Por Luis Américo Illuminati.-
Todo se ha vuelto incierto e inseguro. Es una lástima o, mejor dicho, una desgracia, que los candidatos de los periclitados partidos políticos que ofrecen sus servicios y falsas esperanzas hayan dejado de lado y menospreciado aquella vieja sabiduría de los más antiguos sabios paganos -los estoicos- o cristianos de que «el fin no justifica los medios». Y eso es lo que les ha pasado a los políticos jóvenes y también a los no tan jóvenes, repitiendo el apuro y la precipitación de Mariano Moreno, abandonando al fragor de las pasiones la justa proporción de las cosas y valores en juego. Una fiebre incontenible los abrasa igual que a tantos hombres de nuestro pasado histórico. La falta de humildad, paciencia y templanza les hace ver espejismos, se creen infalibles y remontan vuelo como Ícaro con alas de cera y plumas de cualquier ave voladora. Una loca aventura que los lleva a tocar el cielo con las manos para luego por la ley de la gravedad caer a tierra como una piedra. Al Gral. San Martín le llevó dos años y medio de preparación en Mendoza antes de largarse a cruzar los Andes con su ejército. No obstante, tuvo que marchar al exilio mientras Bernardino Rivadavia era presidente de la Nación. Hoy igual que ayer los argentinos han retornado como en 1826 a la Desorganización Nacional y a las luchas intestinas, esta vez con una Argentina cartelizada. Dijo una vez un tal Juan Céspedes, sacerdote católico, científico y uno de los próceres de la Independencia de Colombia: «Pon el lobo a redactar leyes y verás que devorar ovejas no es delito». Y eso es justamente lo que hoy está sucediendo en la Argentina hace más de cuarenta años.
La vida individual y colectiva de la agobiada sociedad argentina ya no es como en los años sesenta, un «flower power», puro rock and roll, rebeldía y marihuana, como forma de protestar contra la violencia, la discriminación racial, en repudio y rechazo de la Guerra de Vietnam, ni tampoco imitar al Che Guevara, tomar un cuartel y agarrar un fusil con el objetivo fijo de secuestrar y asesinar gente inocente y poniendo bombas como la generación de los «jóvenes idealistas». Eso no es hacer patria ni salvar el mundo de las garras de la desigualdad y la injusticia. Lo que hoy necesita la Argentina es una conquista diaria de la libertad, al decir de Goethe, lo que no se logra si el hombre no se domina primero a sí mismo y comienza con el dominio de sus pasiones que inexorablemente chocaran con las de los otros, convirtiéndose así la convivencia en un reñidero de gallos, en un campo de Agramante. El problema grave del individuo metido en la política es que al mirarse al espejo no ve su alma sino la imagen de su ambición desmedida, ve a un clon que le sonríe y que lo invita a ser lo que no es, a convertirse en una falsificación de sí mismo. El mismo Borges previno sobre esta ilusión óptica. Esta falsa imagen es un mal muy arraigado en nuestro suelo, un mal que recuerda el mito de Narciso que se enamoró de su propia imagen al mirarse en el espejo de un arroyo. Hay que evitar los espejos deformantes de la política que a los improvisados candidatos a santos les hace ver espejismos que pueden ser fatales para ellos y para los que los votan. Un mal hábito, una tendencia enfermiza como el retrato maldito de Dorian Grey, la bien lograda novela de Oscar Wilde, cuya trama y desenlace se parece al final de muchos personajes que gobernaron la Argentina, comenzando con Rivadavia y otros nombres que tuvieron relevancia para bien o para mal de nuestro «país encantado» -como un cuento de los hermanos Grimm, una fábula milesia, un sainete o una tragicomedia- y que hoy son calles y avenidas. El mundo gira loco y la gastada calesita sigue dando vueltas con la misma letra y música de siempre, la del inmortal tango Cambalache, con la variante de cumbia, cuarteto o movida equivalente. En suma, el atolladero o aporía en que se halla empantanada nuestra sociedad que ha dado vida a este viejo y mañoso Leviatán es el mal uso de la libertad que ha llevado a este lamentable estado de cosas, la esclavización y alienación del individuo mediante la cultura de la droga como panacea, objetivo y camino allanado para llegar a la aniquilación de la autoconciencia de los individuos que no tienen futuro, como las tres chicas bárbaramente asesinadas en Florencio Varela por zombis criminales que pululan en las calles y cuyos patrones y jefes narcos desde afuera han elegido la Argentina para colonizarla.
30/09/2025 a las 1:56 PM
ME ALEGRO POR ESTE NUEVO ESFUERZO CORKY. SIGUE ASÍ!