Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Pintada en una pared de París, mayo de 1968.

El miércoles, prácticamente todo el espectro liberal cerró un acuerdo electoral (“Vamos”) del cual se desconocen aún los detalles. Me parece un loable esfuerzo, pero me preocupa mucho la dispersión del voto opositor ante unas elecciones legislativas en las que se jugará el futuro de la Argentina porque, si el kirchnerismo consiguiera aumentar el número de sus diputados para contar con quórum propio y, además, mejorara su posición en el Senado, donde ya lo tiene, acercándolo al número mágico de las mayorías especiales, podrá lograr su objetivo de máxima: reformar la Constitución para transformar al Poder Judicial y a la Procuración General en simples dependencias del Ejecutivo y, por supuesto, permitir a su jefa alcanzar la impunidad para ella, sus hijos, sus testaferros y cómplices.

El país será otro entonces, y ya nada impedirá que ingrese al cielo del socialismo del siglo XXI, con todo lo que ello implica; basta ver qué sucede en Venezuela, Nicaragua y Cuba en materia de corrupción, de pobreza, de hambre, de represión policial, de tortura y asesinato. Y no lo afirma quien esto escribe sino que lo hace la indiscutible voz de la gran dama de la izquierda internacional, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Por lo demás, en estas columnas he sostenido desde hace mucho tiempo que la intención de la PresidenteVice es boicotear cualquier posibilidad de acuerdo con el FMI, el Club de Paris y demás organismos internacionales, para transformar a China en el único financista externo de los desastres macroeconómicos que sus demenciales políticas han causado y los hechos recientes -cepo y atraso del dólar, congelamiento de tarifas, pelea con el mundo, incremento de subsidios, controles de precios- parecen darme la razón, ya que el fuego amigo se concentra en los planes del Ministro de Economía, Martín Guzmán.

No creo que arredre a Cristina Fernández ver cómo se comporta el régimen de Xi Jinping en los países que le han otorgado ese rol, como sucede desde el sur de Asia hasta el África subsahariana, donde impone sus durísimas reglas, lleva sus propios trabajadores y arrasa con los recursos naturales. Recordemos que, durante su Presidencia, le entregó tierras en la Patagonia para instalar una base militar excluida de la soberanía argentina.

Ante ese probable panorama, y teniendo en cuenta la discusión pública acerca de la postergación de las PASO invocando los problemas de la pandemia o, directamente, su suspensión, me permitiré hoy formular una propuesta pública a toda la oposición, desde el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano hasta los miembros suscriptores del acuerdo liberal al que me referí al principio.

Si partimos de la victoria que obtuvo el Frente de Todos en las elecciones de 2019, obviamente debemos concluir que ella obedeció a la reunión de todas las tribus del peronismo bajo las banderas kirchneristas; es decir que, más allá de eventuales fraudes que pudieron haber ocurrido, la unión hizo la fuerza. Si bien el “voto blando” del oficialismo debe haber sido golpeado por los escándalos de los vacunatorios vip, por la represión en Formosa, por los nuevos bolsos de dinero y por el hambre, la inseguridad y el narcotráfico que campean a sus anchas en el Conurbano, no podemos confiar demasiado en ello porque el Gobierno repartirá artefactos, chapas, colchones y planes a mansalva para mantenerlo cautivo.

Después de esas breves obviedades, al grano. Necesitamos que toda la oposición presente un ejército unido para esa batalla tan esencial. La idea es que todos los caciques opositores se sienten ante una misma mesa y suscriban un acta pública de diez o doce ideas-fuerza (en realidad, títulos de políticas de Estado), dejando fuera aquéllas que pudieran provocar disidencias. Con esas propuestas consensuadas, realizar una gran elección interna no oficial, en la cual se invitará a participar a toda la ciudadanía.

Luego, y en función de cuántas bancas se pongan en juego en cada circunscripción, facultar a cada uno de esos mismos caciques que nominen a uno, dos o tres candidatos a ocuparlas. Y, con esos nombres, confeccionar una boleta única, en la que los votantes se limitarán a marcar con una cruz a los candidatos de su preferencia. Al tratarse de una boleta única, no sólo disminuye enormemente el costo de impresión sino también la necesidad de realizar una fiscalización severa.

Los resultados de esas elecciones no oficiales, seguramente determinarán que los representantes de uno o más de los partidos habrán obtenido significativas ventajas en relación con los restantes. Para prever esa circunstancia, la mesa de negociación deberá acordar previamente cómo se repartirán las candidaturas, permitiendo que los que hubieran vencido en la contienda electoral por una diferencia que implique la necesidad de agregar más nombres de candidatos a los que los habrán sido incluidos en la boleta única, puedan hacerlo al momento de armar la lista única oficial. Y esa lista única será la que participará en las PASO, si se realizan, y en las generales, con todos los nombres de quienes ocuparán todas las bancas titulares y los suplentes.

Si esta propuesta prosperara, es decir, si todos estuvieran dispuestos a dejar de lado sus apetencias personales, seguramente Dios y la Patria se los agradecerán.

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