Por Otto Schmucler.-
En sólo tres jornadas del juicio por la “Causa Cuadernos” ya se leyeron varios testimonios de arrepentidos que dicen cómo se aportaba y dónde iban a parar los “bolsos recaudadores”, concluida cada jornada de recolección que completaba el equipo (Centeno y Baratta), Juncal y Uruguay.
Fue tal la codicia por el dinero, del matrimonio Kirchner, que todo este sistema funcionaba aceitadamente como un afanoducto, casi automáticamente, podría decirse. A tal punto que, una vez muerto Néstor, el sistema seguía funcionando y los bolsos, en menor medida, es cierto, seguían llegando al departamento que cobijó en Buenos Aires al matrimonio más corrupto de la historia, que al vestidor se ingresaba traspasando una puerta blindada (¿quién no tiene una puerta blindada en el vestidor del dormitorio, acaso?)
Lo más grave es que aún hoy hay “feligreses kirchneristas” que repiten con total convicción que en el Juicio Vialidad no se pudo probar nada, que fue todo una mentira del Fiscal Luciani (una vez concluido el acto de fe, tomarán el bondi que los depositará en la Matanza profunda, traspasando el fango de la tierra saturada, si llovió, con los zapatos en la mano para no arruinarlos).
Me pregunto, ¿los doctores Beraldi, Rusconi, Dalbón, Peñafort, Ubeira están convencidos de que pueden dar vuelta el resultado de esto, que no es otra cosa que determinar que “2 + 2 es igual a 4”?
¿O sus honorarios son tan altos que no les importa seguir pasando vergüenza en las salas, en las audiencias?
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