Por Hernán Andrés Kruse.-
El 17 de mayo se cumplió el centésimo aniversario del nacimiento de un destacado sociólogo, historiador, teólogo, semiólogo y filósofo francés. Michel de Certeau nació en Chambèry el 17 de mayo de 1925. Luego de obtener los títulos en lenguas clásicas (Universidad de Grenoble) y en filosofía (Universidad de Lyon), se dedicó a estudiar las obras de Pierre Favre (1506-1546) en la Escuela Práctica de Altos Estudios de París bajo la tutela de Jean Orcibal. También estudió las fuentes del primer siglo de operaciones de la Compañía de Jesús (1540-1640) y la mística del Renacimiento en la época clásica. En 1964 fundó la Escuela Freudiana de París, cuya dirección quedó a cargo de Jacques Lacan. Consideró al Mayo Francés un momento de inflexión histórica ya que, desde su punto de vista, se tomó la palabra tal como había sido tomada la Bastilla en 1789. Enseñó Historia y Antropología en la Universidad de París VIII-Vincennes à Saint-Denis (1968-1971) y en la Universidad de París VII Denis Diderot-Jussieu (1971-1978). Dirigió la Escuela de Altos Estudios y Ciencias Sociales de París y ejerció la docencia en San Diego y Ginebra. Falleció en París el 9 de enero de 1986 (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de María Graciela Rodríguez (Docente e Investigadora del IDAES/UNSAM-Dra. en Ciencias Sociales-UBA) titulado “Sociedad, cultura y poder: la versión de Michel de Certeau” (Papeles de trabajo-Revista Electrónica de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín-2009). Su propósito es analizar las reflexiones de De Certeau sobre el vínculo entre la sociedad, la cultura y el poder.
INTRODUCCIÓN
“La relación entre la sociedad, la cultura y el poder ha sido profusamente tematizada por las ciencias sociales. Comprender el papel del poder como principio articulador de los vínculos entre sociedad y cultura (si sociedad y cultura pueden pensarse de manera separada) dio lugar a innumerables reflexiones en sedes académicas regionales y locales, tanto en términos teóricos como metodológicos. En este trabajo pretendo dar cuenta sintéticamente de una de estas reflexiones: los desarrollos de Michel de Certeau. La perspectiva de este autor en torno a la relación entre sociedad, cultura y poder resulta interesante por dos razones: primero, porque en la relación entre cultura y sociedad para De Certeau la cuestión del poder no es una variable dependiente a ser restituida, sino que es un elemento primordial en la configuración de la dinámica social. Obviamente que esta centralidad del poder no es original de De Certeau. Sin embargo, y ésta es la segunda razón, lo que el autor propone es observar esta dinámica privilegiando, antes que los dispositivos, las operaciones de los sujetos. Para dar cuenta de estos desarrollos con mayor detalle, comenzaré presentando algunas notas biográficas sobre Michel de Certeau, haciendo foco en los impactos que su trayectoria académica tuvo en el despliegue de sus esquemas teóricos; luego continúo con un punteo de algunos de los núcleos clave que los atraviesan; finalmente, haré una puesta en perspectiva que permita repensar la obra de De Certeau en clave analítica respecto de la relación concreta en sociedad, cultura y poder”.
NOTAS BIOGRÁFICAS SOBRE MICHEL DE CERTEAU
“Michel de Certeau nació en Chambèry, Francia, en 1925, y murió en París, el 9 de enero de 1986. Obtuvo grados en Estudios Clásicos y Filosofía en las Universidades de Grenoble y París. Entre sus estudios están la historia, la filosofía, las ciencias sociales, el psicoanálisis, la lingüística; pocas disciplinas le fueron ajenas a De Certeau, lo cual le permitió combinar sus intereses académicos con una multiplicidad de herramientas teóricas. En 1950 ingresa en un seminario religioso en Lyon, y es ordenado jesuita en 1956. Tiene la idea de hacer misión en China, pero la formación ecléctica de este jesuita y académico francés lo conduce a realizar su doctorado en Teología en La Sorbona, que culmina con la defensa de su tesis en 1960.
Con el objetivo de estudiar a los místicos del siglo XVII en Francia, De Certeau se dedicó en este tramo de su vida académica a indagar sobre el caso del sacerdote Joseph Surin, contemporáneo de Descartes que vivió entre 1600 y 1665, y que fuera enviado a Loudon como exorcista de unas religiosas en 1634. Considerado loco, los escritos de Surin fueron quemados, o destruidos en parte, con lo cual De Certeau se encontró con una obra fragmentaria que debió reconstruir a fin de sustentar su tesis doctoral. Los resultados de esta investigación le provocan un fuerte impacto debido a la toma de conciencia de la distancia diferencial existente entre los cristianos del siglo XVII y los contemporáneos (y él mismo, por propia formación jesuita, entre estos). Como corolario de esta experiencia publica, en 1970, “La possession de Loudon”.
Además de convertirse en especialista en cristianismo del siglo XVII, la toma de conciencia de la distancia entre los discursos institucionales y las creencias de los sujetos será una de las marcas de inicio que de algún modo nortearán la totalidad de su obra. El segundo hito significativo en su vida es el mayo francés. El año 1968 señala así el fin de lo que algunos biógrafos de De Certeau (Giard) denominan su período misionero. Sumamente impactado por los hechos de la revuelta francesa, ese mismo año escribe lo que luego será “La prise de la parole” (1968) donde reflexiona agudamente, si bien con urgencia (implícita en sus primeros escritos sobre los sucesos), acerca de la distancia entre la objetividad de las instituciones sociales, y la irreductibilidad de la conciencia. Esta inflexión, junto con el impacto del paso del tiempo en las creencias, se convierte en el punto crucial de su desarrollo teórico: la lucha desigual que se entabla entre sujetos e instituciones.
