Por Luis Américo Illuminati.-

«La entrada del Infierno está abierta día y noche. Fácil es su camino recorrer y descenderlo. Pero regresar y contemplar los cielos alegres, en esto reside la tarea y el arduo trabajo.» (Virgilio, La Eneida).

¿Dónde quedó aquel refrán que decía: «Se mofa el muerto del ahorcado». Nunca ha sido aplaudida sino repudiada la actitud farisaica de juzgar, condenar, escandalizarse, mirar en el ojo ajeno, rasgándose las vestiduras y arrojando piedras al que aún no ha sido condenado. Es preferible mil veces el silencio -epojé- que ponerse la toga y la aureola de santo. No estamos absolviendo a Espert, cuyas contradictorias explicaciones oscurecieron aún más su situación, que lo llevaron a renunciar a su candidatura. Pero lo que a todo observador imparcial indigna sobremanera es que el Sr. Aníbal Fernández -ex ministro de Seguridad de la Nación- haya lanzado semejante brulote contra el ahora excandidato libertario José Luis Espert, tras conocerse su vínculo con el empresario Fred Machado, acusado de narcotráfico. En declaraciones a Radio 10, el señor Aníbal Fernández expresó: «¡Mirá cómo son las vueltas de la vida!», aludiendo a un tuit de 2015 en el que Espert criticaba su relación con Maradona y lo acusaba de promover el consumo de drogas y citando a su progenitor, agregó: «Mi padre decía: ‘Dios no quiere cosas puercas’». Lo cual nos parece una locución -muletilla o cliché- por demás ampulosa y retórica, que hubiera sido mejor y más justo no meterlo a Dios en estos asuntos. Análogamente, tampoco es justo decir del ahora excandidato libertario Espert que es «un árbol caído del que todos sacan leña», pues tendrá que darle a la Justicia las explicaciones del caso y ser ella la que lo condene o absuelva. En los casos análogos, la justicia tiene la última palabra y con las mismas oportunidades de defensa y apelaciones que tuvo la ahora condenada, la ex vicepresidenta Cristina Kirchner.

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