Por Jorge D. Boimvaser.-

Va a tener que laburar en serio Cristina Fernández si pretende encabezar algún sector del peronismo opositor con algo de futuro.

Primero, porque ya no maneja cajas como para que la sigan. Y algo sagrado cuando un caudillo deja el poder es que la que puso en su bolsillo no se toca. Nada de pagar ronda de micros, choripán y vino con mi billetera; eso no se hace.

Así que movilizarse por Cristina y tener que bancarse con su platita no es algo digno del peronismo golondrina.

Y segundo, porque ya empezó en el FPV el éxodo, o festival de la traición, como mejor prefieras llamarlo.

Los que zafaron de la derrota (Capitanich, Gioja y otros) ya están buscando nuevos horizontes lejos de los perdedores, algo que se sabía de antemano.

Y otros derrotados mal, de esos que no tienen retorno (Scioli, Aníbal Fernández) van a buscar la cabeza de Cristina y arrastrarla hasta el fondo de la tumba junto a ellos. Nada de que los acompañe hasta la puerta del cementerio y después ella vuelva a casa.

En diciembre se espera que ingresen a Tribunales no menos de diez denuncias contra la viuda de Néstor. Y algunos jueces desean hacer “la gran Jorge Urso”, aquel juez amigo de Miguel Toma y nombrado por Carlos Menem pero cuando el riojano abandonó el poder a Urso le tocó en suerte la causa del tráfico de armas a Ecuador y en el 2001 lo metió preso sin ponerse colorado.

Oyarbide quiere mostrar sus uñas antes de casarse e irse a vivir un tiempo al Caribe. Su fobia contenida por años dará frutos antes que se jubile y salga a vivir la vida loca. Sebastián Casanello dejará de ser tortuga para convertirse en liebre en un abrir y cerrar de ojos y su primera corrida será sobre un flojo de papeles serial: Lázaro Báez. Y otros esperan en el banco para ser convocados a la silla elécttrica de Comodoro Py.

En ese contexto propio de los derrotados, Cristina tiene que hacer méritos propios para ser tenida en cuenta como presunta jefa de una parte de la oposición peronista.

La catarata de tuits desde su cuenta de la Casa Rosada acusando a Mauricio Macri de maltratarla telefónicamente esconde una jugada de Cristina victimizada… ¿por violencia de género?

Alicia Kirchner lo dejó trascender hace horas: su cuñada Cristina no dejará que pase de largo esa posible baraja de comenzar con las presentaciones judiciales en su contra, contraatacando desde el inicio y haciendo en los próximos días desde el llano una presunta denuncia judicial contra Mauricio Macri por violencia de género.

Un tema sensible a la sociedad manoseado por una Presidente que abandona el poder salpicada por un sinfín de culebrones, pero que quiere protagonizar su propio culebrón en Tribunales.

Algunas mujeres jóvenes llorando desconsoladamente el día de la derrota de Scioli -lloraban la muerte del relato cristinita, en el que habían creído- seguramente estarán alineadas con la denuncia de Cristina; pueden creer en el maltrato del Presidente electo y seguir ahora con más firmeza el derrotero de Fernández de Kirchner.

Otros tantos exiliados del paraíso del FPV estarán detrás de su jefa hasta que aparezca un sucesor a quien seguir. ¿Alicia Kirchner se posiciona desde la gobernación santacruceña para un eventual lanzamiento de su candidatura presidencial junto a Cristina dentro de cuatro años?

Es mucho; Alicia no tiene uñas de guitarrera, y ya no corre la portación de apellido. Los Kirchner son pasado, muertos que no salen de su tumba y nadie los puede ni quiere resucitar.

La denuncia, si la lleva a la práctica, por maltrato contra Macri, no tiene más fundamento que levantar polvareda.

Podría llamarse el último culebrón de Cristina. Antes del destierro, antes del olvido.

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