Por Hugo Modesto Izurdiaga.-

Argentina es el país con la inflación más alta del mundo, y de mayor presión fiscal. El recortar el gasto público es una medida acertada de parte del estado para equilibrar las cuentas públicas, pero solamente con ello no alcanza para sanear la economía. Es sumamente prioritario implementar una serie de rebajas tributarias al sector empresario, para que estos puedan producir a menores costos, dando así lugar a que los productos sean accesibles a nosotros, los consumidores, que cada día que pasa tenemos menos plata. Las autoridades deben comprender que una reducción en los impuestos le proporcionará al pueblo mayor poder de compra y una mejor calidad de vida. De no ponerse en funcionamiento una baja en las cargas impositivas empresariales, la república se encaminará lentamente… ¡hacia una eterna recesión crónica!

Desde hace mucho tiempo, Argentina siempre se ha caracterizado por ser un estado voraz que, en el afán de pretender recaudar mucho, lo único que logró fue entorpecer el crecimiento económico. Esta clase de paradigma debe cambiar para el bien de toda la ciudadanía.

Todo funcionario debería tener presente y considerar las palabras de Albert Einstein: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo».

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