Por Carlos Tórtora.-

Una amenaza inédita se cierne sobre el unicato de Javier Milei: la instalación en los mercados de que su estilo autoritario y agresivo representa un riesgo para el normal funcionamiento de la economía y las instituciones. El economista Carlos Rodríguez dio la voz de alerta dos meses atrás y luego empezó a reiterarse la versión de que el círculo rojo ya no toleraría los arrebatos del presidente. Esto vino a coincidir con otro hecho estratégico: la mayor parte de los medios coincidieron en señalar que por lo menos Héctor Magnetto y Paolo Rocca habrían inspirado el fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificando la condena a Cristina Kirchner en la causa Vialidad. El tiro por elevación fue contra Milei, porque éste seguía un plan para confrontar con Cristina como candidata y la inhabilitación complicó entonces al gobierno. Simultáneamente, medios de gran influencia en los mercados, como el New York Times, empezaron a atacar al líder libertario por su cruzada contra el periodismo.

Este clima adverso en una franja que el gobierno consideraba como propia terminó potenciando el «riesgo Villarruel», es decir la potenciación de una figura que tiene efectos balsámicos sobre los factores de poder económicos. Hoy va creciendo la impresión de que el establishment quisiera a la vice en el sillón de Rivadavia.

Atacado por derecha

Fogueado en combatir dialécticamente con la izquierda, Milei se muestra desubicado e incómodo con cuando se lo ataca desde la derecha. Es así que no puede calificar como ratas o mandriles al staff del JP Morgan que aconsejó a los inversores abandonar el mercado argentino.

Además, reconocer que está siendo cuestionado en los mayores cenáculos capitalistas le restaría toda legitimidad.

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