Por Roberto Fernández Blanco.-

Para dinamizar el impostergable cambio que necesita nuestro país desprendiéndose de las ideologías y dogmas que han venido contaminando nuestra cultura democrática llevándonos hacia la involución propia de países sumergidos en los totalitarismos socialistas, propongo una convocatoria al debate con el propio yo para cuestionar, comprender, remover y superar creencias, supuestos, dogmas, prejuicios y autoritarismos subyacentes que vienen paralizando y retrasando a nuestro pueblo argentino en su evolución”.

Para esto invito a rescatar sintéticamente aquellos conceptos que considero convenientes para intentar una mayor apertura mental y lograr una visualización más clara y precisa de cómo avanzar culturalmente hacia una sociedad de ciudadanos libres, de libre y espontánea interacción y cooperación productiva.

He aquí parte de los “conceptos o cápsulas democráticas” que estimo que al ser incorporadas a nuestro lenguaje cotidiano en reemplazo de las que en política nos brotan por acostumbramiento y repetición (casi podríamos decir por “intoxicación o contaminación”) pueden facilitar una mejor comprensión de la dinámica socio-económica que dará lugar, en paz y armonía, a una rápida evolución, una verdadera y consistente Revolución productiva.

ESTADO: El Estado somos nosotros, el “Consorcio de Ciudadanos”, los integrantes de la comunidad, el pueblo soberano (la autoridad suprema), los que producimos la riqueza, los mandantes, los que aportamos las expensas (convertidas en impuestos) para cubrir los gastos de las tareas y obligaciones delegadas en quienes designamos con carácter de temporarios funcionarios [empleados públicos mandatarios] para integrar la Administración de los bienes y servicios que hacen al interés común del Consorcio Estado y a su óptima operatividad en un orden pacífico, armónico, productivo y de libre intercambio comunitario, funcionarios designados para ejecutar estrictamente las tareas que en ellos hemos delegado dentro de los límites de las atribuciones que hemos establecido para su ejercicio.

CONSORCIO: Con-sorcio implica compartir la suerte o destino en un orden comunitario respetuoso de las libertades y derechos individuales, garantizado por un debidamente acordado Reglamento operativo social, el Reglamento Constitucional del Consorcio (Constitución Nacional).

El concepto Consorcio poco difiere entre un Consorcio de Propietarios y el Consorcio de Ciudadanos (Estado).

Ambos operan con un Administrador (Ejecutivo) de atribuciones limitadas y con un consejo de administración (remedo de Legislativo) y se diferencian un poco en lo que hace al sistema Judicial.

Pero una diferencia operativa importante lo hace la complaciente permisividad democrática que el Consorcio de Ciudadanos otorga a la participación de grupos parasitarios con desvaríos ideológicos que tanto daño producen en su desmedido y psicopático interés por adueñarse de un poder centralizador para imponer un comando autoritario y decidir por sobre los intereses de los ciudadanos.

Es ésta equivocada permisividad la que cede el acceso a perniciosos administradores que derivan en impúdicos y corruptos manipuladores para manejar a su arbitrio la riqueza expoliada al pueblo productor y que, ineptos e ignorantes hasta la ridiculez, enfermos de vanidad, saturados de ambiciones sin límites ni escrúpulos, seducen engañosamente a un pueblo extremadamente crédulo y generoso que no atina a reaccionar por su debilitado contenido de anticuerpos defensivos contra el autoritarismo.

GOBIERNO: es el compuesto por la tríada de instituciones subsidiarias que incluyen el Ejecutivo (Administración), el Legislativo y el Judicial, cada uno operando con funcionarios (empleados públicos) mandatarios, sujetos a un riguroso y bien delimitado marco de atribuciones que no debe ser rebasado, preservando la independencia de las respectivas responsabilidades y obligaciones de cada una de las instituciones subsidiarias.

Cuando se dice “subsidiarias” significa “al exclusivo servicio del consorcio de ciudadanos”, atendiendo con honradez y eficiencia el cuidado de los bienes comunes de la sociedad que fueron delegados para su debida administración para facilitar y optimizar el funcionamiento social armónico, pacífico y de libre cooperación productiva entre los ciudadanos”.

Literalmente “Gobierno” es un término inadecuado que significa “Comando”, “Conducción”, cosa que es indeseable para una comunidad de ciudadanos libres que no necesitan ni quieren ser comandados.

El concepto correcto es “Administración” de los bienes comunes del Estado entendido como lo que verdaderamente es, un “Consorcio de Ciudadanos” que se rige con las clausulas acordadas en el “Reglamento Constitucional del Consorcio” (Acuerdo de convivencia ajustada a derecho conocido como Constitución Nacional).

SUGERENCIA 1: Acostumbrémonos a separar claramente lo que es el Estado (usando el concepto “Consorcio de Ciudadanos”) de lo que es la “Administración” del Consorcio (mal denominado Gobierno).

