Por Italo Pallotti.-
En esta Argentina nuestra tan desprolija en lo que se refiere a su orden, a su forma de manifestarse en la relación de grupos; sobre todo, y esto es muy importante, en las fracciones de la política nos da la sensación se vive una lucha permanente a la manera de “tirios y troyanos” (Tiro y Troya, ciudades símbolo de la rivalidad). Hay una compleja estructura en la que convergen ese grupo y la sociedad sobre una dispersión de voluntades incapaces de hacer aflorar un sentimiento de unidad. Desde décadas la divergencia fue una especie de tabú sobre el que cada uno fijó su posición defendiendo lo indefendible, convencidos que esa actitud, dañina, semejando en el mejor de los casos, para que sirviera como un escudo de protección a las conductas reprochables de sus protagonistas. Peronistas-Radicales, Azules y Colorados, Kirchneristas y Macristas, Cristinistas y Mileístas. Todo en un juego de ideas contrapuestas; orientado para el bien propio; nunca para el beneficio colectivo.
Lo antedicho frente a los ojos de una sociedad adormecida, tantas veces indiferente ante una realidad que la abruma, confunde y llena de incertidumbre. El país, está por ahora, en modo suspenso, desactivado. Aguardando el click salvador. En el horizonte, lo que aparece como nuevo y renovador La aparición de deslices, torpezas o errores no forzados (término de moda) opacan el posible resultado apetecido. Todo se remite a un más de lo mismo. A una copia casi de calco con lo fatalmente conocido. La división indisimulable. El maltrato entre pares. La simulación del “aquí no pasa nada”. Las luchas palaciegas echan sombra, siempre, sobre la imagen construida muchas veces a instancias de un pueblo qué, por costumbre, debe optar por el menos peor. Vergonzante actitud, mal que nos pese. Siempre habrá uno, dispuesto al “sacrificio”. Aunque los hechos lo lleven a cometer los viejos errores del antecesor. Por impericia o tozudez. Nada parece conmoverlo. Nuevas matrices. Ilusorios resultados. Especie de franquicia.
Hemos salido, apenas un mínimo espacio de tiempo, de un infierno. Duele que un país tan lleno de posibilidades transite por un sendero de oportunidades perdidas. La verdad, como signo de transparencia, fue escamoteada por mucho tiempo. La mentira y la corrupción se enseñoreó de tal manera que luce como costumbre arraigada en los representantes del pueblo. Todo, se insinúa, amparado en una Justicia débil; a veces como titubeando en condenas rápidas, ejemplarizantes. Esta parte de nuestra historia está en deuda absoluta. Donde aparenta que da lo mismo ser honesto que corrupto. El bien y el mal, que debe ser impecable en su significado, muy difuso. Pleno de matices. Y en este contexto todos transitando un andarivel donde la transparencia agoniza en manos de una clase dirigente de bajísimo nivel, capaz de las más aberrantes tropelías. Los privilegios están a la orden del día. Nada se cambia. Todo se posterga, siempre habrá un justificativo. Un aval falso. Un gesto que ahuyente la sospecha; aunque los hechos la desnuden en plenitud. La hipocresía y el cinismo, como norma. La sensualidad por los bienes materiales, a un nivel reprochable. Grosero. Inaudito. Nada los conforma. La Justicia que promete todo. Al parecer, todo muy escaso y lejano. Mientras la pobreza y la indigencia, a niveles estadísticos de catástrofe: para un país que se presume rico. Como se apunta en el título “Los miserables y la miseria”. Los primeros que gobiernan, por indignos, llevarnos a estos extremos. Los que padecen la miseria, por víctimas, sujetos a endeble esperanza. Lidiar con la duda y el temor. En un símil de trapecio sin red, intuyendo que el próximo escalón puede ser el de abajo. Afligente realidad.
19/07/2025 a las 11:44 PM
LA JUSTICIA NO ES DEBIL, ES CORRUPTA.
20/07/2025 a las 2:11 AM
EXACTO, NO SE EXPLICA LA LEVEDAD DE LA PENA APLICADA A LA POROTA.
TAMPOCO SU LIBERTAD DE ACCION Y COMUNICACION DENTRO DEL REGIMEN DOMICILIARIO.
NO ES EL MEJOR EJEMPLO, SI QUEREMOS QUE SE PIENSE BIEN ANTES DE COMETER DELITOS.
LA CANTIDAD DE ASESINATOS A GENTE TRABAJADORA EN LAS CALLES DEL KONGOURBANO, SE DEBE PRECISAMENTE A LA LEVEDAD DE LAS PENAS.
MUCHAS VIDAS SE HUBIERAN SALVADO SE LAS MISMAS FUESEN MAS SEVERAS.
NO SE COMBATE EL DELITO CON MAS POLICIAS, SINO CON LEYES MAS DURAS.
AL DELINCUENTE HAY QUE SACARLO DE LA CALLE Y SE TERMINA EL 80 % DE LOS PROBLEMAS CON UNA SOLA MEDIDA EN ESE SENTIDO.
PARECE QUE CUESTA ENTENDERLO O HAY INTERESES QUE SE OPONEN A ELLO, PORQUE MUY DIFICIL NO PARECE PODER RESOLVERLO ?