Nuestro querido compañero y amigo José María Castiñeira de Dios, quien supo honrar la vida durante los 95 años de su estadía en esta Patria Terrestre, el sábado 2 de mayo de 2015, fue llevado por el Señor a habitar con Él en la Patria Celeste.

Nos entristece la certeza de que ya no podremos enriquecernos como lo hacíamos en las charlas que compartíamos con él en su modesto departamento de planta baja de la calle Aráoz, en cuyo patiecito interior estaba el maravilloso Pesebre que José María construyó con amor y paciencia, durante años.

No reconforta saber que Josef -que así llamaba Leopoldo Marechal a Castiñeira de Dios en “La Patriótica”, segundo día de su Heptamerón a él dedicada- supo cumplir mandato como este que ahí le diera su maestro, el “poeta depuesto”:

“No vaciles jamás en la defensa
o enunciación o elogio
de la Verdad, el Bien y la Hermosura.
Son tres nombres divinos que trascienden al mundo,
y es fácil deletrearlos en las cosas.
No los traiciones, aunque te flagelen:
yo sé bien que la triste Cobardía
suele atar a los hombres junto al Río moroso,
Vence a la Cobardía de los ojos oblicuos,
y la Patria futura dará el santo y el héroe
que han de trazar las líneas de la Cruz”.

Algún verso de su rica obra poética -como la Biblia, el Martín Fierro y ciertas frases de Perón- logró el privilegio de dejar de ser suyo ya que el pueblo quiso atribuir a Evita aquello de “volveré y seré millones”, que él escribió en 1962.

José María fue uno de los convocantes a la reunión de peronistas que hicimos el sábado 1º de julio de 2003 en la parroquia Nuestra Señora de la Rábida y fue él quien propuso que creáramos la Peña Eva Perón, en la que nos venimos reuniendo desde hace 12 años.

Solía mostrar con orgullo el carnet ajado que lo acreditaba como uno de los promotores de la candidatura presidencial del entonces coronel Perón que databa de 1943, con lo que podía preciarse de haber sido peronista aun antes del nacimiento del peronismo.

José María, aunque hacía culto de la memoria, evitaba la nostalgia y hasta el final se obstinó en ser contemporáneo de la época en que vivía, ejerciendo una lucidez del tamaño de su lealtad, lo que en él es decir mucho.

Ciertos dirigentes de la Iglesia y el peronismo, dos amores a los que fue siempre fiel, tuvieron hacia él mezquinas e inmerecidas ingratitudes que le dolían, pero que perdonaba.

José María Castiñeira de Dios va a permanecer con quienes lo quisimos y lo respetamos, hasta que Dios nos permita reunirnos con él y en esta instancia de su partida tomamos palabras de su Réquiem para Juan Domingo Perón: “La pena nos hermana; y al mirarnos los ojos vemos en otros ojos un dolor compartido”.

PEÑA EVA PERÓN

Pascual Albanese – Luis Calviño – Claudio Chaves

Juan Morales – Víctor Lapegna – Jorge Raventos

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