El ingreso al segundo momento biográfico de Michel de Certeau, en 1968, está sesgado por una importante producción de literatura política (política no en términos partidarios ni doctrinarios, sino en un sentido amplio). Para esta producción, De Certeau oscila entre dos fuentes: los místicos, y la relación entre cultura y sociedad. Este período es el más fructífero de los tres mencionados por Giard, un período en el cual De Certeau, influenciado por Freud y Lacan, construye la arquitectura epistemológica de su andamiaje teórico. Justamente, de este período es su “La cultura en plural”, reconocido trabajo donde comienza tomando en cuenta ciertas consideraciones epistemológicas para culminar planteando cuestiones políticas que ponen en el centro de la escena los mecanismos culturales de una sociedad democrática.
¿Cómo es que De Certeau produce el pasaje desde la idea lacaniana sobre el efecto de la nominación, hacia la relación de las expresiones culturales con la democracia? Para De Certeau, como en Lacan, la nominación forma parte de un mecanismo que en el mismo gesto de nombrar, reprime: algo de lo oculto queda negado en ese gesto que, a la vez, permite la existencia (de un sujeto en Lacan, de un grupo social en De Certeau). Aún más, para De Certeau el par saber-poder constituye el núcleo central en la construcción de conocimiento de los objetos de corte popular. Por eso mismo es que afirma que la cultura popular es afásica, que no posee textos propios, toda vez que necesariamente debe ser nombrada por otros (esos otros que poseen el poder de la nominación).
Luego, y llevado al plano de la dinámica relación entre sociedad y cultura, en otros capítulos de “La cultura en plural”, De Certeau se detiene en el análisis del pasaje desde la constitución ‘cultural’ de un grupo, hacia el estatus de grupo ‘político’. Este pasaje pone en juego, sustantiva y crucialmente, la discusión profunda y radicalmente democrática de los complejos procesos de tomar y dar la palabra. Ésta es la segunda inflexión significativa en su desarrollo teórico: la relación de nominación que para De Certeau está, constitutivamente, sesgada por la cuestión del poder. Y esto porque la pregunta que le interesa responder a De Certeau no es solamente quién nombra a quién, sino también qué se deja a oscuras cuando algo es nombrado (el deseo en Lacan; la cultura ordinaria en De Certeau). Zonas ocultas, más que oscuras; plegadas sobre la misma nominación, antes que malditas, sobre estas zonas De Certeau inscribirá su programa de investigación.
Es justamente en este segundo período, post-1968, en el cual produce un conjunto de trabajos centrales para pensar la relación entre sociedad, cultura y poder. Acaso uno de los más influyentes sea “La invención de lo cotidiano”, editado en dos volúmenes, en el primero de los cuales De Certeau elabora y da cuerpo a las líneas programáticas de su investigación cultural. Sobre este programa trata el parágrafo siguiente. Para cerrar con su biografía sólo se mencionará aquí que el tercer momento de De Certeau (siempre siguiendo a Giard) se abre a mediados de la década del 70, cuando en 1975 comienza a interesarse por temas relacionados con la epistemología de la historia (lo que lo lleva a dialogar con la Escuela de los Anales) y la antropología de las creencias. De este último período son “La escritura de la Historia” (1975) y “La fábula mística” (1982). En paralelo a estos intereses, entre 1975 y 1986, año de su muerte, da clases en México, y más tarde en París. “La toma de la palabra y otros escritos políticos”, “Historia y psicoanálisis entre ciencia y ficción” y “La debilidad del creer” se publican en forma póstuma (en 1994, 1987 y 1987 respectivamente)”.
EL LUGAR DE LAS PRÁCTICAS EN LA TEORÍA DE DE CERTEAU
“Puede decirse que la de De Certeau es una teoría polemológica (polemos, del griego: guerra), desde el momento en que coloca en el centro de su desarrollo teórico la primera de las preocupaciones revisadas aquí: la disputa desigual que la dinámica social entabla entre instituciones y sujetos. Gran lector de Foucault, De Certeau considera crucial la voluntad de construir una teoría de las prácticas cotidianas haciendo suyos los presupuestos foucaultianos respecto de las dinámicas de las sociedades disciplinarias. Si para Foucault todo dispositivo lleva en sí mismo, constitutivamente, la posibilidad de encontrar una ‘falla’, un sitio donde escapar a la vigilancia y al control, De Certeau se va a colocar en la perspectiva de los puntos de fuga. Sus actores, por lo tanto, no serán las instituciones, sino los sujetos. Allí donde Foucault desmenuza los dispositivos de control y disciplinamiento, De Certeau se va a ubicar del otro lado de esos dispositivos, en los lugares en los que sujetos comunes y ordinarios viven su vida cotidianamente, para observar las fugas, las anti-disciplinas.
Estas fugas no son etéreas formas sin sujeto: son prácticas, y aún cuando son ocultas, diseminadas y heterogéneas, dejan marcas en el sistema. De Certeau engloba a estas prácticas en la figura del consumo, categoría que remite, no a la última actividad de un proceso cerrado (producción-circulación-consumo), sino al comienzo de otra actividad, invisible, abierta, oculta (nocturna dirá, poéticamente, De Certeau). El consumo es aquí entendido como la acción que realizan los sujetos en los intersticios de los dispositivos de poder. El gran objetivo de este período de De Certeau es construir una teoría de las actividades de los practicantes (entendidas como una producción-otra), que son inherentes a la vida cotidiana. Porque esta disputa entablada entre sujetos e instituciones se pone en juego en el marco de la vida cotidiana: unos hombres ordinarios, figuras anónimas y múltiples de todos los días, producen prácticas ordinarias, anónimas y múltiples, todos los días.
La vida cotidiana es el gran escenario que fascina a De Certeau, un escenario de prácticas acaso no tan rutilantes como las acciones extraordinarias de hombres extraordinarios, pero que poseen su propio resplandor: el de la vida cotidiana. No obstante, dice De Certeau, estas prácticas producen cultura: una cultura múltiple, heterogénea y plural a la que, justamente, denomina cultura en plural. Y quienes la producen son sujetos. Cabe aclarar, sin embargo, que la teoría de De Certeau no es subjetivista en un sentido pleno, aún cuando el peso que le otorga a las acciones de los sujetos podría sobreinterpretarse como un exceso de indeterminación. En verdad, sostiene que el espíritu polemológico de su teoría responde, justamente, a un punto de partida que implica reconocer la desigualdad social. Y afirma que lo que intenta iluminar son los modos en que, en el marco de esa desigualdad, los sujetos encuentran intersticios donde operar de modos heterónomos.
