Por Luis Américo Illuminati.-

«Las ideas son como peces. Si quieres atrapar peces pequeños, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres atrapar los grandes, debes ir más profundo» (David Lynch).

En la edición del 20 de enero último, apareció en el diario “La Nación” una nota titulada: “Para cuando el sol se ponga mañana, la invasión de nuestro país se habrá detenido”, con el subtítulo: “Trump repitió su promesa electoral de lanzar la mayor operación de deportación en la historia”. Dicha nota aparece sin ninguna firma (una nota anónima), la cual proviene de Washington y es de las agencias AFP y Reuters y se cita allí el discurso de Trump en el mitin “Make America Great Again Victory Rally” en el Capital One Arena, en el cual el nuevo presidente prometió: “Vamos a recuperar nuestro país”. Luego, siguió con su libreto de campaña: “Vamos a detener la invasión de nuestras fronteras. Vamos a recuperar nuestra riqueza. Vamos a devolver la ley y el orden a nuestras ciudades. Vamos a restaurar el patriotismo en nuestras escuelas. Sacar las ideologías radicales woke de nuestro ejército y de nuestro gobierno y vamos a hacer que los Estados Unidos sea grande… otra vez”. Lo curioso de esta nota es que termina mofándose del flamante presidente de EEUU, diciendo que su discurso fue “una mezcla de fanfarronadas, afirmaciones falsas y promesas grandilocuentes para deleite de la multitud”. Dos premisas hipotéticas y una conclusión categórica arrojan inexorablemente un silogismo falso o incorrecto. Forzosamente la conclusión derivada de tales premisas da por resultado un aserto lanzado al aire como una bengala defectuosa.

Independientemente de que la libertad de expresión sea un derecho indispensable para el ejercicio de la democracia, ello no autoriza la mala intención, pues como dice Sócrates «el mal uso del lenguaje induce el mal en el alma”. Pero el filósofo griego no estaba hablando de la gramática ni la sintaxis sino de aquel lenguaje utilizado por la prensa amarilla, sensacionalista, tendenciosa y efectista tan en boga en la actualidad. Una prensa que utiliza tal lenguaje tiene consecuencias muy nocivas en el ánimo de la gente, a veces impensables, incluso puede precipitar una guerra interna o externa. Una prensa responsable no desdeña ni omite la ética, utilizando bien el lenguaje. Cuidando las palabras la prensa fortalece la democracia. Y, por el contrario, imaginando cosas que aún no han ocurrido, sin darles oportunidad de que sucedan, es malo, injusto y deleznable. La prensa debe ser imparcial y no apostrofar anticipadamente a un candidato, como hicieron algunos medios con Javier Milei, tildado de loco.

Al decir de Bernardino Montejano: «¿Acaso está mal fortalecer las fronteras que establecen los límites entre las naciones? ¿Es malo restaurar dentro de un globalismo distópico el patriotismo en las escuelas? ¿Acaso les molestan a los grandes medios la ley y el orden o prefieren los piquetes y el caos? Los ciudadanos de la urbe porteña agradecen a la ministra de seguridad Patricia Bullrich haber acabado con el inmisericorde incordio de la turba dirigida y enquistada en la vía pública, hoy poco a poco esos lugares invadidos renacen y se normalizan al amparo de la ley y del orden, superando el caos que reinaba en los tiempos de los grandes promotores del naufragio. La ideología woke y todos sus derivados infiltrados en los organismos públicos y en la educación es hoy propagada y alimentada por Kicillof en la Provincia de Buenos Aires. Son partidarios del transexualismo que Trump prometió eliminar desde el primer día y del festival del aborto y de sus negocios anexos promovidos por los cuatro años de gobierno del muy “católico” Joe Biden que indultó a su hijo de innumerables delitos en los últimos días de su desastroso gobierno. ¿A esa prensa le molesta la promesa de que retome Estados Unidos su camino de grandeza? Sí, como les molesta la grandeza de la Argentina, porque son egoístas, globalistas e individualistas. Pero pensamos que los que más les molesta de Trump es el candidato que eligió como vicepresidente, un hombre joven, para asegurar el programa elegido en el tiempo. Recordemos, además los excelentes nombramientos en la Corte Suprema, durante su primera presidencia, que cambiaron para bien la orientación de la misma. Y la reciente designación como embajador norteamericano en el Vaticano de Brian Burch, un hombre defensor de la familia y de la vida humana inocente, católico y padre de nueve hijos. ¿Y qué decir del compañero de fórmula de Trump, James D. Vance, hoy vicepresidente de EEUU? Nacido el 2 de agosto de 1984, abogado y doctor en derecho por la Universidad de Yale, licenciado en Ciencias Políticas y Filosofía.

Tuvo su experiencia militar cuando se alistó en el cuerpo militar de marines. Escribió un libro titulado “Elegía campesina, una memoria de una familia y una cultura en crisis”, que tuvo un gran suceso editorial. Hombre coherente es contrario al aborto, al matrimonio homosexual y a toda política de género. Elogió la política familiar de Orban en Hungría, que promueve los matrimonios y la fertilidad con premios y apoyo a las familias y que en momentos trágicos para conservar las poblaciones europeas y evitar el suicidio demográfico y la ocupación extranjera, logra el crecimiento de Hungría con el aumento de los nacimientos. Proveniente del cristianismo protestante se convirtió al catolicismo y fue bautizado en la Iglesia Católica en agosto de 2019. Eligió como santo de confirmación a San Agustín, Obispo de Hipona» (nota remitida por correo electrónico).

Concuerdo con Montejano, a quien Chesterton le daría la razón, ya que la prensa en general, sobre todo, a los grandes medios sólo les interesa la noticia como mercancía sin elaborar, no les interesa la verdad completa. Chesterton que escribió en los principales periódicos ingleses, destacándose por sobre el periodismo mediocre o amarillista que no se compromete ni jamás hace parresia. El verdadero periodismo bucea en lo profundo. En cambio, el periodismo mercenario y filisteo deforma, caza en el zoológico y pesca en la piscina y así manipula la información, deformando la realidad. Por eso soy chestertoniano. Por todo ello, rechazo el periodismo tendencioso y menos me agrada cuando se desliza una nota sin firma alguna. Orson Welles, a través de su icónica película «Citizen Kane» desnudó esta clase subalterna y acomodaticia de periodismo. Y, a decir verdad, desde William Randolph Hearst a la fecha poco y nada ha cambiado. Se diría que la prensa mundial es una alianza secreta en manos de gente inescrupulosa al servicio de una causa mala, injusta, oscura, siniestra que persigue el dominio global desde las sombras. La Biblia nos habla de la lucha de dos fuerzas en una guerra final, apocalíptica, Gog y Magog que tendrá lugar en un sitio denominado Armagedón. Los exégetas entienden que esta profecía sería la guerra de Occidente contra Oriente. Está en cada persona creer o no creer en ello. Sólo sabremos si es una profecía cumplida -dice el P. Leonardo Castellani en su libro «Cristo, vuelve o no vuelve»- cuando llegue ese día, mientras tanto como dijo un viejo ermitaño a sus paisanos. «Señores, calmad vuestra locura, no sean tan absolutistas, que mañana no es hoy y pasado mañana aún no llegó y ayer ya pasó. Dejad de suponer y aprovechad para meditar un momento» (Revista Jauja, N⁰ 18, segundo trimestre, 1970).

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