Por Carlos Tórtora.-

El mayor problema de Mauricio Macri hoy es la dificultad que enfrenta para revertir la tendencia al estancamiento de la economía con un gobierno que se caracteriza a la vez por la escasez de gestión. Ni bien volvió el presidente de su gira europea, tratando de insuflar optimismo sobre las inversiones, acontecimientos graves marcaron que la agenda del viejo continente no pasa por su apertura hacia Latinoamérica. Mientras distintas consultoras vaticinan una inminente crisis financiera en Europa, un intento de golpe de estado hizo tambalear al presidente turco Recep Erdogan, mientras que en Niza un nuevo atentado fundamentalista dejaba 84 muertos, la misma cifra que la voladura de la AMIA en Buenos Aires. La estabilidad de Turquía dentro de la OTAN es clave para el conflicto creciente que ésta mantiene con el Kremlim y, a la vez, para contener el terrorismo islámico.

Tal como están las cosas, la única carta para recaudar con la que cuenta el gobierno se llama blanqueo y sobre sus futuros resultados las opiniones están divididas.

Para Macri, descender en la imagen positiva para quedar detrás de María Eugenia Vidal es una merma a su condición de líder del proyecto oficial. Algunos suponen entonces que los filosos dardos que Elisa Carrió le destinó a la gobernadora cuestionando a su Ministro de Seguridad Cristian Ritondo y al jefe de la bonaerense por supuestos vínculos con el narcotráfico, tuvieron el beneplácito de la mesa chica de Macri, Allí ven a Vidal como un peligro. Como uno mucho mayor que lo que fuera Gabriela Michetti como disidente que se negó a aceptar la jefatura a Jefe de Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Con un Macri desganado y que sabe que su primos Calcaterra y su amigo Nicolás Caputo le traerán disgustos varios en tribunales, su empeño por ser reelecto es cada vez menor.

De ahí que, como Larreta tampoco parece un candidato para instalarse en el país, en Buenos Aires hay una movida en torno a Vidal 2019 que, aunque prematura, hace su ruido.

Un personaje en ascenso, el presidente de Boca Eduardo Angelici, mueve sus hilos -que cada vez son más- para entornar a la gobernadora. Angelici acaba de pasar a ser el nuevo blanco del entorno de Macri, que lo ve como un potencial enemigo. La designación del intendente de San Miguel Joaquín de la Torre como nuevo Ministro de Producción fue un paso más en dirección a un objetivo estratégico: que gran parte del PJ bonaerense termine comprometido con Vidal para las elecciones del año que viene. Esta última se juega una carta brava porque, si Sergio Massa se presenta y gana la senaduría nacional por Buenos Aires, ella sería la gran derrotada y Macri no tanto.

Aunque dispersa y confundida, la dirigencia del PJ huele la creciente debilidad del PRO, que no levanta cabeza en distritos claves como Córdoba y Santa Fe.

Cacerolas

Pero hay otro costado de la realidad que está reapareciendo. Con el Ministro de Energía Juan José Aranguren como el demonizado, apareció un primer cacerolazo contra el tarifazo del gas. El tema tiene un significado más profundo que una reacción circunstancial. En diciembre pasado, la clase media urbana se sintió titular de la victoria de CAMBIEMOS, que pasaba a ser el gobierno de la clase media para erradicar doce años de alianza entre la cúpula del PJ, los sectores de menores recursos y el sindicalismo de altos ingresos. Sin embargo, el ajuste, la recesión y luego el tarifazo hicieron que el PRO esté empezando a serruchar la rama en la que está sentado. O sea, a perder votos en su núcleo más duro.

Esta caída es lenta pero firme y se traduce en un doble rechazo: los sectores independientes repudian la década K pero están empezando a desengañarse de un gobierno que sólo trae promesas de mejoría. Y la paciencia no es un don argentino. Algunos estudiosos creen ver la semilla de un nuevo “que se vayan todos”, o sea, un rechazo a toda la dirigencia política. En definitiva, un campo fértil para que aparezcan experimentos antisistema como PODEMOS en España. Tal vez Massa, con su ir y venir por la avenida del medio, esté intentando que el creciente repudio social a una dirigencia que no da respuestas no lo alcance también a él.

Por ahora, se trata sólo de señales, pero la referencia con el proceso que condujo a Fernando de la Rúa al helicóptero existe. En aquel entonces, la rápida decepción por la Alianza fue acompañada por un rechazo a la era Menem y hubo un vuelco masivo contra toda la dirigencia que recién se apaciguó con las elecciones presidenciales del 2003 y a través de la victoria de un político desconocido proveniente de una provincia del fin del mundo.

El PRO, más sólido que la Alianza en muchos aspectos, no parece, sin embargo, capaz de resguardar la capacidad adquisitiva de la clase media que lo votó y que ahora se enfrenta a un abismo. Las revoluciones sociales, es sabido, nacen del descontento de las clases medias.

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