Por otro lado, advierte que no son los sujetos en tanto individuos los que le interesan, sino las operaciones que estos realizan. Este desplazamiento, desde los sujetos a las operaciones, ubica a su teoría a distancia de ciertas perspectivas optimistas que celebran de manera acrítica la supuesta libertad de los sujetos. Además, pone en foco a la cuestión de unas prácticas que están reguladas por el sentido práctico, pero con una inflexión respecto de la noción bourdieuana: se trata de los mecanismos de un hacer cultural, donde el consumo, desviado por naturaleza, se erige en el lugar por excelencia de prácticas fundamentalmente culturales. Esos desvíos se realizan sobre los productos de una cultura que se declina en singular (homogénea, única, visible).
Pero si bien frente a la luz abrasadora de la Cultura en singular De Certeau opone el resplandor particular de una cultura en plural (el lugar de la multiplicidad, la heterogeneidad y la creatividad ordinaria), no se trata ni de un estudio de la cultura popular, ni tampoco de las resistencias a los regímenes de poder. Las prácticas de la cultura en plural, operatorias, orales y ordinarias por definición, son del orden de lo humano e implican una posición de sujeto: la posición de consumidor, de no-productor. Que la gran mayoría silenciosa (parafraseando a De Certeau) forme parte, sociológicamente, de los sectores más desposeídos (los débiles), señala que probablemente esta cultura en plural alimente a la cultura popular; pero esto no quita que los poderosos, en una específica posición de sujeto, no sean consumidores también.
Habría entonces, en esta argumentación, dos dimensiones superpuestas aunque sin vínculos de necesidad: una dimensión que resulta de la posición de sujeto (no-productor), y otra que indica que quienes conforman mayoritariamente el grupo de los no-productores son los sectores ubicados en las posiciones más desfavorables de la estructura social. Por este camino, el argumento decerteausiano conduce a un solapamiento con cuestiones relacionadas, sociológicamente, con la cultura popular. Para dar cuenta de estas prácticas culturales en sentido amplio, De Certeau se propone crear una ciencia de lo particular que ponga en relación la vida cotidiana con las circunstancias particulares del hombre y la mujer comunes, y que reconstruya, entonces, los ‘estilos de acción’ del sujeto ordinario”.
01/06/2025 a las 11:18 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La nueva economía y la “banalidad del mal”
Claudio Scaletta
El Destape
1/6/025
Uno de los aspectos en los que insisten los aparatos comunicacionales del oficialismo y el paraoficialismo es que a la economía le va bien, que el problema del gobierno son las formas, no su contenido. Los elementos objetivos en los que fundan la afirmación de la presunta bonanza son principalmente dos. El primero y a la cabeza es la baja tendencial de la inflación luego de los picos inducidos con la devaluación de inicio del programa. El segundo es que tras la apertura parcial del cepo para personas humanas el dólar no se disparó. Estos dos elementos le permiten al gobierno construir un discurso de ficción de estabilidad. “Ficción”, porque se trata de una estabilidad absolutamente precaria en tanto depende del endeudamiento externo persistente, lo que supone un sendero a costos financieros cada vez más altos, como los insólitos 30 puntos de la última colocación de 1000 millones de dólares a pagar en pesos. La súper tasa, que no se consigue en ningún lugar del planeta, fue vendida por los aparatos comunicacionales oficialistas como un gran logro patriótico, aunque la palabra Patria se haya vuelto mala palabra. Una vez más se confirma hasta el paroxismo la constante histórica: los gobiernos de derecha endeudan, los nacional populares refinancian y pagan. Su destino es siempre gobernar sin dólares, el peor de los mundos.
En cuanto a la baja tendencial de la inflación su precariedad se basa en mantener la cotización ficticia del dólar alimentada por el endeudamiento, lo que da lugar, por partida doble, al déficit creciente de la cuenta corriente del balance de pagos y a la progresiva destrucción de la producción interna de transables, que pasan a competir con los importados
El balance preliminar de estos dos aspectos “tan luminosos” de la nueva economía, baja inflación y salida parcial del cepo, es que la engañifa funciona porque nadie se pregunta cómo se afrontarán tantos pasivos. De nuevo, la regla parece ser actuar como si el futuro no existiese o imaginando una lluvia de ingresos futuros absolutamente disociados de cualquier proyección real. Una de las características de la economía ortodoxa, y el mileísmo es una caricatura de la ortodoxia, es que se desentiende del momento de la producción. Toda la teoría se basa en el momento de la circulación. La producción es, en todo caso, un asunto de privados.
Mientras todo esto sucede en la economía real, en paralelo se avanza en la destrucción del aparato de Estado. Nobleza obliga, nada que “el topo” no haya largamente avisado. En la mira de estos días están el Conicet, el INTA, el INTI, es decir el desarme del sistema de ciencia y técnica, el que cualquier economía capitalista considera pieza clave para el desarrollo. Queda claro que el problema no era terminar con la falazmente propagandizada investigación sobre el “ano de Batman”, sino con el sistema mismo. Y, de paso, junto con estas instituciones de investigación y desarrollo, se desfinancian también sus semilleros, las universidades nacionales.
Otro objetivo en la mira es la salud pública. Se cortan fondos hasta a los hospitales que atienden a niños con cáncer, según el gobierno otro refugio de burócratas. Sus médicos, que trabajan bajo regímenes insalubres de explotación laboral, es decir nada parecido a 44 horas semanales, tienen que explicar por qué, con un piso de 10 años de formación, deberían tener ingresos superiores a la canasta de pobreza. A la vez se desfinancia también la atención de la discapacidad. Se deben responder preguntas tales como por qué una persona con discapacidad debe tener algún tipo de subsidio o ventaja financiada por el Estado cuando el problema sería solamente intrafamiliar.
