Por Carlos Tórtora.-

Un nuevo capítulo de la crisis política se abrió a partir de la sanción por el Senado de las leyes de moratoria previsional, aumento jubilatorio y emergencia de discapacidad. Javier Milei esperará hasta el último de los 10 días que le da la Constitución Nacional para vetar y luego ambas cámaras, para insistir con la sanción de la ley, deberán sumar los dos tercios de los presentes. En caso contrario, el veto quedará firme.

Es difícil establecer exactamente los plazos que demorará este proceso, pero existe la posibilidad -vacaciones de invierno mediante- de que el 7 de septiembre, cuando se vote en Buenos Aires, el rechazo al veto todavía se esté tratando en el Congreso. De ser así, hay que suponer que si la Libertad Avanza gana, el veto no sea rechazado por los legisladores y, si pierde, el resultado sería inverso. Es difícil pensar que el Congreso se vaya a sustraer al imperio de las urnas.

Para Milei, la pulseada para defender sus futuros vetos tiene bastante que ver con otro problema: la generación de un clima legislativo propenso a la presentación de un pedido de juicio político en su contra. Una derrota electoral en Buenos Aires, sumada al rechazo del Congreso a los vetos más la muy probable activación del caso $LIBRA en EEUU, serían factores que, convergiendo, podrían restarle bastante gobernabilidad al presidente.

Las urnas mandan

No hay que descartar que, si cede en algunas demandas económicas, Milei consiga reconstruir los «87 héroes» y emparchar así su situación de debilidad aguda.

Esto le permitiría presentarse más entero a la batalla electoral de octubre, aun cuando la situación económica no mejore sustancialmente.

De ahí la importancia de la elección del 7 de septiembre, porque marcará la tendencia para octubre, junto con la ratificación o el rechazo a los vetos.

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