Por Guillermo Cherashny.-

Javier Grosman es el talentoso ex Director de la Unidad del Bicentenario que “armó” la escenografía del velorio de Néstor Kirchner en octubre del 2010. Unos meses antes también hizo lo mismo con la fiesta del Bicentenario, que significó la recuperación del Kirchner-cristinismo después de la derrota del 2009 en Buenos Aires ante la alianza de Mauricio Macri, Francisco de Narváez y Felipe Solá. Entonces, el gobierno explotó espléndidamente el fervor popular que coincidía con la recuperación económica que arrancó en el segundo trimestre de ese año por los altos precios de la soja, que hicieron olvidar al campo la resolución 125. Y así fue que las cosechas del 2010 y 2011, más el tipo de cambio atrasado manejado por Amado Boudou desde el Ministerio de Economía, alcanzaron para que CFK obtuviera el 54% de los votos. Aunque hay quienes sostienen que hubo entre un 6 y 7% de fraude, porque ninguna fuerza opositora llegó a fiscalizar seriamente el comicio nacional.

El gran final

A partir de ese triunfo, CFK impuso el cepo y llevó la economía a cuatro años de estanflación. Pero la mística K siguió aun después de las grandes movilizaciones opositoras impulsadas desde las redes sociales en el 2012 y 2013. Esto motivó que Massa saliera a la cancha y sumara a Mauricio Macri para ganar en Buenos Aires por 12% de diferencia, mientras Cristina se reponía del hematoma subdural de su cráneo. Y en enero del 2014, el gobierno se vio obligado a devaluar sin plan y la inflación subió muy fuerte, lo que hizo que el proyecto de la re-re fuera derrotado por Massa y Macri. Sin embargo, la mística alrededor de la líder continuaba, en gran parte por su condición de experto cuadro político y gran oradora, que seguía impulsando mejoras y derechos para los pobres y las minorías. Al empezar el 2015, el plan de Axel Kicillof era llegar a las elecciones con un dólar quieto, inflación en baja y reactivación económica. Pero tan sólo se logró bajar la inflación del 40% a menos del 30% y los resultados ya son conocidos. No obstante ello, la mística seguía, sostenida través de las cadenas nacionales, que no veía la mayoría pero sí un núcleo duro de militantes y agradecidos por las mejoras y derechos, que explican la muchedumbre que acompañó a CFK en la Plaza de Mayo el 9 de diciembre, donde dio su último discurso como presidente. Hubo aparato y también muchos miles que se movilizaron voluntariamente y, si bien su decisión final de no entregar el bastón y la banda la dejaron en ridículo ante el mundo, faltaba el último acto escénico. En efecto, su equipo preparó con detalle su vuelta a Río Gallegos para la jura de Alicia Kirchner y se invitó a periodistas de los grandes diarios y canales. De hecho, la mayoría del pasaje del avión eran integrantes de Kolina, la agrupación que lidera Alicia. Y el espectáculo una vez más se impuso. Ella se acomodó en la clase turista con Máximo y su mascota y ningún pasajero la agredió sino que más bien la vivaron. Una demostración de que Grosman siguió dando el presente hasta el último día.

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