Por Luis Américo Illuminati.-

Nobleza obliga. En vida, Jorge Lanata tuvo la valentía de decir cosas -la corrupción como sistema y estilo de gobierno del kirchnerismo- y denunciarlas, que muchos supuestos y auto reputados «comunicadores» -término que yo rechazo igual que Lanata- no se atrevieron por temor o interés espurio. Sólo comunicaron y siguen comunicando noticias banales o morbosas y, la verdad, durmiendo en un cajón del escritorio, como dice Umberto Eco, en su novela «Número Cero». Todo transcurre en 1992 en Milán. A Colonna le ofrecen un cargo en un diario que no saldrá nunca a la luz. Hasta la fecha ha sobrevivido como documentalista para distintos periódicos y editoriales, y en palabras de su ex mujer es un «perdedor compulsivo», no obstante, acepta el reto, y comienza la aventura, una labor detectivesca, como el trabajo periodístico de Jorge Lanata, de quien no es errado afirmar que fue en vida un eficaz «detective» que sacó a la luz toda la corrupción K. «No son noticias las que hacen el diario sino el diario el que hace las noticias», resume Simei, una suerte de nexo entre el oculto propietario del multimedio «Página Cero» y la redacción coordinada por Colonna (a quien yo identifico con Lanata). Se hacen referencias a como trabajar con los menores costos posibles y deformando la realidad, mejor dicho, «acomodándola» a situaciones e intereses que no condicen con la verdad; a la creación de informes periodísticos redactados irreflexivamente en un santiamén y hasta que ya no se necesita acusar a alguien desde un diario o canal para destrozarlo y difamarlo, sino que alcanza con generar sospechas sobre él. «Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al denunciante, dice Simei. Con todo ello Colonna rompe vínculos y salva su vida milagrosamente de un atentado. En el caso del kirchnerismo, la similitud es sorprendente con la novela de Eco: comprando medios y pagando esbirros para formular denuncias falsas y causar impacto mediático para embarrar la cancha. Creo que el presidente Milei debió enviar sus condolencias a la familia, aunque el occiso lo haya querellado en vida por decirle «ensobrado. Lo cortés no quita lo valiente. Pese a que éste no tenga en «agenda» el problema de la injusta situación los militares presos, todos ancianos y casi moribundos, acusados en dudosos procesos judiciales. Tampoco voy a romper con el hijo del asesinado Coronel Larrabure -en vías de canonización- ni con Victoria Villarruel, ya que con ambos tengo ideales y aspiraciones afines y seguiré apoyándolos en la cruzada contra el kirchnerismo, heredero vocacional de la ideología totalitaria comunista de los «jóvenes idealistas» -asesinos seriales- y atizador-catalizador del neomarxismo apátrida actual o progresismo, cuya esencia es la de una religión pagana. Pero creo que el Crio. Claudio Kussman, actualmente detenido, tiene algo de razón, sobre todo, en la impiedad, crueldad y desinterés de la sociedad y el Estado por la suerte y la salud de unos pobres ancianos, ex policías y ex militares, para quienes la cárcel es un infierno, un lugar donde los carceleros y verdugos que allí los mantienen enjaulados como bestias, algún día tendrán que dar cuenta de sus actos a otra Justicia que no sea la de jueces que aplican la «prevaricación disimulada», en agravio a la caridad y la misericordia cristiana. Si como dice Larrabure que «el que las hace las paga» y que «la dictadura fue abominable», justo es decirlo, que no fue menos «abominable» la causa que dio origen a la tragedia: las internas del peronismo de derecha con el de izquierda entre 1972 y 1976, se mataban entre ellos y de paso emboscaban y asesinaban a miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad y muchos civiles que se la llevaban de arriba en este fuego cruzado. Muchos de los ancianos militares presos cumplieron órdenes que no podían desobedecer bajo pena de rigurosa aplicación del CJM. Y estos ancianos no sólo han «pagado» por cumplir las órdenes, sino que vienen pagando largamente cuentas ajenas y los otros, los promotores y causantes de la tragedia están libres como Firmenich, Verbitsky y una larga lista de asesinos que no pagaron lo suficiente de todo el inmenso daño que le infirieron a la República, incluidas los miles de víctimas inocentes (militares, policías y civiles) a los que los distintos gobiernos de turno han ignorado hasta el presente. Por otra parte, no me consta ni hay pruebas de que el ERP haya financiado el periódico «Pág. /12» que fundó Lanata, como sostiene Nicolás Márquez, con quien coincido en muchas cosas, pero en esto creo que está equivocado. Lo cual si cabría suponer, aunque no se tengan pruebas fehacientes respecto de Horacio Verbitsky, ex guerrillero, conspicuo miembro de Montoneros, de quien Lanata se abrió por razones ideológicas. Además, Lanata evolucionó, creció, maduró su pensamiento y no quedó atrapado como Verbitsky en un solipsismo ideológico retrógrado y negacionista de su culpabilidad de acciones que son crímenes de lesa humanidad o, en su caso, graves violaciones de los DDHH. Los programas televisivos creados por Lanata: Detrás de las Noticias y Periodismo para Todos (PPT) y demás hitos de su exitosa trayectoria hacen de ella una carrera olímpica que figura en un libro, un diario personal con el título «Última Página: Cristina por fin presa junto a su banda». Esto escribí y publiqué en La Gaceta Liberal, a raíz de la muerte de Lanata, con el título «Adiós Lanata»: «Creo que hoy es un día de duelo nacional -o cívico- y habría que colocar en honor de Jorge Lanata la bandera a media asta, ya que desnudó la corrupción K, la Ruta del dinero K y demás curros y currazos del kirchnerismo y se cansó de denunciar el desvío de poder del gobierno de Cristina Kirchner, jefa de la peor organización o asociación ilícita que se tenga memoria, creada por su marido el patagónico pingüino perverso. (PPP).»

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