Por Carlos Tórtora.-

A menos de dos semanas del comienzo oficial de la campaña electoral para octubre, las previsiones más razonables sobre los replanteos de las principales fuerzas se van cumpliendo matemáticamente, al menos en Buenos Aires. CAMBIEMOS busca explotar la ola de su triunfo nacional para proyectarla en territorio bonaerense y convoca además a los votantes que estuvieron ausentes el 13 de agosto pasado. Esto se ve complementado por una serie de encuestas que instalan la imagen de que Esteban Bullrich ya suma casi 5 puntos de ventaja sobre CFK. El más perdidoso de los candidatos grandes, Sergio Massa, peronizó rápidamente su campaña escondiendo a su aliada Margarita Stolbizer, que provoca aversión entre los seguidores del General. El tigrense no deja pasar ocasión, como un homenaje a Antonio Cafiero y la rehabilitación de su alianza con el más veterano de los presidenciables peronistas: José Manuel de la Sota. De más esta decir que en la Casa Rosada se complacen de que 1País avance sobre los votantes de CFK.

La principal incógnita ahora es precisamente qué decisión tomará la ex presidente para evitar una derrota. Para empezar, una porción de los votos de Florencio Randazzo que no se puede establecer con exactitud, iría hacia Unidad Ciudadana, pero es dudoso que sean suficientes como para contrarrestar el triunfalismo oficialista.

Para las PASO, Cristina mostró una estética muy PRO. Esto es, apeló a mensajes moderados, sin plantarse en los podios sino mostrándose rodeada de Juan, Pedro y Luis, al estilo de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Esta suavización de sus rasgos conflictivos le permitió aventajar por muy escaso margen a Bullrich.

Contra las cuerdas

La situación ahora es distinta. El gobierno presiona con firmeza a muchos intendentes peronistas para que atenúen el apoyo a su jefa y se nota menos entusiasmo entre éstos. Además, el estado mayor cristinista soñaba con nacionalizar la campaña accionando en conjunto con los gobernadores más afines. Pero entre los mandatarios provinciales estos planes chocaron con un frente helado. Ni siquiera el tucumano Juan Manzur ni el formoseño Gildo Insfrán tienen en vista mostrarse en público con CFK. Es que el gobierno, no sin astucia, impulsó el reclamo de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, por la actualización del Fondo del Conurbano para defender «la plata de la provincia de Buenos Aires», mientras los mandatarios del PJ alertaron que, si esa modificación impactara sobre las arcas de sus distritos, podría llevar a una situación de «emergencia». «Estoy pidiendo lo que nos corresponde, lo que aportamos y también lo que nos deben. Es un Presupuesto entero, alrededor de 460 mil millones de pesos», sostuvo Vidal sobre la solicitud de actualización del Fondo, un trámite que actualmente está en la Corte Suprema de Justicia. En una demanda que realizó ante la Corte Suprema, Vidal pidió la eliminación del tope de 650 millones de pesos del Fondo del Conurbano, una cifra que fue impuesta en 1996, por lo que, si el reclamo avanzara, obtendría una actualización del orden de los 53 mil millones de pesos.

«Me voy a pelear con todos los que haga falta para defender a los bonaerenses», advirtió Vidal un día después de que los gobernadores del PJ convocaran al resto de sus pares no peronistas a acompañar la defensa de las arcas provinciales ante el reclamo de la mandataria.

Desde el peronismo, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, rechazó la pretensión de modificar «a través de un fallo judicial» la ley del Fondo del Conurbano y advirtió que esa modificación debe ser debatida por el Congreso. Por su parte, el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, afirmó que su provincia «no está dispuesta a ceder ni un peso», mientras su par de San Juan, Sergio Uñac, expresó su «profunda preocupación» ante la posibilidad de que prospere el reclamo y se «afecte el reparto de los fondos federales que le corresponden a cada una de las provincias». Uñac agregó que «ante la convocatoria que hace la Corte Suprema de Justicia a cada uno de los gobernadores, cada provincia expresará el descontento, preocupación y rechazo» al pedido de Vidal.

En tanto, el mandatario de Chaco, Domingo Peppo, advirtió que, si avanzara el planteo bonaerense, habría «un verdadero problema» para los distritos, que podrían enfrentar una situación de «emergencia».

A su vez, la gobernadora de Catamarca, Lucía Corpacci, advirtió que el reclamo «afectaría directamente» a los ciudadanos de su provincia. En el caso del mandatario de La Pampa, Carlos Verna, admitió que «es verdad que Buenos Aires es la que menos fondos recibe», pero aclaró que el dinero lo tiene que aportar la administración nacional y «no las provincias». El gobernador de La Rioja, Sergio Casas, cuestionó la postura de Vidal, al señalar que «la Argentina no se termina en la General Paz y la provincia de Buenos Aires».

De este modo, simple pero efectivo, el macrismo colocó a la Liga de Gobernadores bajo una espada de Damocles y les marcó los límites para su despliegue político: si profundizan el camino opositor podrían sufrir las consecuencias.

Ante esta perspectiva, Máximo Kirchner y Carlos Zannini, decisivos en el entorno cristinista, presionarían para que su jefa gire ahora hacia las fuentes ideológicas setentistas y haga entonces una campaña destinada a captar el voto de todas las gamas de la izquierda (en Buenos Aires hubo un 7 por ciento de votos de partidos de izquierda que quedaron excluidos de las elecciones de octubre). Esto ultimo se vería reforzado por la inminencia de una tormenta judicial que podría jaquear seriamente a la ex presidente y a Julio De Vido.

Hay un hecho que de por sí justificaría este vuelco y sería el caso Maldonado, que volvió a darle al setentismo la vitalidad suficiente como para movilizar masivamente en todo el país. Obviamente, también hay en el círculo de Cristina quienes opinan que con el estandarte de Maldonado muchos votantes peronistas huirían disgustados y que la impronta montonera no alcanza para ganar.

Acorralada entonces por las operaciones del gobierno y el temor a la derrota, ella deberá ahora optar entre alternativas muy difíciles.

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