Quienes votaron a Milei furiosos porque los turnos en el hospital público se demoraban o porque no conseguían la plaza deseada en la escuela pública, probablemente no deseaban la desaparición de los hospitales o el desfinanciamiento educativo. Seguramente los más aspiracionales entre los meritócratas no se sentirán contentos con la destrucción de uno de los principales bastones para el potencial ascenso social, la universidad pública y gratuita. Una conclusión preliminar es que cuando el PIB per cápita se estanca ininterrumpidamente por más de una década, la democracia se debilita y la sociedad se degrada.
En paralelo la obra pública nacional dejó de existir, incluso la que ya estaba en marcha y a punto de finalización. Aquí el comportamiento es similar al del endeudamiento. Todos se comportan como si el futuro no existiese. Nadie se pregunta qué sucederá cuando se profundice el deterioro de la infraestructura vial y de logística en general. Los propios productores agropecuarios, siempre tan enemigos de lo público, se contarán entre los primeros en padecer el deterioro de la infraestructura de transporte.
Y cuando se llegue al final del camino, cuando educación, salud, ciencia y técnica, infraestructura y capacidades estatales de gestión se hayan destruido o reducido a un mínimo, ya será tarde para dar la vuelta. La derecha política lo sabe muy bien, lo que se rompe muy fácil en el Estado a través de una simple decisión, cuesta muchos años y recursos económicos reconstruir. En este sentido el Estado es como una empresa, lleva tiempo volver a formar los recursos humanos que se pierden, volver a hacer funcionar procesos y recuperar infraestructuras. Romper siempre es más fácil, reconstruir demanda sostener voluntad, tiempo y recursos. Pero lo grave del presente en relación a las experiencias “neoliberales” precedentes, es que hasta ahora no habían sido puestas en cuestión las que se consideraban funciones básicas del Estado. Salud, educación, infraestructura y aparato administrativo se tenían por funciones básicas. La peor intervención había sido hasta ahora el pasaje de las dos primeras de Nación a provincias. El objetivo del presente es que sólo queden como una opción de segunda para los más pobres.
Algunos describen a este conjunto de situaciones como formas de “crueldad”. Es un error, se trata de puro ideologismo anti Estado, de una visión de organización de la sociedad en la que cualquier forma de justicia social es un robo a quienes no la necesitan. Quienes le niegan tratamientos a enfermos graves o terminales, quienes le retacean medicación e ingresos jubilados, quienes no envían alimentos a comedores comunitarios, quienes buscan reducir a un mínimum minimorum la provisión pública de salud y educación, solo creen que están organizando una sociedad más eficiente. En términos de Hannah Arendt, podría decirse que se trata de las formas contemporáneas de “la banalidad del mal”. Cualquier forma de solidaridad debe ocurrir por fuera del Estado: que se mueran los viejos, que se arreglen los desvalidos, que se embromen los discapacitados y que expulsen extramuros a quienes osen dormir en el banco de una plaza.
01/06/2025 a las 11:20 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Amigos son los amigos
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
1/6/025
Hubo una confusión informativa sobre el motivo que determinó la presencia de Luis “Toto” Caputo en el Gobierno de Milei como ministro de Economía. Dicen que el Presidente le pidió que lo acompañara “en la misión” porque se lo había sugerido Dios. Y que la creyente esposa de Caputo, Jimena, confirmó esa propuesta al marido porque a ella también “Las Fuerzas del Cielo” le habían advertido lo mismo. Dicho y hecho, el Toto –un Trifón que asimila raudo los consejos de la consorte– aceptó. Como todos los maridos.
Sin embargo, resulta difícil comprobar este diálogo de piadosos devotos. Sobre todo, porque Jimena expresaba, con anterioridad a la mencionada cena, que estaba en contra de que su marido volviera a la actividad pública luego de su experiencia en la administración Macri, que le costó más de un juicio y disgustos callejeros.
Lo cierto es que asistieron a ese asado, convocado por un periodista de vasta difusión en radio y TV, a las pocas horas de logrado el triunfo libertario. El matrimonio llegó llevado de la mano por Alejandro McFarlane, un íntimo de Mauricio Macri –al nivel de que lo acompañó hasta este viernes en el aéreo que lo depositó en Europa, continente del cual regresaron anteayer–, exitoso empresario y sin duda lobista que tuvo la colaboración entonces de Ignacio Viale, quien se ocupaba del entramado comunicacional del futuro gobierno.
Queda un interrogante: ¿hubo mutación de la mujer de Caputo por un inesperado y religioso rayo de luz aparecido en la reunión con Milei? ¿O simplemente el actual ministro se adosó al Gabinete por razones de servicio o porque el nuevo mandatario aceptó criterios terrenales y diferentes en la economía a los que aceptaba hasta ese momento?
Una minucia. Como las actuales que dominan la atención general, desde el costo de las empanadas de Ricardo Darín hasta las narcisistas actitudes de la jueza Makintach que arbitraba el juicio Maradona. La magistrada calza perfecta en un hubris de la argentinidad que sus compatriotas rechazan cuando se trata de otros.
Lo del actor, en cambio, le sirvió al oficialismo para zamarrearlo en las redes y llevarlo a un estrellato superior –que aún perdura– por haberse permitido quejarse del precio de una docena de empanadas gourmet, inalcanzables para los sectores bajos que suelen conformarse con una pastelería más barata. Le imputaron a Darín cultura de barrio, de Palermo y Recoleta, espíritu de señora gorda, olvidando sin duda que en esos distritos metropolitanos le dieron el triunfo electoral a Milei. Justo donde las empanadas son más caras.