SUGERENCIA 2: El concepto a utilizar es Mandatarios en lugar de Representantes, pues Mandatario es el empleado que asume sus responsabilidades con claras y precisas instrucciones de las tareas a su cargo (aquellas que el consorcio aprobó y votó por ellas), obligaciones a las que –dentro de las atribuciones constitucionales- deberá el funcionario sujetarse rigurosamente sin rebasarlas.

MONEDA: La moneda es un voucher (comprobante, vale, cupón) usado como unidad de referencia para los intercambios de riqueza, de bienes y servicios de todo tipo incluyendo productos, prestaciones, arte, ciencia, divertimentos, etc., todo aquello que alguien ofrece y otro adquiere por libre elección e intercambio.

Para su mejor comprensión recordemos que el “metro” es la unidad de referencia convertida en patrón de medida universal (esto es, fija e inalterable) para comparar (“medir”) longitudes.

De similar modo una unidad de referencia monetaria (moneda) debe permanecer fija e inalterable en su emitida cantidad total para convertirse en una referencia constante.

Agregar cantidad de moneda (esto es, inflar la cantidad provocando inflación monetaria) tiene el mismo efecto distorsivo que agregar milímetros al metro.

Si alguien impone agregar una división a cada milímetro obligando a seguir denominando milímetro a ese nuevo “medio milímetro” hará que el nuevo metro (1000 milímetros) sea la mitad del anterior, con lo que al ir a comprar un metro de tela recibirá ahora medio metro de la anterior longitud.

O sea, con la inflación del metro le están robando medio metro.

Idéntico efecto ocurre al emitir nuevas unidades de moneda, tal que con la nueva unidad de moneda inflacionada (que pretenden seguir denominándola con el mismo nombre) Ud. adquirirá medio kilo de tomates cuando antes adquiría un kilo.

Un directo despojo por inflación monetaria.

La diferencia se la queda el gobierno que subrepticiamente la emite y la utiliza para solventar sus propósitos y mezquinos intereses.

Una sencilla manera de comprenderlo es recordando que un kilo de tomate costaba hace un año alrededor de un dólar, al igual que hoy, en tanto que medido en pesos argentinos ese costo se multiplicó varias veces.

Se hace evidente que el responsable de esa pérdida de poder de compra (y despojo) es el gobernante de turno que emite moneda.

Es obvio y evidente que la multiplicación de moneda no genera incremento de riqueza, sino que se retroalimenta generando una creciente espiral inflacionaria que distorsiona la distribución de riqueza existente, destruye fuentes productivas, genera escasez, desborde inflacionario y pobreza incontenible.

MERCADO: En tiempos ancestrales, para facilitar el intercambio productivo, nuestros antepasados, con criterio práctico y sabio, decidieron destinar un predio o espacio suficientemente amplio (una especie de shopping center) para que toda persona, grupo familiar o asociación de personas ofreciera sus excedentes de producción o servicios para un libre intercambio de bienes (verduleros, peluqueros, carpinteros, sastres, etc.)

A ese sitio se lo denominó feria, mercado o centro comercial.

El actual concepto de mercado en nada difiere de aquel ancestral concepto, salvo por la enorme variedad de bienes y servicios ofrecidos y por la introducción de nuevas formas tecnológicas para la realización de los procesos de intercambio, internet, pagos virtuales y entregas casi robotizadas.

Y hablar de libre mercado es redundante puesto que, salvo por la interferencia de regímenes reguladores autoritarios o la intervención de mecanismos mafiosos, el acto de mercadear ha sido y es por naturaleza un acto espontáneo, libre, donde proveedores y consumidores (que somos -y debemos ser- todos y cada uno de los ciudadanos) se comunican entre sí desde y hacia cualquier sitio del planeta para libremente ofrecer sus productos y/o servicios a quien desee y/o guste y/o necesite adquirirlos a cambio de un equivalente de valor compensatorio en el que ambas partes se ponen de acuerdo para concretar el trueque.

En síntesis, «Mercado» (mecanismo de comercio o intercambio público) es simplemente la acción e interacción de libre intercambio de bienes y servicios entre ciudadanos de comunidades de seres libres donde cada persona participa de manera espontánea y armónica con su aporte social de creación y producción de bienes y servicios (riqueza) intercambiándolos -por mutuo acuerdo, interés y conveniencia- con otras personas interesadas, respetando los acuerdos, los contratos y los derechos ajenos en los que están incluidos los propios.

PROSPERIDAD Y PROGRESO: Prosperidad significa tener buena suerte en lo que se emprende en tanto Progreso es el fruto recogido como resultado del desarrollo de actividades productivas generadoras de verdadera riqueza, esto es, todo aquello que producimos y es útil para nuestro bienestar y para el intercambio de bienes y servicios con nuestros conciudadanos.

