Por María Inés Morello.-

Todos los candidatos a Presidente y/o a gobernador se llenan la boca diciendo que el país necesita cambios en economía, en salud, en seguridad, en comunicación, en seguridad del trabajo, en cargas impositivas, en educación, en infraestructura, en vivienda, etc. Pero lamentablemente hasta el día de hoy muy pocos, por no decir ninguno, se han expresado con claridad en lo que van a hacer en estas áreas de gobierno.

A muy pocos meses de las elecciones que han de cambiar el destino del país, sería hora de que la población tuviera la certeza de lo que se va a hacer a los efectos de que ello ayude a los ciudadanos a tomar conciencia de a quién van a votar y por qué.

Desde este pequeño espacio de reflexión, me gustaría aportar algunas ideas básicas para poder hablar de cambio en el proyecto de país. Y cuando hablo de cambio, lo hago con la clara intención de decir la verdad para diferenciarla del “relato” que nos han venido vendiendo en los últimos años, que no han hecho más que confundir y empobrecer la posibilidad de crecimiento de nuestro país bajo una máscara llena de mentiras y falacias.

Es en este sentido que me quiero referir a algunas posibles propuestas en el área educativa, que a mi modesto entender son claves para la ejecución de una verdadera política de Estado en educación en un país libre, democrático y auténticamente republicano y federal.

En estos últimos años se ha hablado hasta el hartazgo de que la educación debe ser -y dicen, es- el factor de “inclusión”. Yo quisiera preguntar de qué inclusión se habla en un país donde más del 23% de los niños abandonan sus estudios primarios en 3° grado. Menos de la mitad no finaliza la escuela primaria y a su vez menos del 50% restante tampoco finaliza la escuela secundaria. De un país donde, comprobado por pruebas internacionales de legitimidad indudable, prueba que los alumnos en altísimo número finalizan los estudios medios en condiciones que “no entienden lo que leen”, “no pueden interpretar un texto”, no pueden resolver cálculos matemáticos elementales. Además de esto, se les enseña que la historia argentina comenzó en el 2003, cuando asumió el gobierno de “él” (No hay más que escuchar las cadenas de la Presidente). Donde se les dice a los alumnos y a todo el pueblo argentino, que no tenemos carencias, que no hay pobreza (5%), que no hay desnutrición, que en estos doce años hemos crecido a niveles insospechados, que los que no piensan como ellos son “golpistas”, que realmente ha sido la “Década Ganada”, cuando ha sido la “década más corrupta de la historia argentina”, la época más endeudada, la década donde la “persona” ha pasado a ser un objeto de uso y abuso de su dignidad, por el ninguneo del que ha sido objeto, por la mentira y la desinformación, por la falta de cultura del esfuerzo y del trabajo, la década de los planes y subsidios a la indignidad y falta de respeto. Podríamos seguir nombrando un sinfín de “cualidades” de esta década; pero más que ello desearía hablar de la necesidad de lo que decía al principio. Se viene un cambio de ciclo. ¿Qué proponen los candidatos, o al menos, qué deberían contarle al pueblo que tienen in mente llevar adelante, dentro de las dificultades en que van a encontrar a este país devastado? Se sabe que cambiar esta situación, después de doce años de destrucción, va a ser un proceso lento pero esperanzado.

En mi humilde opinión, creo que sería fundamental que los ciudadanos, que están tan preocupados por la educación en la Argentina, supieran de boca de los candidatos algunas medidas básicas. Por ejemplo, saber si la educación va a ser considerada como Política de Estado, cómo lo van a hacer, cómo se va a evidenciar, cómo se va a trasladar a la realidad y cómo se va a ejecutar y gestionar.

¿Cómo se va a garantizar la igualdad de oportunidades, cómo se va a garantizar la equidad en el acceso, permanencia y egreso de los alumnos al sistema educativo?

¿Cuáles van a ser los medios de financiamiento de la educación, en un país donde existen provincias pobres y provincias ricas, donde la distribución de coparticipación federal es engañosa y arbitraria?

¿De dónde se van a obtener los recursos económicos para hacer efectiva una educación de calidad para todos los niños, como lo exige la Constitución Nacional (la educación es un derecho)? ¿Cómo se va a trabajar para erradicar el trabajo infantil, cuando somos conscientes de que la deserción se produce muchas veces porque los mismos padres son los protagonistas de ella, pues prefieren que sus hijos salgan a la calle para obtener alguna moneda, mientras ellos cobran un plan familiar y no trabajan?

¿Cuál va a ser el sistema de aprendizaje que se va a llevar a cabo para garantizar el desarrollo de un pensamiento crítico, de un conocimiento acorde a los tiempos y en función del desarrollo cognitivo, afectivo, volitivo? De una preparación para la inserción en el mundo en que le toque vivir, que pueda ser protagonista de su propio destino y el de su comunidad de pertenencia. El desarrollo de hábitos de esfuerzo y cooperación. La preparación para el mundo del trabajo. Un pensamiento autónomo y creativo-

¿Cuáles van a ser las modificaciones sustanciales que se deberán introducir para que el alumno se forme y aprenda? ¿La valoración y sustento ético en que se va a llevar a cabo el proceso educativo, los valores básicos en que se debe formar al hombre argentino?

¿Cuáles serán las modificaciones que deberán introducirse en el sistema que modifiquen estos lamentables resultados que nos han colocado en las últimas décadas en uno de los países de América y del mundo en lugares vergonzosos? ¿Se va a modificar el sistema de formación docente, cómo, de qué manera, cuáles han de ser las guías orientadoras de esa nueva educación?

Podríamos seguir hasta el infinito pero, si algún candidato pudiera contestar estas sencillas preguntas, el votante sabría muy bien a quién votar, por qué y para qué.

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