Una absurda necedad, como la discusión misma. Al actor lo vapulearon en redes los trolls del fanatismo, el elenco de medios propios, dos veces el ministro Caputo y hasta el mismo Presidente, quien lo trató de “operador”. Vaya a saber de quién. La reacción de Caputo ministro resultó peor: se burló por la exageración del precio que mencionó el actor, mientras el ministro, ese mismo día, hubiera pagado un 10 o 15% más si las consumía durante su cena en Pizza Cero. Un irónico hallazgo del periodista Ricardo Roa y testimonio de que el ministro, para no amargarse la digestión, evita consultar la lista de tarifas cuando va a comer fuera de su casa.
El único entretenido y entusiasta con estos episodios que arrebataron más de una semana de la distracción colectiva ha sido el otro Caputo, Santiago, encantado con estos brotes comunicacionales. Por ejemplo, disminuyeron el volumen de observaciones críticas al crédito a tasas usureras que debió tomar su tío en el mercado que, cada vez más, define a los hijos nacidos en el carry trade.
O alcanzó menos relieve mediático el caso Libra, que lastima al Presidente. Ni hablar de las dificultades promovidas por los residentes del Hospital Garrahan debido a cuestiones salariales. Presto, buscó una negociación: imposible enfrentar a gente con delantal y, mucho menos, responsable de niños. Nadie puede meter la mano en esos lugares, son santuarios que respeta la opinión pública. Así lo entendió el borrado ministro, Mario Lugones, quien hizo un paso de minué y le pasó la posta a una funcionaria, para más tarde trasladarle responsabilidades al bombero jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien trató de morigerar el conflicto con una negociación.
Se puede –y conviene– afectar, según el esquema Caputo junior, a sectores poco apreciados por la sociedad: del sindicalismo al político, del judicial al periodismo. Si hay escarnio, mejor, a pesar de que no haya un símbolo como la motosierra para demostrarlo. En cambio, en otros momentos hay que parar y empezar de nuevo, conceder excepciones: ese hospital de niños, desde que fue conducido tripartitamente y pasó al orden nacional, aumentó en casi 100% su personal. Hay gastos de dudosa explicación, hasta como hospital escuela y, sobre todo, en las tercerizaciones habilitadas.
Ni hablar de los cuestionamientos de los médicos desde que se instaló el ingreso y salida biométrico del instituto: les cambia la vida en sus atenciones privadas. Allí, entonces, no hay espuma ni grasa para eliminar: la salud es un mundo intocable, tiene protección de otras fuerzas del cielo. Más cuando la discusión es por plata y, en ese rubro, no puede justificarse que –para impedir la suba de la inflación– el aumento salarial exigido por el Gobierno sea de cero por ciento en el sector público y uno en el privado. Si habrá peleas por esa pretensión. En el Garrahan ni se discute: abdica el oficialismo. Contingencias del poder.
Como no se permite hablar como Toto, su pariente Santiago parece cometer menos errores y se favorece –debe imaginar– con los enfrentamientos con figuras populares, trasladando hacia el Gobierno la fuerza o difusión de los otros. Como en el yudo. De ahí la confrontación con figuras estelares como Darín o la cantante Lali Espósito, aunque este producto nacional y popular ya ofrece un marcado perfil político que aprovecha y difunde en los escenarios, ante públicos que insultan a Milei.
No es lo único que aprovecha el asesor presidencial, quien retrocedió algunos puntos ante la hermana Karina en el armado partidario del interior, pero mantiene su influencia e interés en esa eventualidad electoral para septiembre y octubre. Al punto de introducir como su mensajero y negociador a un hombre que lo acompañó en varias campañas. Juntos trabajaron con Duran Barba y, luego, compartieron una asesoría distribuida entre varios candidatos. A Santiago le tocó Milei, y Derek Hampton a Patricia Bullrich. Pasó el tiempo y ahora va a colaborar para alisar y contemplar el diálogo con todos los gobernadores de parte de Caputo.
Amigos son los amigos: un destino, más que un eslógan.
01/06/2025 a las 11:28 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Con Macri fuera de escena, ¿se diluye el PRO y desaparece el centro político?
Marcos Novaro
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
1/6/025
Hay dos cosas que los partidos tienen que saber hacer para sobrevivir en la política contemporánea.
Primero, desarrollar alianzas pragmáticas y respetar sus reglas y compromisos. La fragmentación del electorado y de la oferta política exige acuerdos para formar mayorías. Si los acuerdos no se honran, no se genera confianza entre los aliados, a la primera de cambios los partidos quedan aislados.
El PRO cultivó una reputación al respecto, entre 2015 y 2021, hasta que Mauricio Macri decidió rifarla, debilitando a sus aspirantes a sucederlo en el liderazgo del partido y luego abandonando a sus socios.
Lo segundo que los partidos deben aprender a hacer es aguantar las malas rachas electorales, que son muy profundas y frecuentes en la actualidad, debido a la fluidez con que los votantes cambian de opiniones y prioridades.
El PRO pareció incorporar esta lección en 2019, cuando perdió la Presidencia, pero evitó entrar en crisis. Sin embargo, cuando volvió a perder en 2023 fue distinto, porque todo lo que había aprendido a hacer hasta entonces de pronto lo olvidó: ni respetó a sus dirigentes electoralmente más destacados, ni cuidó a sus aliados, ni fue fiel a su historia y su programa. En particular no lo fue desde que Macri encaró una estrategia de seducción de Javier Milei que lo llevó a desdibujar sus diferencias con él, considerándolas meros “matices” que no debían ser “obstáculo” para un acuerdo; y cuando fracasó esa operación, quedó ya sin margen para destacar esas diferencias y convencer a los votantes de que valía la pena compartirlas y respaldarlas.
El fondo del problema, como se ve, es que el PRO nunca pudo resolver otra cuestión, no de ahora, sino desde siempre fundamental para la vida de las organizaciones políticas: la sucesión del liderazgo. Cuando debió encararla, en 2021, Macri decidió trabarla, dilatarla y finalmente convertirla en un pantano, en el que los dos aspirantes que él mismo hasta allí había promovido se desgastaron y fueron empujados a actuar como traidores o resignarse a volver a ser solo empleados.
