Por Luis Américo Illuminati.-

Una gran injusticia. Un clamor estremece a quienes conservan la memoria. Una gran ignominia es defenestrar a los que en el pasado defendieron las murallas de la República de sus acérrimos enemigos que querían destruirla. Una sociedad que prepostera los valores, que premia a los villanos y castiga a sus héroes, no es una sociedad que vaya a tener un gran futuro. La hipocresía es el culto que el pecado le rinde a la virtud. Comparto completamente el punto de vista del Dr. Avogadro -ver su nota «Intolerables Canalladas«- cuando cita la frase de Juan Pablo II de que hay que defender la verdad, aunque quedemos unos pocos, reconociendo yo también que Javier Milei corrigió la catastrófica situación económica que le dejó como herencia la dupla Fernández-Fernández. Lo cual no impide protestar con vehemencia contra algunos actos deplorables del gobierno, en particular, la resolución del ministro de Defensa, Luis Petri, firmada a pedido de la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (no de la Justicia, como él dijo), mediante la cual dio de baja a 23 generales y coroneles. Sr. Presidente de la Nación, le atribuyen a Aristóteles haber dicho: «Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad». Por eso le digo que considero un gravísimo error de su ministro de defensa haber tomado semejante determinación: una aberración jurídica. Constituye la consumación de una sórdida represalia que viene de antaño. Queda la duda si Ud. lo sabía o no. Resulta muy difícil creer que Petri se cortó solo. Le confieso mi sorpresa, mi desagradable y amarga sorpresa al enterarme de esta noticia, le soy sincero, no me la esperaba de Ud., sentí pena e indignación al mismo tiempo. En mi anterior nota (Apocalípticos, integrados y peregrinos), escribí: «En la Argentina, «el futuro que nos espera, si el kirchnerismo en pleno no va preso, será la consagración de la estupidez y la locura, hermanas mellizas. Si esto ocurre, serán en vano todos los esfuerzos de Milei para encaminar la economía». Yo creía que Ud. sería magnánimo con los viejos militares. Ha cometido una gran equivocación, en términos futbolísticos; la ha pifiado. Lo que le digo no constituye una diatriba sino una parresia. Parresia significa decir todo lo que uno tiene que decir con franqueza y respeto a quien fuere sin callarse nada. Son muchos los argentinos que repudian esta barbaridad y, que, por eso, no creo que vuelvan a votarlo (por lo menos yo), pese al apoyo mayoritario que ahora tiene de la población. Puedo dejarle pasar y aguantarme con cierta repugnancia su deseo (o capricho) de que Ariel Lijo sea designado por el Senado Juez de la Corte Suprema, puedo descreer o dudar de un supuesto pacto que se rumorea entre Ud. y la felona. Pero si Victoria Villarruel  -a quien en su momento hemos criticado por algunas desinteligencias con el presidente- forma su propio partido, a ella la votaremos si deja sin efecto la venganza de la izquierda. Ella ha quedado en el medio de esta deleznable discusión, pero tarde o temprano tendrá que cruzar el Rubicón. Esta iniquidad puede ser un mal karma para la Argentina que subsiste gracias a estos hombres que, entre el sacrificio y la pasividad para salvar la patria, eligieron lo primero.

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