Por Oscar Edgardo García.-

Las recientes disputas que tuvieron como actores principales a Javier Milei, Patricia Bullrich y Victoria Villarruel son lisa y llanamente degradantes desde el punto de vista institucional, demostrativas de una preocupante pobreza intelectual, que sólo contribuyen al divisionismo político, el odio y el resentimiento.

La malevolencia puesta en evidencia con prepotencia por estas importantes figuras del gobierno nacional son un desprecio del tiempo que deberían destinar para la solución de los serios problemas que existen en el país e inconducentes para la construcción de un próspero futuro para sus habitantes.

Todos ellos, pero principalmente el Presidente de la Nación, deberían reflexionar sobre sus conductas sociales y desistir en el futuro de llevar a la práctica un matonismo que no es aceptable en el ejercicio de sus funciones porque es propio de la violencia callejera, caracterizada por la intimidación, la agresión, el acoso y el patoterismo.

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