Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“Los pueblos que ignoran su Historia, están condenados a repetirla”. George Santayana.

La tan inusual paz social que se percibe en este diciembre en la Argentina, me permite dedicar esta nota al panorama internacional. Donald Trump se ha metido en un callejón sin salida con el gigantesco despliegue bélico que ha montado alrededor de Venezuela, donde se ha quedado sin opciones fáciles, ya que cualquiera de ellas implicará asumir enormes costos, sean internos – el Capitolio ya cuestiona la destrucción de tantas lanchas, con el asesinato de sus tripulantes sin juicio previo, presuntamente dedicadas al transporte de narcóticos hacia los EEUU – o frente a los restantes países del continente, aunque el cambio de color político de éstos se haya acelerado con las elecciones de Bolivia, Chile y Honduras.

Ha fracasado la tentativa de seducción a quienes rodean a los jerarcas venezolanos, instrumentada a través de millonarias recompensas a quienes faciliten su captura, así como tampoco el subterráneo ofrecimiento a Maduro y unos pocos de sus adláteres de una amnistía y la localización en algún paraíso extranjero, algo que era totalmente previsible por la inmensa red de complicidades mutuas establecida, ya que resultaría inaceptable extender esos beneficios a tantos asesinos y torturadores.

A mi modo de ver, el único fruto que podría gozar después de haber mecido tanto el árbol regional, será la caída del régimen criminal que encabeza Miguel Díaz-Canel, hijo putativo de Fidel y Raúl Castro, pues si se prolonga el tan singular bloqueo -exceptúa los embarques de Chevron hacia las refinerías estadounidenses- que ha impuesto al transporte de petróleo en la zona, con incautación de buques y cargamentos, seguramente se agudizará la ya terminal crisis económico-social que vive Cuba, cuyo único oxígeno restante es el combustible que le regalan Nicolás Maduro y Claudia Scheinbaum, la Presidente de México, dado que las remesas de los emigrados han disminuido mucho por intervención de los EEUU.

El régimen que oprime salvajemente a la población de la isla lucha por su supervivencia y, por ello, devuelve el favor con los fuertes contingentes de “asesores”, que se ocupan tanto de la custodia personal del tirano de Caracas y sus cómplices y de entrenar y comandar a sus fuerzas armadas, cuanto de la bárbara represión a cualquier oposición democrática, ejercida en especial en las siniestras mazmorras del Helicoide. Y es en esos experimentados contingentes cubanos donde radica uno de los principales escollos que encontraría el Comando Sur si se le ordenara invadir Venezuela, como se hizo en Irak y Libia, aunque el apoyo real de los más pudientes aliados del régimen (China, Irán y Rusia) ha dejado de existir tanto por la necesidad de éstos de atender a sus propios problemas como por el nuevo reparto de esferas de influencia vigente entre las grandes potencias.

A las dificultades que presenta el territorio venezolano, con sus cerradas selvas, gargantas profundas, ciudades dispersas y altas montañas, se sumarán, en la defensa de sus respectivos territorios (léase, sedes de negocios), los varios cárteles, todos fuertemente armados, que viven de la extracción ilegal y contrabando de oro en el Orinoco, de la asociación fronteriza con las guerrillas colombianas (FARC y ELN) para la exportación de drogas, del tráfico de personas, de la extorsión y la violencia contra la población civil, y hasta del manejo de las “cajas” político-empresariales de la derruida economía nacional. Y todo ello con el agregado del potente equipamiento militar – ¿verdaderamente obsoleto? – que Rusia e Irán han suministrado al régimen durante muchos años.

¿Podría soportar Trump el regreso de muchos de sus soldados a su patria en cadavéricas bolsas negras sin afectar aún más el declinante apoyo que, según todas las encuestas, hoy sufre? Y la misma pregunta deberíamos formularnos si de la simple retirada de sus navíos y aviones se tratara, después de haber ejercido tal inédita presión militar sobre un país extranjero ya que algo así, además, sin lugar a dudas sería vista por China y Rusia como una muestra inocultable de debilidad. Tampoco resulta viable mantener semejante dispositivo, que incluye a 4.000 marines embarcados, flotando indefinidamente en el mar.

¿Qué otra opción tiene disponible? Pues creo que sólo el bombardeo estratégico de algunas instalaciones militares y de acopio de drogas, tal como hicieron EEUU e Israel, recientemente, con las plantas iraníes de enriquecimiento de uranio con fines bélicos nucleares y, tal vez, el asesinato quirúrgico de algunas figuras importantes en operaciones encubiertas, como ya se practicó en Medio Oriente con los líderes militares de Hezbollah, Hamás e Irán. Por supuesto, nada de esto es ignorado por el régimen usurpador y sus socios, que ya deben haber tomado las precauciones del caso, por lo cual, si se decidiera usar esta línea de acción, seguramente se generará un caos interno de magnitud comparable a una guerra civil. Salvo que vuelva a equivocarme, como sucede con gran frecuencia, no creo que existan otros caminos, pese a que todos los enumerados son malos.

Deseo que el próximo año sea mejor que el presente para quienes tanto lo necesitamos pero, muy en especial, que traiga esperanzas a nuestros miles de presos políticos -militares, policías, penitenciarios, sacerdotes y civiles- que siguen muriendo, por obra y gracia de jueces prevaricadores y fiscales militantes, en las cárceles de esta sociedad tan hipócrita. A pesar de lo doloroso que es y de la manifiesta inmoralidad con que nos mancha colectivamente, el tema no tiene importancia para los mayores, y es ignorado, como todo lo que tenga que ver con el pasado, por los más jóvenes.

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