Por Luis Alejandro Rizzi.-

El dólar se acerca al techo, que hoy está en los 1442 pesos; las tasas tocaron el 68% y se aumentaron los encajes bancarios con la finalidad de absorber pesos.

Es posible que el precio del dólar baje. De hecho, bajó cinco pesos, a 1375 el oficial. Pero la mayor escasez de dinero afectará el crédito y las tasas subirán y finalmente caerá la actividad, es decir el “flujo económico”.

Con baja actividad, pierde importancia el precio del dólar, el valor de la tasa y el nivel de inflación, que paradójicamente nos puede llevar a la tan temida estanflación.

El gobierno sigue con el tratamiento contra el dolor, pero, como dijeron los cinco gobernadores, de Santa Cruz, Chubut, Córdoba y Jujuy, el gobierno se olvida de la “producción”, el “flujo económico”.

En su informe de hoy Domingo Cavallo dice que: “Además, subyace un factor adicional que explica la volatilidad de las últimas semanas. Una idea de Milton Friedman y de la escuela de Chicago, a mi parecer muy compatible con las ideas libertarias, aún más que el control cuantitativo del dinero es la de la preferencia de las reglas por sobre la discreción en el manejo de instrumentos de política económica. En materia de sistema monetario y cambiario, esto significa que lo primero que hay que hacer es establecer las reglas de organización del sistema que permitan, a los operadores, poder predecir, o al menos entender los pasos que va dando el gobierno para alcanzar sus objetivos.”

Esta carencia de reglas se agrava ante la falta de presupuesto. El gobierno está administrando sin presupuesto y disponiendo de los bienes de los argentinos, según su insana discreción, como lo señalaba López Murphy en el diario “Clarín”, el jueves pasado.

Resulta insólito que Milei acuse a la vicepresidente Villarruel por la corrida del tipo de cambio de estas últimas semanas.

Esto demuestra que Milei carece de autoridad, personalidad y eficacia si dos bancos o Victoria Villaruel pueden provocar una corrida cambiaria, olvidando que fue el propio “campeón” Caputo quien lanzó el desafío.

Si Villarruel es “traidora”, a Caputo le cabe otro calificativo, el de “papanata”, por no usar uno más popular que empieza con “B” y no es precisamente “buenazo”, aunque le anda cerca.

Con lo de “campeón”, podría decir parafraseando al ministro Pugliese: “Le hablé con el bolsillo y me contestaron con unos varios bolsos…” Aclaramos no son los mismos de López y el convento.

Daría la impresión de que estamos cerca de algo, no precisamente bueno, el cuento del dólar, tasas e inflación, ya más que aburrir, agravia.

Siempre hay un límite infranqueable.

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