Es que, finalmente, lo que sucede con esta fuerza es que nunca dejó de ser “el partido de Macri”. Puede que él mismo haya percibido que allí había un problema, y haya querido actuar sinceramente para resolverlo. Pero, por alguna combinación de sucesos y factores, no le resultó.
¿Podría la organización hacer, ahora que la estrella de su fundador y titular quedó gravemente mellada, lo que no pudo cuando ésta aún brillaba?
Va a ser muy difícil, aunque no imposible. Porque mucha gente todavía deposita sus expectativas en ella, tanto de la dirigencia como de los votantes. Y el espacio que siempre buscó representar, una centroderecha modernizadora en lo económico y medianamente liberal y republicana en lo cultural e institucional, existe y seguirá existiendo.
Y, sobre todo, porque no conviene apurarse a sepultar a este ni a ningún partido: ellos son, como todas las demás instituciones políticas, entidades complejas, muy difíciles de formar y sostener, muy fáciles de disolver; se tarda años en crearlas, pero pueden ser destruidas en pocos minutos, por eso mismo no conviene tirarlas alegremente por la ventana.
De la mano del PRO o de otra denominación partidaria, o lo más probable, de una nueva combinación de actores viejos y nuevos, el centro político no va a desaparecer, seguirá teniendo oportunidades para expresarse e influir. Las propias elecciones porteñas, que parecieron sepultarlo, así lo demuestran.
Ellas terminaron con el mito de la imbatibilidad de Macri en el distrito que lo vio nacer. Lo que quedaba de influencia y prestigio del expresidente en la política nacional también se consumió en esa batalla. Pero, a la vez, ella dejó ver que un amplio porcentaje de votantes se sigue resistiendo a elegir entre Milei y Cristina Kirchner. O ante esa alternativa y la fragmentación estéril del resto, prefiere quedarse en su casa.
Entre los que no votaron (pero volverían a hacerlo si les proponen algo más atractivo) y los que optaron por versiones más o menos moderadas y en ruptura con las ofertas de la polarización, se cuenta una amplia mayoría de los porteños. Y puede que algo parecido pueda hallarse en otros distritos.
Es curioso, porque lo que concluyó la mayoría de los derrotados el 18 de mayo fue que era hora de buscar cobijo, en las condiciones que sea, bajo el ala de Milei, que los recibirá por ahora sin exigirles se desafilien del PRO o de sus otros partidos de origen, pero sabiendo que podrá lograr que todos o casi todos lo hagan en un corto tiempo como condición para progresar a su sombra.
El problema con esta apuesta no va a ser solo el de los cargos que puedan conservar o conquistar los migrantes. Ni las disputas de cartel y figuración con que están individual o grupalmente lidiando: como sucede con toda ola migratoria, los que más recelan de su profundización y prolongación en el tiempo son los que primero la encaran, y prefieren que se cierren las puertas a quienes perciben como indeseables competidores.
El problema principal es que si todos los dirigentes del macrismo, más otros de las demás fuerzas de centro, se prenden en esa ola, dejarán vacante un espacio que, por más desarticulado y desanimado que esté, seguirá convocando a muchos ciudadanos. ¿No se volverá entonces una inversión muy rentable para dejarla pasar proponerse como canal de esos “huérfanos de representación”?
En las filas oficiales temen justamente esa posibilidad. Y por eso están muy atentos a que nadie use el sello del PRO por fuera y en rebeldía contra los “acuerdos” que están negociando Cristian Ritondo, Diego Santilli y los intendentes.
Lo que nos conduce a considerar una cuarta regla de oro que los partidos argentinos deben incorporar y practicar cuando las otras tres (las de la sucesión, las alianzas y la resiliencia frente a derrotas electorales) no les responden o no les alcanzan. Y cuya eficacia se pudo comprobar ya durante sucesivos períodos de crisis del peronismo y el radicalismo. Ella reza que es mejor un cisma más o menos civilizado y pasajero, antes que una guerra intestina que lleve a la mutua extinción.
Dividirse, traicionar compromisos y pertenencias, y presentar listas alternativas en competencia puede no ser tan grave. Al menos mientras se mantenga abierta la posibilidad de una reconciliación, cuando las condiciones la vuelvan propicia. ¿Podría el PRO aprender a hacerlo, ahora que todos sus miembros se han vuelto en alguna medida traidores activos o en potencia para sus pares?
Para eso también necesitaría dejar de ser visto y considerarse como el “partido de Macri”. ¿No se abriría acaso de ese modo la posibilidad de avanzar ahora más provechosamente hacia esa sucesión del liderazgo que no pudo procesar cuando el mito, la influencia y las ambiciones en pugna complicaron hasta volver imposible la tarea de volver al gobierno nacional?
El propio Macri, incluso, podría entonces quedar en mejores condiciones de ayudar a que su partido y su entorno vuelvan a florecer. Porque jubilado, dejando atrás toda la carga que llevó en las espaldas durante los últimos años, podría terminar siendo más eficaz que mientras conservó pretensiones de gravitar y orientar, sino de volver a gobernar él mismo.
En suma, si el centro político colapsó en la Ciudad no fue por falta de demanda, sino por la pobreza y la dispersión de la oferta.
Y si ningún partido o alianza atiende a esa demanda pronto, tanto en provincia de Buenos Aires en septiembre como en el país en octubre, lo más probable es que se vuelva a alentar la fragmentación del voto, el faltazo a las urnas, tal vez también se brinde la oportunidad a alguna expresión menor de cosechar más votos de los esperados, sin mayor esfuerzo ni mérito. Y, por sobre todo, si se siguen rompiendo lazos en ese espacio, se demorará innecesariamente su reconstrucción. Una tarea que no puede dilatarse indefinidamente y que requerirá aprender de la experiencia de estos últimos años de fracasos y frustración.
01/06/2025 a las 11:37 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Volver a empezar después del impacto de las elecciones en CABA
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
31/5/025
La lección principal del round electoral en CABA es que todas las consignas sobre la guerra cultural y el cambio de época quedaron desmentidas. No es cierto que el nombre de Milei sea mágico y que arrastre multitudes.