Solo la creación, la multiplicación de riqueza y su libre intercambio (se trate de bienes, servicios, participación en las cadenas productivas, arte, ciencia, literatura, etc.) son los generadores del progreso, la sumatoria de los frutos del emprendimiento productivo de cada ciudadano en ejercicio de su personal capacidad productiva, verduleros, peluqueros, operarios, médicos, artistas, literatos, maestros, científicos, empresarios, etc.

Y a nadie puede confundir o generar resentimiento y/o envidia el que aquel que produce más tomates sea más rico que aquel que no produce tantos.

En una sociedad libre el mérito de aquel que es más capaz en lo suyo es merecedor de admiración, de emulación y paradigma de referencia.

Por su parte, quien supone que imprimir papel moneda es generar riqueza sin trabajo creativo y productivo es un insensato, escaso de razón, que no comprende que el que imprime papel moneda distorsiona el equilibrio productivo al modificar la unidad de referencia relativa entre riqueza existente y vouchers (moneda) de intercambio, moneda que es emitida con ilícita intención (típico de gobiernos populistas y corruptos) para cubrir gastos improductivos y/o indebidos apropiándose arteramente de riqueza de propiedad de los ciudadanos del consorcio.

SÍNTESIS: En conclusión, quienes asumen como empleados públicos (funcionarios mandatarios) deberán ejercer sus obligaciones y deberes al exclusivo servicio del soberano consorcio de ciudadanos y dentro de las limitadas atribuciones que les han sido delegadas según lo establecido en el Reglamento Constitucional.

Jamás deberá permitírseles rebasar dichos límites en el supuesto de que por haber sido elegidos pretendan, en una psicopática deriva autoritaria, arrogarse atribuciones que no les han sido conferidas pretendiendo imponerse como monarcas absolutistas.

PROPONGO: practicar e incentivar el uso de los términos y conceptos aquí propuestos en sustitución de los habituales mencionados, esto es,

1)- En lugar del término Estado usar Consorcio de Ciudadanos o simplemente Consorcio,

2)- En lugar de Gobierno usar Administración del consorcio o simplemente Administración Pública.

3)- Al referirnos al Consorcio de Ciudadanos [como concepción de Estado] y a su Administración [en sustitución del término Gobierno] dejaremos de confundir el concepto Estado con el concepto Gobierno y seremos más conscientes y activos en el ejercicio de nuestra condición soberana.

4)- Recordar que los funcionarios son empleados públicos mandatarios al pleno y exclusivo servicio del consorcio, designados para ejecutar con eficiencia y honradez lo comprometido al ser honrados con el mandato.

5)- Tener bien en claro que la Moneda no es riqueza sino simplemente un voucher de referencia para los intercambios de bienes y servicios y que todo incremento de moneda no suma riqueza sino que distorsiona los intercambios y alimenta la corrupción pues permite a quien lo emite satisfacer sus particulares intenciones e intereses y ocultar sus malversaciones.

6)- Entender que Mercado es sinónimo de Libre Intercambio de los bienes y/o servicios generados por cada ciudadano y por ende no debe ser intervenido ni dirigido, tan solo custodiado en cuanto al fiel cumplimiento de los compromisos acordados entre las partes.

7)- Entender que cuando se habla de “crear Empleo o crear Trabajo” deben dejarse bien en claro tres aspectos:

(a)- que nos referimos a “Trabajo Productivo y Eficiente”, “Productivo” en cuanto resulta generador y multiplicador de Riqueza y “Eficiente” en cuanto debe generar más riqueza de la que consume para así diferenciarlo del Trabajo Improductivo que consume riqueza sin compensarla ni reponerla como es el caso del sobre-empleo en oficinas públicas o las politizadas dádivas con las que impúdicos y corruptos Administradores sostienen y someten la “Trata de Pobres”, popularmente conocidos como movimientos sociales.

(b). Que “dar empleo o crear trabajo” no es tarea que el consorcio de ciudadanos ha delegado en el Administrador público de turno (mal denominado Gobierno) sino que será el resultado de la esencia y naturaleza productiva del consorcio de ciudadanos.

Sólo corresponde al administrador público el mantenimiento y optimización de los bienes comunes del consorcio, esos que facilitan y dinamizan la creación continua de nuevos focos generadores de riqueza y los actos e intercambios productivos de los ciudadanos en libre ejercicio de sus capacidades creativas y productivas en la generación de riqueza.

(c). Se trata de impedir el manipuleo autoritario por parte de una Administración Pública corrupta y/o con desvaríos ideológicos que expolie a los ciudadanos para alimentar grupos afines sometidos a sus pretensiones de centralización, concentración y perpetuación de un poder despótico.

EPÍLOGO: Al incorporar estos términos y conceptos en nuestro lenguaje cotidiano, estaremos los ciudadanos en condiciones de ejercer con mayor claridad nuestro poder soberano por sobre los políticos ensoberbecidos que en carácter de funcionarios (empleados públicos) se arrogan insanamente un poder autoritario que debilita el tejido social armónico atentando contra las libertades y derechos de las personas en tanto destruyen el potencial productivo generando pobreza y enfrentamientos.

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