Por Carlos Tórtora.-

El presidente, en el anuncio de la novena prolongación de la cuarentena, se quejó amargamente de que hay una violación masiva de la misma, sobre todo por la juventud, que realiza reuniones sociales. La consecuencia fue el inconcebible DNU prohibiendo hasta las reuniones familiares en todo el país. No reconoció, en cambio, Alberto que, con casi cinco meses, la cuarentena argentina tiene una duración inédita en la historia.

La realidad es que por primera vez afloran contradicciones importantes en la estrategia oficial para combatir la pandemia. El gobierno sostiene que la actual tendencia puede llevar a una saturación de la capacidad del sistema por el aumento de la tasa de contagios. El portavoz de la postura dura es el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan. Éste afirmó que, si el sistema de salud se satura, el gobierno de Axel Kicillof «apretará el botón rojo» para endurecer la cuarentena, aunque indicó que «la situación es preocupante, pero está controlada».

Tras un nuevo anuncio sobre la continuidad de la cuarentena, el funcionario remarcó que Ciudad y Provincia actúan «como un solo conglomerado» y que «se comporta epidemiológicamente de forma homogénea». «Hoy CABA tiene 2.000 casos cada 100 mil habitantes; el primer cordón del conurbano tiene 1.000; el segundo, 800 y el tercero va para 600. Se acelera el tiempo de duplicación y nuestro objetivo es detener esa velocidad de crecimiento con tareas de prevención», agregó

A todo esto, Horacio Rodríguez Larreta ratificó la apertura de zonas comerciales en las grandes avenidas a partir de este lunes. Como es obvio, esta apertura favorecerá el aumento de contagios que Gollan está previendo como riesgo de saturación del sistema.

Rumbo de colisión

Si efectivamente la apertura porteña aumentara los contagios del AMBA, hay que deducir que el presidente se aferrará aún más a la continuidad de la cuarentena. En este caso, se produciría el siguiente efecto: la apertura gradual en el AMBA produciría el aumento de los contagios y éste sería el fundamento para la prolongación sine die de la cuarentena. El gobierno se niega así a aceptar que necesariamente la apertura de la economía generará más contagios pero que es necesaria para salir de una situación terminal. Es obvio que Alberto tiene como meta política salir de la cuarentena con un bajísimo número de muertos, lo que le valdría a la Argentina cierto reconocimiento internacional. El problema es que el costo económico de esta operación puede llegar a ser insoportable. La Argentina es el único país que mantiene una cuarentena desde el inicio de la pandemia. Ahora, la colisión entre el aperturismo de Larreta y la línea dura de Kicillof puede llevar a Alberto a una encrucijada difícil de transitar.

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