Debió probarse eso en su distrito de nacimiento y donde libraba la principal lucha por la propiedad del gobierno nacional contra Macri, de cuya demografía han surgido la mayoría de sus funcionarios y casi todos los programas de gobierno.
También de la cantera de Cambiemos ha salido el apoyo legislativo que ha tenido en el Congreso para sus medidas y proyectos. Tampoco se ha probado que el adversario principal, el peronismo, se haya dividido o haya perdido apoyos en las urnas.
Para enfrentar estas dos lecciones, el oficialismo tiene que inventar herramientas estratégicas que le permitan aprobar el examen de octubre en el que el público – los ciudadanos, los aliados, los mercados – decidirá cuánta confianza tiene en que el gobierno puede asegurar futuro y sostenibilidad de sus programas.
En otras palabras, aprobar el examen en el que reprobó Macri en 2017, aun ganando aquellas elecciones. La democracia es una corriente que fluye de abajo hacia arriba. Es un negocio donde ni hay magia ni fuerzas del cielo que valgan.
LA DEMOCRACIA AL REVÉS
El resultado de las elecciones en CABA mostró que la Argentina tampoco ha salido aún del circuito experimental en que se zambulló en 2023.
La carambola que llevó a Javier Milei al gobierno se disparó después de la derrota de las dos coaliciones que llevaban a Sergio Massa y a Patricia Bullrich como abanderados de una mayoría corcoveante que derivó su apoyo hacia Milei para impedir la continuidad del peronismo en el poder.
En esa martingala el candidato conservador cosechó 29% de votos propios, valencia que ha repetido su figura con el 30% de los votos del vocero Adorni en CABA. La baja cantidad de votantes invita a la chicana de medir ese apoyo contra cantidad de vecinos habilitados a votar.
El respaldo queda reducido al 15%. Frente a eso, el peronismo pudo conservar los votos de siempre y el oficialismo local de los Macri dispersó los apoyos en por lo menos 5 listas que, si se sumaban, ganaban las elecciones.
Hacer política es construir mayorías. Las fuerzas que compitieron en CABA sólo construyen minorías. La democracia al revés. La única revolución la protagonizan acá el Calamar y el Globito.
BROTE REFORMISTA
La fragilidad del experimento disparó un brote institucionalista en todas las fuerzas para prevenirse de las consecuencias del resultado de octubre, que pueden ser insoportables si provocan nueva carambola como la de 2023 -una suma de derrotas de todas las fuerzas-.
A esta fiebre responde el súbito acuerdo en el Senado para precipitar esta semana un debate que acelere el dictamen para la reforma de la Auditoría General de la Nación.
También el que sobrevino en la provincia de Buenos Aires para la designación de más de un centenar de jueces y fiscales. Auditores y magistrados son dos corporaciones que surgen, acá y en todo el mundo, del loteo entre las fuerzas políticas.
Ninguna ha querido que las designaciones se hagan después de las elecciones de octubre cuando el experimento político haya dado otra vuelta de perinola.
A este paquete institucionalista pertenece el proyecto de ampliación de la Suprema Corte que reactivó Juan Carlos Romero en el Senado. Es el jefe virtual de “La secta de los 38” (según el apelativo de la cristinista Fernández Sagasti), que unifica a los legisladores que tomaron el control de la cámara en diciembre de 2023.
El oficialismo de Olivos y el peronismo retacean todavía su participación en las comisiones, que en la que semana que pasó tuvieron problemas de quórum. Pero sus voceros adhirieron a la música reformista. También quieren aprovechar los últimos cartuchos antes de diciembre, cuando todo puede cambiar.
Un cálculo baquiano sobre gestos y palabras alienta la posibilidad de que avance la reforma de la Auditoría General de la Nación con más prisa y ventura que la ampliación de la Corte.
GOBIERNO SIN CONTROLES
El gobierno y el peronismo han logrado desde diciembre de 2023 que la AGN haya perdido a todos sus integrantes, seis que se reparten según la ley, por partes iguales las dos cámaras y que terminaron sus mandatos.
Esto convierte al gobierno y su administración en una gestión fuera de control y, de paso, sin presupuesto, que es el principal regulador de la administración. La AGN es presidida por Juan Manuel Olmos, en representación del peronismo (principal oposición). Para emparchar esa inconsistencia, Olmos ha convocado a ex auditores para que integren un consejo asesor.
Entre ellos están los peronistas Javier Fernández, Juan Forlón y Gabriel Mihura Estrada, y el radical Alejandro Nieva. Es un regalo sin precio para la oposición porque el organismo tiene que auditar las cuentas de la administración de Alberto Fernández.
Olmos, vicejefe de gabinete del anterior gobierno, llevó al staff de la AGN a algunos funcionarios de la presidencia de Alberto, como Vilma Ibarra y Julio Vitobello.
Desde que asumió, el gobierno nacional ha impedido que las dos cámaras designen a los tres representantes con dos argumentos:
1) que La Libertad Avanza tiene derecho a tener un auditor. Esto impide que se apruebe el plan del año pasado según los tres de Diputados que representarían al PRO (Jorge Triaca), la UCR (Mario Negri) y al PJ (Juan Forlón);
2) que la ley que rige este loteo es vieja porque representa el país bipartidista de los años ’90, y que el PJ y la UCR deben convivir con otras fuerzas que se han sumado al espectro de la representación.
ATAJO CONTRA EL TAPÓN
Para enredar el debate Martín Menem firmó un proyecto cuya autoría nadie asume, que eleva a cuatro los representantes por Diputados y baja a dos los del Senado. La iniciativa se ganó el mote de “proyecto tapón”. Ninguna cámara reduciría nunca su representación.
Romero calificó la iniciativa de “extravagante, por no decir absurda”. Pero aportó un atajo: ampliar la representación de cada cámara a cinco. Es una manera de darle lugar a más expresiones partidarias, si el problema es la obsolescencia del bipartidismo – un espejismo porque peronismo y radicalismo son las únicas fuerzas con territorialidad extensa y son, cada una, el eje de las dos coaliciones que hasta ahora han articulado la representación de la mayoría de los votantes.
