Por Carlos Tórtora.-

El gobierno trata en las últimas horas de reinterpretar mediáticamente la clara amenaza lanzada por Donald Trump: si la Libertad Avanza pierde las elecciones se caería el salvataje de Argentina.

Ante semejante perspectiva, Javier Milei empezó a tejer una trama extorsiva a los votantes. Y dijo «si Argentina se alejara de las ideas de la libertad para volver al populismo, EEUU dejará de apoyarnos». En otras palabras, que si no votamos por el gobierno seremos todos responsables del caos y la destrucción de la economía.

Es pronto para saber si este tipo de planteos pueden influir en el electorado pero la mayor parte de los encuestadores coinciden en que el voto está condicionado casi por completo por la situación económica actual y no por las estrategias financieras del gobierno.

Pero los malabarismos argumentales del gobierno también chocan con otras alternativas. Si la derrota electoral del oficialismo es muy abultada, habría que ver qué decisión toma la Casa Blanca. Suspender toda ayuda financiera a la Argentina sería poco probable, porque la crisis cambiaria podría llevar a una situación de descontrol económico y a una crisis institucional que no favorecería los intereses de los EEUU. Lo que parece más probable es entonces que haya un replanteo.

Una alternativa que ayer empezó a comentarse en círculos cercanos a la embajada de los EEUU en Buenos Aires es que, si Milei queda muy debilitado, la administración Trump exija que para poner en marcha el SWAP haya un consenso político sobre el mismo. En otras palabras, que el peronismo avale el acuerdo. Algo que a simple vista parece casi imposible pero que, vista la emergencia, no lo sería tanto.

Guerra psicológica

Mientras crecen las especulaciones, ayer Scott Bessent emitió señales que no concuerdan con las duras advertencias que Trump hiciera el martes. Dijo el Secretario del Tesoro que aparte del SWAP se estaría pensando además en un fondo privado de otros US$ 20.000 millones para auxiliar a Argentina. Un mensaje aparentemente contradictorio con la amenaza de retirar toda ayuda.

Parece evidente entonces que Milei y Luis Caputo están quedando atrapados en uno de los juegos de presiones y contrapresiones montados por Trump. Así es que las señales positivas y negativas podrían seguir sucediéndose hasta el 26-O. A esta altura de los acontecimientos, lo único importante es que se cuenten los votos, porque todo indica que no habrá avances concretos en ninguna dirección hasta el 27-O.

Hay que prepararse entonces para 10 días de guerra psicológica. En este lapso la Casa Rosada intentaría convencer de que todo marcha viento en popa y la Casa Blanca seguiría por su parte con una estrategia dual. O sea, seguir hablando del salvataje pero a la vez poniéndolo en duda. Los mercados, a todo esto, obviamente no estarán tranquilos.

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