Por Carlos Tórtora.-

El ingreso progresivo de la situación ucraniana en la etapa bélica abre un nuevo capítulo en las relaciones internacionales. EEUU cumplió y ya se pusieron en marcha sanciones contra cinco bancos rusos. La cancillería argentina esquivó como pudo las primeras presiones del Departamento de Estado y abogó por una salida negociada de la crisis del Donbass.

En el marco local, algo importante ha cambiado: a partir de ahora la relación con Washington y el diálogo con el FMI se desenvolverán muy probablemente en función de lo que Argentina haga en la crisis de Ucrania. Esto incluye la renegociación de la deuda.

Para los EEUU, contener el despliegue estratégico de Vladimir Putin es esencial, no sólo por las implicancias que el avance ruso tendría en Europa. Un éxito categórico de Putin en Ucrania alentaría los planes de China para invadir Taiwan. En Latinoamérica, Washington se enfrenta con el problema de que la potencia líder, Brasil, está ligada a la política de Putin, por lo cual EEUU tendría expectativas de que Argentina juegue un papel mayor en la orientación del bloque regional.

Justo ahora

La realidad es extremadamente delicada para Alberto Fernández, que no quiere perder los avances logrados en su relación con Rusia. De prolongarse el conflicto, como todo parece indicarlo, la cancillería argentina deberá ir tomando cada vez más compromisos. La crisis aflora justo cuando la negociación con el FMI entró en una etapa más delicada por la presión del organismo para un aumento de tarifas de servicios públicos, a lo cual el kirchnerismo duro se resiste empeñosamente.

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