Por Carlos Tórtora.-

Lo más sustancioso de las palabras de Donald Trump ante Javier Milei es también lo más preocupante. Dijo «si un socialista o un comunista gana, te sentís diferente sobre hacer una inversión» y «si pierde, no seremos generosos, y si Milei no gana, no contará con nosotros». Una reflexión muy especial, porque si Milei pierde las elecciones igual deberá seguir gobernando, así que en realidad el castigo de Trump sería contra el propio libertario. En otras palabras, que el salvataje a la Argentina no sería incondicional y que la Casa Blanca podría soltarle la mano a Milei si ve que éste se derrumba. En síntesis y siguiendo un aforismo típico de la política, acompañarlo hasta la puerta del cementerio pero de ningún modo adentro.

Con los datos de la realidad sobre la mesa, la cumbre de ayer en Washington bien podría ser la última si el 26-O la Casa Rosada pierde por paliza. Trump no es ni más ni menos exitista que cualquier líder mundial: no tendría interés alguno en seguir asociado a un presidente que ya no tiene posibilidades de reelección y que sólo se mantiene gracias al salvataje de Washington. Una vez más, podría cumplirse entonces la regla fundamental de los banqueros: prestarle plata sólo a los que tienen éxito.

Al margen de este trasfondo de tormenta, lo ocurrido ayer no iluminó el curso a seguir por el futuro SWAP. En otras palabras, no hay nada sobre la letra chica del acuerdo, la existencia de condiciones especiales, la supuesta obligación argentina de alejarse rápidamente de China, etc.

En síntesis, sin ninguna diplomacia, Trump puso a Milei ante su realidad más dramatica: está a escasos 11 días de perder la bendición de Washington, su único talismán para enfrentar su pérdida de poder interno. Si pierde la elección ya no será cuestión de ofrecerle ventajas a EEUU, porque la foto con Milei pasará a ser una tragedia.

Cumpliendo con las formalidades, la Cámara de Diputados citó para hoy a Luis Caputo para que informe sobre las negociaciones con los EEUU y obviamente no concurrirá. Así es que a la violación de la obligación constitucional de hacer públicos los actos de gobierno se le suma en este caso el hecho de que el único que informa sobre el salvataje es Scott Bessent, que así es también vocero de la Argentina.

Un duro aterrizaje

Vuelve así Milei para cumplir con la penosa obligación de ponerse al frente de una campaña que inevitablemente conduce a la derrota. A esta altura, el mejor resultado posible para LLA es retener a un tercio del electorado. ¿Se puede seguir gobernando con ese sustento? Sólo sería posible si el peronismo entra en una feroz interna por definir quiénes lo conducirán en el 2027. Una interna salvaje peronista podría permitirle a Milei sobrevivir malherido.

En lo inmediato, el gobierno tiene que resolver un serio problema: cómo hacer para minimizar el impacto de la derrota. Sin duda que con sus probables victorias en CABA, Mendoza y Entre Ríos no le alcanzarán. Probablemente Milei recurra al cambio de gabinete -algo que detesta hacer- para intentar distraer la atención.

Es probable también que el 27-O se empiece a verificar hasta qué punto es falsa la tesis que sostiene Federico Sturzenegger: que las elecciones alteraron artificialmente las cosas y que luego se volverá a la normalidad. Es exactamente al revés, porque la campaña electoral favoreció al gobierno al contener las tensiones sociales por la expectativa de las urnas. Terminadas las expectativas, las tensiones probablemente se liberen y la crisis escale cada vez más.

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