En su explicación del proyecto, el senador por Salta reivindicó la coautoría de la ley de Administración Financiera de 1992, en uno de cuyos capítulos se creó la AGN, que le sirvió para justificar su propuesta de cuatro o cinco miembros por cada cámara.
Explicó esta semana -: “Cuando se hizo la Ley de Administración Financiera –no me gusta ser autorreferencial, pero la informé sobre la base de un proyecto que tenía presentado y de otro que hizo el gobierno–, los senadores duraban nueve años y los presidentes seis. Entonces, se puso el número de ocho, intermedio entre el mandato de los senadores y el mandato de los presidentes. Entonces, ahora habría que reducir ese plazo, y el número intermedio entre los senadores y los presidentes sería cinco. La mayoría de los proyectos prevén cuatro años, pero podrían ser cuatro o cinco años”.
PERAS AL OLMO
El balance de la pobre experiencia del oficialismo ante su electorado ideal, el de la CABA, fuerza a una autocrítica del modo de presentarse el gobierno ante el público. El desaire al Congreso lo obliga a sólo a maniobras para evitar tropiezos.
Es cierto que la agenda personal de Milei se identifica con el proyecto trumpista de destrucción del aparato del Estado. No le pidan lo que no va a dar ni quiere dar. No quiere controles. Por eso vació la AGN hace un año y medio. Tampoco habilita la cobertura de cargos a menos que le den a La Libertad Avanza un auditor propio.
Heredó, además, el plan de acoso y derribo de la Suprema Corte del peronismo que gobernó hasta 2023. La casa Rosada se enoja con Romero porque “se cortó solo” y clavó un proyecto de ampliación como si debiera consultarlo. Tampoco respeta los checks and balances (controles y contrapesos) que definen al sistema republicano.
NO HAY COLCHONAZO SIN LEY
Pero el paso del tiempo lo hace depender del Congreso. El plan colchón depende de reformas penal tributarias que no se pueden dictar por DNU. El “colchonazo” necesita una ley que blinde una prescripción de las deudas fiscales.
La legislación hoy obliga al contribuyente a guardar por diez años la documentación fiscal. La prescripción le aseguraría el colchonante que un futuro gobierno no le vaya a pedir esas constancias para cobrarle lo que ahora le disculpan.
La prescripción necesita una seguridad que solo puede dar el voto de las dos cámaras. La fórmula tiene que resistir el paso del tiempo, que todo lo revisa, además del consentimiento de los organismos internacionales antilavado.
No puede salir tampoco por un voto de diferencia, como otras normas importantes del oficialismo. La Sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a cualquier agente público. Esta semana la oposición intenta sesionar para destrabar la comisión para investigar el CriptoGate. El gobierno ha logrado bloquearla para evitar que citen a la hermana Karina. ¿Vale eso más que una ley para el “colchón”?
SUEÑOS COMPARTIDOS
El ideal de un gobierno sin control va de la mano del sueño de estudios privados de auditoría que podrían ampliar su negocio para reemplazar las funciones de la AGN. Este organismo tiene contratos con empresas públicas para controlar sus gastos.
Sin auditores en funciones, las reparticiones y el Ejecutivo mismo necesitarán que les controlen la ejecución de sus recursos porque lo requieren los organismos internacionales y las entidades financieras.
Este vacío sería suplido por una privatización de las tareas. Antes de ahora el ex auditor Javier Fernández observó que a lo largo del tiempo ha crecido la contratación de servicios de estudios privados.
Miguel Pichetto agregó esta semana la observación de que han crecido también los informes de auditoría “reservados” y pidió más transparencia.
Cabe la observación también de que la AGN disparó muchas causas judiciales por corrupción a partir de sus investigaciones, como la compra de trenes, la tragedia del Once, Sueños Compartidos, el caso Vialidad, etc. Es una herramienta que muchos querrían ver desactivada, o vengarse de ella por sus tareas cumplidas.
EL OBISPO QUE LE PUSO VOZ AL SILENIO
Las elecciones porteñas probaron que la transición del PRO de Mauricio Macri hacia la toldería de Javier Milei se ha certificado en la Capital Federal, donde ambos tienen su base de apoyo.
El acercamiento comenzó antes de las elecciones de 2023, cuando Mauricio Macri involucró a Milei en la mesa de Cambiemos y lo presentó, sin suerte, como precandidato para las PASO de Cambiemos.
El desaire bajo palio del presidente hacia Jorge Macri le puso el moño al proyecto de un «macrismo sin Macri» después del cambio de camisetas que fueron las elecciones porteñas.
La representación del nuevo gobierno es débil, alcanzando solo ese 15% real de apoyo. Implica que la cultura política argentina, más moderada y centrista, se muestra reacia a las formas autoritarias y al discurso agresivo del nuevo liderazgo.
El episodio del Tedeum debe leerse en la misma clave porque el sermón del arzobispo García Cuerva le puso voz y letra al silencio del electorado que se ausentó de las urnas. Otra para el presidente que cursa con dificultades el camino penitencial de los dos primeros años.
Caer en una rodada armada por Lorenzetti era difícil de evitar por las habilidades sutiles y santafesinas del magistrado. Es difícil aguantarle un round.
Pero,¿qué necesidad tenía de ir a ponerse ante al altar en el mismo auditorio donde Jorge Bergoglio, mentor de García Cuerva, lo atizó sin piedad a Néstor Kirchner, que era presidente por el peronismo y tenía un poder que Milei no soñaría ni en un día de fiesta?
El Tedeum es una ceremonia que el gobierno le pide a la Iglesia para recibir algo a cambio. La Cancillería debió asegurarle a Milei la fiesta en paz. En algún momento hasta hubo la cortesía de enviarle al presidente el texto de la homilía, por respeto. El secretario de Culto tiene esa función y es más un representante de las confesiones ante el Estado que lo contrario. Debió cuidarlo al presidente. Pero en este gobierno no cuidan a nadie, ni a Milei.