Por Rodolfo Patricio Florido.-

La patria periodística se sorprende porque sus prejuicios no se consolidan en los números. Algunos ni siquiera ven que la izquierda radicalizada pero democrática será la gran beneficiada de una Cristina llamada a degradarse. Esa patria periodística aún no se dio cuenta de que ese 36% bonaerense que no totaliza un 20% a nivel país, de una mujer que no puede volver a su provincia porque perdió, no puede caminar su barrio, Recoleta, porque perdió ahí también y tampoco puede caminar ningún distrito bonaerense sola, esa mujer, está rodeada de un porcentaje electoral que es el subproducto de esa dialéctica de Sierra Maestra para atraer jóvenes mientras se robaban el banco de La Habana.

Esa patria periodística, aún cree que ese 36/37% son peronistas históricos, siendo que en realidad, un porcentaje de estos son una suerte de revival del viejo Partido Peronista Auténtico que alguna vez, allá por los setenta, soñó con llegar al poder de la mano de los Montoneros y la muerte de Perón y otro porcentaje, viven del agradecimiento de algún pequeño plan social que les alivió el hambre pero los condenó a vivir con hambre.

Las mesas periodísticas compensadas en donde hay militantes K, militantes oficialistas, independientes y siempre algún cínico psicológico que disfruta el cuestionar absolutamente todo por el solo hecho de diferenciarse, se han transformado en una suerte de experimento sociológico de rating en donde el conflicto es la estrella. Mientras critican al gobierno porque afirman que este mantiene viva a Cristina para poder construir la polarización, construyen ellos mismos la polarización porque rinde periodística y empresarialmente. Y no es que esté mal, pero predican en contra de lo que ellos mismos construyen.

Mientras tanto… ¿Qué es lo que sucede? Un tema no menor es la cantidad de dirigentes con futuro inmediato que tiene Cambiemos, mientras que al PJ y al Kirchnerismo les cuesta muchísimo posicionar o encontrar algunos que, aunque los haya, no aparecen o aparecen en esta instancia derrotados. Hoy esa es la realidad. Si, por el motivo que fuese, Mauricio Macri decidiera no presentarse a la reelección, en Cambiemos sobran candidatos presidenciales con grandes expectativas y amplio conocimiento de la sociedad. Marcos Peña, María Eugenia Vidal, Frigerio, Gabriela Michetti, Elisa Carrió, Ernesto Sanz y hasta el mismísimo Horacio Rodríguez Larreta, dueño de una suerte de carisma diferente al convencional, construido por un reconocimiento general de una impresionante contracción al trabajo.

Cristina está desesperada. No sólo perdió la elección de Octubre sino que su bloque legislativo no reunificará al peronismo bajo su conducción. La abandonarán diputados, la abandonarán Senadores y muchos que alguna vez aceptaron su mal humor con una sonrisa le cobrarán cada humillación. El final está cerca y lo siente. Solo le queda la izquierda peronista y la otra izquierda sui generis de la Cámpora y el Partido Comunista. Ni MILES del inefable Luis D’Elía se quedó luego de ser ninguneado y abandonado a su suerte.

El Peronismo tiene por delante muchos años de reconstrucción y el único sobreviviente inmediato, el sanjuanino Sergio Uñac, no alcanza.

Massa y Urtubey están golpeados pero tienen futuro por delante si interpretan el nuevo humor social harto de violencia discursiva. La sociedad acepta y desea que haya oposición pero no cualquier tipo de oposición. La Democracia argentina está madurando y exige equilibrios que hoy transitan entre la centro izquierda y la centro derecha desarrollista. Los extremos son rechazados aunque encuentren pequeños espacios legislativos.

Las izquierdas auténticas como el Partido Obrero o el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) no creen en el kirchnerismo peronista setentista. Cristina con su construcción híbrida y personalista irá perdiendo protagonismo y cientos de miles de sus votos volverán al peronismo, mientras que otros cientos de miles se irán a las izquierdas más consistentes, otorgándoles un verano electoral en el que obtengan 2 o 3 diputados nacionales más hacia el 2019. Se entusiasmarán, pero tienen un techo muy bajo. De hecho, necesitan aggionarse y construir un futuro menos clasista y combativo para adaptarse al mundo moderno y darle a diferentes capas de las clases medias unas opciones de izquierda que no la insulte como pequeñas burguesías. La permanente descalificación de clase tiene utilidad inmediata pero carece de capacidad de crecimiento real. De hecho y es una opinión muy personal, la Argentina necesita de una izquierda moderna, menos sectaria y menos enamorada de sus propias palabras de minorías esclarecidas.

Un ejemplo de estos enamoramientos circunstanciales lo puso en evidencia el Senador Pichetto cuando advirtió sobre el carácter pre-insurreccional de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) él sabía, como muy pocos, la historia de este grupo mapuche absolutamente minoritario en su propia comunidad pero muy violento.

Desgraciadamente para los medios de la capital, muchos sino todos, descubrieron y muy superficialmente lo que estaba sucediendo en la Patagonia por la desaparición de Santiago Maldonado. De hecho, si esto no hubiese sucedido, hoy seguirían en el más absoluto desconocimiento de esta expresión minoritaria mapuche pero, ciertamente, mucho más peligrosa que lo que el periodismo porteño supone. A veces ese periodismo es patéticamente cómico y/o superficial. Tomaron el último hecho con piedras y hondas y expresan que el RAM carece de armas de fuego. Si solo revisarán los últimos más de 70 hechos reconocidos y publicados por ellos mismos, se darían cuenta que, dependiendo de la acción, han usado, revólveres, pistolas, escopetas, rifles y según la descripción de un puestero hasta fusiles de asalto. La RAM no es idiota. Jamás enfrentarían en una ruta a la Gendarmería Nacional con armas de fuego para exponerse a acciones posteriores equivalentes. En esas oportunidades usan piedras y en otras, armas de fuego. Son como la Intifada y el Hezbollah. Pichetto siempre lo supo y por eso dijo lo que dijo. Miguel Ángel Pichetto siempre fue el mismo. Verticalista y ortodoxo incluso cuando Cristina lo traicionó para apoyar al Radical K, Miguel Saiz. Él no la traicionó antes y no la traiciona ahora. Es Cristina la que traicionó al peronismo, alimentando la creación de una nueva fuerza política que consolidó después de las elecciones cuando afirmó “Unidad Ciudadana llegó para quedarse”.

Cristina es muchas cosas pero no idiota. El problema más grande que tiene es que actúa como si estuviese en el poder y lo cierto es que su poder está devaluándose minuto a minuto. Jaqueada por un sistema judicial que algún día controló y por un peronismo que destruyó y al que ahora quiere conducir, no logra salir de los hilos de su propia trampa. Creó un partido para no competir con Randazzo (PJ) y ahora, quiere que el PJ que ella ninguneó se adapte a sus nuevas necesidades y le ofrezcan la conducción de una reunificación de un partido que ella mismo detonó. Absurdo. Cristina no es idiota, pero tampoco es tan inteligente como dicen. Sus modos autoritarios funcionan con Poder, sin el no son otra cosa que un espejismo histérico. Especula con un fracaso de la política económica y no se da cuenta que; aún cuando así sucediese, la opción recaería sobre el peronismo (Uñac-Massa-Urtubey, etc.) y no sobre ella.

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