Por Carlos Tórtora.-

Los saqueos en distintos puntos del país abrieron un nuevo capítulo en la campaña electoral. Cada uno de los candidatos trató de llevar agua para su molino. Sergio Massa trata de hacer valer las recetas tradicionales del peronismo: esto es, que los desbordes no asumen dimensiones mayores gracias a que el kirchnerismo ejerce un eficaz control social. Obviamente este axioma quedaría vulnerado si hubiera desmanes en gran escala.

Por su parte, Patricia Bullrich aprovechó para mostrar su perfil preferido, asegurando que estas cosas a ella no le pasarán.

Y Javier Milei se alejó de las teorías conspirativas para señalar que los saqueos vienen del aumento de la pobreza.

Se habla, mientras tanto, de informes oficiales que señalan la existencia de coordinación entre distintos grupos en distintas ciudades pero no se revelan datos concretos. Los hechos registrados son lo suficientemente significativos como para que Massa tenga que contestar preguntas en los EEUU. Allí también temerían que la posible retirada del peronismo del gobierno genere condiciones para un caos social que sería aún mayor si Javier Milei sigue perfilándose como el futuro presidente. En este sentido, el mayor perjudicado por la crisis social puede ser el líder libertario. Por un lado, está situación sin duda le reporta votos pero por el otro genera una visión de las conmociones que podría desatar un gobierno libertario empeñado en reformas profundas. En este sentido, no es arriesgado decir que si los saqueos se instalan, el principal perjudicado puede ser Milei ante una clase media que no quiere pasar otra vez por la experiencia del 89 y del 2001.

Alguna teoría conspirativa diría entonces que la mano de obra de los saqueos no sería entonces ajena al poder.

Pero la vocera presidencial fue la encargada de difundir la tesis contraria, o sea, que los saqueos se originan en grupos libertarios. El absurdo fue tal que uno de los más irritados por la especie fue el propio Massa.

Certidumbres e incertidumbres

En síntesis, la posible ruptura de la paz social no se sabe exactamente a quiénes perjudicaría o beneficiaría. El desafío de Bullrich al gobierno para que implante el estado de sitio revela hasta dónde llega la pirotecnia sobre el tema. Lo que sí ya es cierto es que se está generando una psicosis social sobre la inminencia de saqueos. Gracias a WhatsApp, entre otras cosas, la reacción de la gente a los rumores es mucho más rápida que antes y así es que tenemos una población hipersensibilizada. Hoy, el saqueo de un par de negocios tiene un efecto multiplicador equivalente al saqueo de una ciudad en épocas pasadas. Esto quiere decir que con pequeños grupos de agitadores se pueden obtener ahora grandes resultados.

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