Por Juan José de Guzmán.-

Es divertidísimo seguir las audiencias del Juicio de los Cuadernos de las Coimas. En cada una de ellas nunca faltan expresiones más propias de una comedia (aunque hayan contribuido de manera directa a la tragedia que hoy vivimos los argentinos), por el descaro y cinismo con que los imputados y sus abogados demuestran en cada intervención.

Así es como observamos en cada momento que toman la palabra argumentar, como lo hizo Cristina, que desde el mismo momento que asumió Macri, en 2015, sufrió todo tipo de persecuciones en la justicia. “En ningún caso existen pruebas que me vinculen con los supuestos delitos que se dicen investigar y que, por ende, justifiquen el estado de sospecha que exige la ley procesal para llevar a cabo tales citaciones…” sostiene la pluma de Beraldi, de la que se valió CFK para negar vínculo alguno con hechos de corrupción (recordemos que ya hubo varios testimonios coincidentes que dijeron que las “recaudaciones” eran llevadas al departamento de Juncal y Uruguay, en el cual, el día de su allanamiento, no se encontró nada de dinero ni objetos de valor. Sólo llamó la atención que el vestidor tenía la puerta blindada (seguramente allí guardarían la ropita de fuera de temporada).

Como bien sentenciaba el Fiscal Stornelli, en este juicio existe un “tsunami de pruebas” debido a la solidez de la evidencia presentada y el testimonio de los implicados.

Sería un cachetazo a la codicia de los que defienden lo indefendible con tal de seguir cobrado sus elevadísimos honorarios (que de honorables no tienen nada) que en el cierre de su alegato la fiscalía cerrara con un “Señores jueces, tiene 4 patas, crines y relincha, ¿qué es?”

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