Por Gustavo Oscar Colla.-

En estos días de discusiones en el Congreso de la Nación respecto de leyes que, por distintas razones, involucran al mundo empresarial, incluyendo propietarios y trabajadores, surge una paradoja que luce un tanto perversa.

Se están viviendo momentos de enorme incertidumbre económica, básicamente por depender del paquete legislativo que en definitiva se sancione. Cabe acotar que, si hay algo negativo para cualquier economía, es el factor incertidumbre. Pero lo que resulta perversamente paradójico es que toda empresa, no importa su tamaño, implica, por definición, riesgo. Tanto para el emprendedor, quien depende de volatilidad de los consumidores de sus productos o servicios, como para los trabajadores, quienes, por razones obvias, perciben en vivo y en directo tanto las situaciones de bonanza como las decadentes. La gran paradoja consiste en que quienes sancionan las leyes, si de algo carecen es de riesgo respecto de sus arbitrarios y elevados ingresos, ya que los mismos dependen de factores que nada tienen que ver con las preferencias y posibilidades de los consumidores.

Cuando apoyan sus cabezas en la almohada, saben que el factor riesgo para ellos no existe. La suerte de millones de ciudadanos emprendedores o trabajadores depende de cómo levanten o no la mano a la hora de votar la leyes que marcarán el rumbo de la economía. Como dirían nuestros abuelos, ¡qué bueno sería que algún día agarraran una pala y cavaran una zanja!

Share