviembre de 2015 y enero de 2016 entre la población de menores recursos, por la devaluación y su efecto en la suba de precios, el deterioro social continuó de manera menos acelerada pero fue sostenida mes a mes; b) los aumentos salariales acordados por los gremios en las negociaciones paritarias tuvieron un reflejo directo en la situación de las franjas vulnerables de la sociedad, ya que moderaron su avance; c) en el caso del Gran Buenos Aires, es decir donde se concentra la mayor cantidad de población del país, el número de pobres trepa a casi cinco millones de personas; d) el nivel de indigencia para la misma área también subió-está en el 8,73 por ciento-y tuvo un agravamiento en el mes de junio; y e) mientras que en junio en el GBA la pobreza creció, en la región Pampeana se desaceleró, porque la canasta básica de las provincias que la componen subió menos que la del GBA. Es decir que la evolución de los precios no está siendo uniforme en todo el país”.

El estudio abarcó tres niveles: de indigencia, de pobreza y de vulnerabilidad. El primer nivel abarca a aquellos hogares cuyos ingresos están por debajo de la canasta básica alimentaria (CBA). En junio fue de 5.013 pesos. El segundo nivel alude a aquellos que no logran acceder a la canasta básica completa (11.680 pesos para una familia tipo). El tercer nivel se refiere a aquellos cuyos ingresos se sitúan apenas el 10 por ciento por encima de la línea de pobreza. Hace poco el presidente de la nación aseguró en un reportaje que si al final de su mandato la pobreza no se había reducido, su paso por la presidencia había fracasado. Dijo además que se está yendo por el buen camino y que la Argentina retornaría a la senda del crecimiento. Lamentablemente, el informe del CEPA contradice los deseos presidenciales. En el Gran Buenos Aires la pobreza experimentó una fuerte suba entre noviembre de 2015 y junio de 2016: del 19,82 por ciento pasó al 36,31 por ciento. Hoy cinco millones de personas que viven en el conurbano son pobres, lo que no significa que carezcan de empleo. Se da frecuentemente el caso de que un jefe o jefa de familia percibe el salario mínimo, vital y móvil-6.810 pesos-, situado muy por debajo de lo que necesitaría-11.680 pesos-para situarse apenas por encima de la línea de la pobreza. El salario mínimo vital y móvil le permite a una familia tipo no ser indigente pero no evitar la pobreza.

El informe registra un marcado aumento de la indigencia. Mientras en enero el 6,80 por ciento de la población era indigente, en junio el porcentaje ascendió al 8,29 por ciento. El incremento fue, por ende, del 22 por ciento durante el primer semestre. A fines de 2015 la indigencia alcanzaba en el Gran Buenos Aires el 5,71 por ciento. En enero llegó al 7,15 por ciento y en junio alcanzó el 8,73 por ciento. La población vulnerable es aquella que apenas sobrevive por encima de la línea de pobreza. Se trata de familias que pueden caer por debajo de la línea de pobreza en cualquier momento. En el Gran Buenos Aires, señala el informe de CEPA, se registró un importante aumento de las familias en situación de vulnerabilidad entre noviembre y enero. A partir de entonces su número comenzó a estabilizarse. Hoy el número de familias vulnerables asciende al 4,48 por ciento.

En definitiva, si se suman los niveles de indigencia, pobreza y vulnerabilidad, es fácil comprobar que más del 40 por ciento de la población del Gran Buenos Aires tiene serias dificultades para sobrevivir, lo que no hace más que confirmar el preocupante deterioro de la situación social en la Argentina (fuente: Laura Vales: “Seis meses de cambios, pero para peor”, Página 12, 16/8/016).

Según el Centro de Estudios de Ciudad de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), el poder de compra de la Asignación Universal por Hijo solo cubre el 66 por ciento de la Canasta básica de Alimentos o, si se prefiere, el 35 por ciento de la Canasta Básica Total. Ello significa que la Asignación Universal por Hijo no garantiza por si sola la alimentación de una familia de trabajadores. El 14,16 por ciento de aumento de la AUH anunciado por Cambiemos lejos está de mejorar el panorama. Agustín Mario, autor del informe, señala al respecto: “Incluso suponiendo que mágicamente no hubiera más inflación de aquí en más, la suba del 14,16 por ciento de la AUH no llega a compensar la acumulada. Y queda muy por debajo del poder de compra que la AUH tenía en noviembre de 2015”. Estos números desmienten lo afirmado por el presidente de la nación en el sentido de la decisión de su gobierno de dar contención a los hogares más expuestos a la ortodoxia económica. “Con 500 millones de dólares del Banco Mundial, para incluir a los niños que hoy no reciben”, dijo Macri hace poco. Una vez más, el Poder Ejecutivo apuesta todo a la ayuda de afuera. Adriana Clemente, directora del centro de estudios, opina que el gobierno nacional no está ampliando la asignación por hijo: “¿Por qué lo decimos? Porque es un recurso que operaba en un contexto con una economía activa: si la AUH no actúa combinada con otros ingresos del grupo familiar, pasa a ser un paliativo de muy baja calidad, un programa residual. Hay que tener en cuenta que en los hogares que perciben la AUH, solamente dos tercios de sus ingresos dependían de ella. Es decir que la gente la combinaba con otros recursos. En el caso de la Argentina, es importante tener en cuenta que la asignación no opera sobre pobreza solamente, sino sobre la gente que está por afuera del mercado formal de trabajo”. “Nosotros no estamos en contra de la asignación, ni de que se aumente; al contrario. Pero en un contexto recesivo, no puede considerársela una medida exitosa”. Cuando florecen la desocupación y la inflación, una familia tipo no sobrevive si sus ingresos se reducen a la AUH.

