Por Roberto Fernández Blanco.-

En aquellos primeros tiempos de la Edad Contemporánea (Inicio del siglo XIX), cinco campesinos de nombres UNO, DOS, TRES, CUATRO Y CINCO, se asientan en un valle fértil (el Valle de los Cinco), distribuyéndose la tierra en cinco parcelas de igual superficie.

Todos ellos, con sus ancestrales métodos, producen tomates, tres por día, lo suficiente para alimentarse y sobrevivir.

El primero de los nombrados, UNO, de espíritu inquieto y creativo, inventa una herramienta que le permite multiplicar la producción de tres a diez tomates por día. Da así comienzo a la “Revolución Industrial”.

Por producir más se convierte en el más rico del grupo. Consumiendo tres por día, le restan siete tomates con los que puede acercarse a una aldea cercana y canjearlos por zapallitos, mandarinas, etc., o adquirir una moto Harley Davidson en cuotas.

UNO continúa así progresando con el proceso de libre intercambio (comercio, mercado) y pasa a vivir en más cómodas condiciones que el resto del grupo. Una mejor vivienda, piscina y otros beneficios.

Inquieto por naturaleza, da un nuevo paso en el desarrollo de su herramienta, la que le permitiría volver a duplicar su producción a veinte tomates por día pero que, para llevar a cabo su nuevo emprendimiento, necesita la asistencia de otra persona.

Convoca a su vecino DOS y le ofrece contratar su asistencia a cambio de compensarle su prestación con siete tomates diarios, esto es, más del doble de lo que su vecino DOS está produciendo, con el beneficio adicional de lograrlo con un menor esfuerzo físico merced a la herramienta inventada por UNO.

Sin dudarlo DOS acepta la opción para evadirse de su básica condición de campesino raso y progresar hacia una condición de vida más confortable.

Como resultado, UNO, merced a sus méritos, creatividad y naturaleza emprendedora, crece en riqueza y bienestar.

Por su parte también DOS ha escalado en su condición social.

TRES, CUATRO y CINCO continúan en su condición inicial.

Se expande el proceso social

En tanto se publica la obra “Les Miserables” de Víctor Hugo con muchos de los efectos de la revolución generada por UNO, la incipiente ruptura de la rigidez de los estratos Monarquía/Esclavitud, Feudalismo/Servidumbre y la apertura de una movilidad social que permite a los más emprendedores y productivos encaramarse al acelerado proceso de desarrollo moviliza a los más desarrapados (Lumpen) de aldeas vecinas, enterados del progreso generado por UNO, a lanzarse en busca de una oportunidad de progreso superpoblando los alrededores del Valle de los Cinco.

Se evidencian los narcisismos

En tanto el vecino TRES continúa pasivamente con su vida campesina, un particular efecto se genera en los vecinos CUATRO y CINCO.

Las personas actuamos y nos expresamos en la vida cotidiana según nuestros impulsos narcisistas.

El narcisismo se alimenta y se expide en base a impulsos de dos columnas opuestas, una de un narcisismo positivo/productivo y otra de un narcisismo negativo/improductivo/destructivo.

Como ejemplo sintético, en la primera se ubica el Amor y en la segunda su opuesto el Odio.

Está en la naturaleza activa de cada persona el actuar con los impulsos y la intensidad del componente que emocionalmente le brote o del que más o menos racionalmente decida optar.

En lo que a este análisis histórico resulta nos valdremos de dos prevalecientes impulsos.

El positivo impulso Orgullo es la satisfacción personal íntima de haber actuado de manera pacífica y respetuosa en el desarrollo y logro de una acción productiva. Este impulso está en contraposición con el negativo impulso Vanidad que resulta de una pretensión frustrada, insatisfecha, el pretender lo que no se es capaz de producir y generar y que conduce al individuo al resentimiento y la agresividad propias del siguiente impulso en versión negativa.

Este segundo impulso en su versión positiva es el de Admiración, que lleva a imitar y tratar de emular y replicar actos productivos.

Su terrible opuesto es la Envidia, un sentimiento ruin que busca destruir o repudiar con rencor todo aquello que el psicópata (trastornado narcisista) no es capaz de lograr y lo impulsa a destruir o tratar de doblegar por cualquier medio a quien es objeto de su envidia.

Así resultó que para mediados del siglo XIX, la Revolución Industrial, potenciada por el libre y poderoso impulso de los emprendedores, motorizó el progreso que al día de hoy disfrutan los países que han sabido practicar el libre accionar de los generadores de riqueza, la libre interacción y el libre intercambio, bajo las pacíficas y constructivas interacciones entre las personas y los pueblos por encima de todo tipo de fronteras.

Pero, en tanto, ¿Qué sucedió con los campesinos CUATRO y CINCO?

CUATRO, con su actitud de admiración y su deseo de emular y progresar, rápidamente se sumó al proceso de la Revolución Industrial y mejoró su nivel de vida participando en la producción de riqueza, interactuando e intercambiando en su beneficio (y en beneficio de quienes interactuaron con él) los frutos de su trabajo productivo.

CINCO, en cambio, por un proceso emocional negativo, sintiéndose impotente y sin intentar potenciarse, se sumergió -improductivo- en un sentimiento de envidia, de frustración, de resentimiento y de rencor, incitando a una rebelión reaccionaria contra el salto progresista y la movilidad social activados por la revolución industrial, acusando de abusadores y explotadores a UNO y a quienes se sumaban al desarrollo industrial, exacerbando agresivas emocionalidades y alentando una lucha de clases para saquear y despojar a los emprendedores de sus generadas riquezas y de los más eficientes medios de producción por ellos creados.

Y así se bifurcó el rumbo de la humanidad en el siglo XIX, unos por el nuevo camino progresista de los emprendedores (a los que se sumó CUATRO), gestores del desarrollo, del bienestar y de enormes mejoras en la calidad de vida que hoy disfrutan los que adoptaron este estilo de convivencia comunitaria, en tanto los otros, CINCO incluido, continúan siendo parte de los enardecidos improductivos agrupados en una secta reaccionaria e involucionista que aún imagina ver en la dinámica de la Revolución Industrial (que sigue -al día de hoy- generando nuevas y crecientes formas de riqueza) una réplica del conflicto del antiguo régimen, rebautizado como lucha de clases.

Sin aclarar nombres, uno de estos dos últimos protagonistas es liberal y el otro socialista marxista.

Al día de hoy abundan y sobran evidencias de las consecuencias sociales de cada una de estas discordantes orientaciones socioeconómicas y la necesidad de optar por la más efectivamente progresista.

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