Por Luis Américo Illuminati.-
¡Pax in terra hominibus bonae voluntatis! (Lc. 2:14)
Hay momentos cruciales que un hombre no debe callarse la boca, sobre todo cuando están en juego valores esenciales como la libertad, la dignidad humana, la paz y la democracia. El heroísmo de un ser -en este caso, una mujer, una madre- que poniendo en riesgo su vida ha desafiado a un execrable tirano que persigue y oprime a sus compatriotas, es una forma de estoicismo que se llama parresia. Un descubrimiento o epifanía. La revelación de una epopeya gloriosa. Un patriotismo que no mide consecuencias, un riesgo vital que es la autoconciencia de la «existencia auténtica» del Dasein (Heidegger) que descubre «el puesto del hombre en el cosmos» (Max Scheler). Un rol, una vocación natural propia de los paladines, héroes y santos movidos por una fe que arde como la luz de una estrella en el interior del corazón humano. Nada le amilana ni le detiene frente a los contratiempos y sinsabores con que el mundo paga a los que lo dan todo para mejorar las cosas. Y los percances, sufrimientos y dolores son una inmolación que esa vocación le acarrea al hombre, en este caso la paladina es una mujer -resalvo de la raza americana- que ofrece su vida como una inmolación u holocausto voluntario ofrecido a Dios. Que el Nobel de la Paz lo haya obtenido una mujer patriota que lucha contra la oprobiosa tiranía criminal de Nicolás Maduro es un acto de estricta justicia. La fecha coincide con el día que Cristóbal Colón llegó a la América indígena. Venciendo los terrores de la época cruzó el océano y llegó al Nuevo Mundo, la Tierra Prometida, América, hoy día un Paraíso Perdido. Bien ganado lo tiene al Nobel de la Paz Corina Machado. Con Trump no se ha cometido ninguna injusticia. Si continúa trabajando por la paz en el mundo, es probable que se lo otorguen en 2026. Esta vez la Academia Sueca no se equivocó. El mundo civilizado lo celebra. Yo también se lo hubiera dado. Si el Diablo inspira a los tiranos, Dios envía a sus profetas. El grito de la libertad en Venezuela ha sonado y no cesarán de tocar las trompetas hasta que caigan las murallas de Jericó. El pequeño David venció al gigante Goliat. La cita adecuada para los venezolanos que forzosamente han emigrado de su país es el siguiente. Mientras tú guardas silencio, Dios gana tus batallas» (Éxodo 14:14).
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