El informe hace un racconto de la evolución del poder de compra de la AUH desde su implementación en 2009. La AUH registró aumentos periódicos, primero establecidos por decreto y luego por la ley de movilidad. El monto siempre mantuvo relaciones tensas con la inflación. Hasta 2013 las subas en la AUH no lograban compensar la suba de los precios. Esta situación desventajosa fue luego corregida con incrementos de la AUH más jugosos. Según el informe “en 2015, el beneficio alcanzó su mayor poder de compra, casi un 15 por ciento por encima del inicial”. Con la llegada de Macri al poder esta mejora se licuó. Sin embargo, el presidente continúa sosteniendo que vamos por el camino correcto (fuente: Laura Vales: Una AUH que se achicó”, Página 12, 16/8/016).

Las pymes se han visto severamente afectadas estos meses por el aumento de las importaciones. Según el Indec las importaciones se incrementaron un 9,1 por ciento durante el primer trimestre descontando el efecto de los precios. Según la consultora Radar, dirigida por la economista Paula Español, en el primer semestre la importación de artículos de marroquinería registró un aumento del 30 por ciento, de indumentaria un 29 por ciento, de calzado un 25 por ciento, de artículos de higiene personal un 14 por ciento, de madera y muebles un 9 por ciento y de línea blanca un 5 por ciento. Según el enfoque ortodoxo la inflación puede ser contenida con el ingreso de bienes más baratos provenientes de Asia y gracias a la crisis brasileña. La historia se ha encargado de desmentir ese dogma neoliberal. La apertura indiscriminada de las importaciones sólo logró deteriorar las condiciones de vida de los trabajadores (al canjear precios bajos por desempleo).

El aumento de las importaciones se debe fundamentalmente al aumento del 22,2 por ciento de la compra al exterior de bienes de consumo. Según el informe de la consultora Radar, la importación de artículos de higiene personal aumentó un 14 por ciento en los primeros seis meses de 2016. El ingreso de fragancias se incrementó un 36 por ciento, el de higiene bucal un 13 por ciento, el de cremas un 36 por ciento, el de artículos de tocador un 31 por ciento y el de maquillajes un 46 por ciento. Por si ello no resultara suficiente, mermó la compra externa de insumos un 9 por ciento. En línea blanca las importaciones aumentaron un 5 por ciento. La compra de pequeños electrodomésticos creció un 30 por ciento, de refrigeradores y congeladores un 4 por ciento, de lavarropas, secarropas y lavavajillas un 20 por ciento, de estufas un 65 por ciento, y de calefones y termotanques un 31 por ciento. Respecto al calzado, las compras se incrementaron un 25 por ciento.

En el sector textil el aumento de las importaciones de bienes finales es superior a las compras de insumos. Hubo incrementos en varios rubros del sector “indumentaria”: pantalones un 27 por ciento, abrigos un 42 por ciento, camisas un 41 por ciento, ropa de cama un 67 por ciento, suéters un 39 por ciento y remeras un 33 por ciento. Por su parte, las importaciones de artículos de marroquinería aumentaron un 30 por ciento a partir de los baúles, valijas, carteras, mochilas y billeteras. Las importaciones de madera y muebles se incrementaron un 9 por ciento, destacándose la suba de colchones y sommiers un 32 por ciento.

En el sector juguetero las importaciones subieron un 35 por ciento durante los primeros seis meses de 2016. El ingreso de artículos para deporte o aire libre subió un 26 por ciento, artículos para pesca un 6 por ciento, y columpios y atracciones de feria un 68 por ciento. Mientras que la industria gráfica registró un aumento del 3 por ciento de importaciones.

Por último, las importaciones de maquinaria agrícola se incrementaron en un 12 por ciento, especialmente las compras de tractores (85 por ciento) y de cosechadoras, trilladoras y picadoras (52 por ciento). Por su parte, las importaciones de agroquímicos subió un 9 por ciento (fuente: “La avalancha que jaquea a la industria”, Página 12, 16/8/016).

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