Por Otto Schmucler.-
Si bien pienso que no está bien apropiarse de lo que a uno no le pertenece, he decidido “tomar prestado” parte del título de una nota (perdón y gracias Alejandro Katz), porque también pienso que el título en buena medida debe anticipar lo que en su interior encontrará el lector.
Pasados ya casi 2 años de un gobierno que logró revertir números horribles en varios indicadores sociales (que veníamos soportando tras 4 mandatos kirchneristas y uno macrista), con el sacrificio de muchos sectores (en especial de los más vulnerables), con importantes logros en la macroeconomía y muchos desaciertos políticos, nos aproximamos a las elecciones de medio término, en donde históricamente se plebiscita la gestión y el rumbo del mismo.
Y es entonces que, tratando de ser lo más objetivo posible (en política es difícil serlo), diré que LLA no contó con mi voto en las elecciones primarias de 2023 pero sí en el balotaje (era “El que fuera o el abismo”).
Y me sucedió lo que a muchos, empecé a ilusionarme cuando aparecieron los primeros aciertos en la economía (la tendencia a la baja en la inflación), aunque matizados con alguno que otro arrebato extemporáneo en las disertaciones y/o en su twitter(X), que supe disimular dado el carácter sanguíneo que había demostrado en sus apariciones mediáticas el líder libertario.
Pero no todo era oro lo que brillaba, porque entonces debí acostumbrarme a que la persona a la que ungimos presidente de la República tenía “un jefe”, a quien no hube votado y debí entonces fumarme a alguien desconocido, que resultó ser su hermana, y tras de ello a un asesor privado, que no era parte del gabinete nacional pero actuaba como primer ministro, un imberbe con aires de soberbia que lo hacían (y lo siguen haciendo) intratable.
Ellos 3 formaron hasta el día de hoy un triángulo de hierro, indisoluble, y es a quienes deben escuchar y obedecer todos los ministros del gobierno so riesgo de ser despedidos en un abrir y cerrar de ojos.
Fue a raíz de ellos que todo el poder judicial estuvo en vilo durante un año debido a la postulación del resistido Juez Ariel Lijo a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Ya más acá en el tiempo, comenzaron a hacerse notar otros personajes, no muy agradables, como el “Gordo Dan y un grupo de trolls que le hacen la vida imposible a quienes desde las alturas del poder se les apunta”.
Confieso que nunca pude soportar las interminables “cadenas nacionales de CFK” y que ahora me sucede lo mismo con la catarata de insultos, desplantes y/o groserías, provenientes del mismísimo presidente para con quien ose contradecir o no coincidir con cualquier decisión que piense tomar o haya tomado su gobierno.
Debería llamarse a la reflexión, el jefe de Estado, tras cada andanada de improperios lanzados sin el menor recato y con un alto grado de violencia verbal, como así también no descuidar el sentido de la oportunidad al invitar a nuestro país al primer ministro de Israel, Netanyahu, sobre quien pesa una orden de detención solicitada por el fiscal del Tribunal Penal Internacional (Karim Khan), que lo acusa de exterminio y uso del hambre como arma de guerra contra el pueblo gazatí.
Argentina necesita, más que nunca, de la concordia y el consenso. Venimos de más de 20 años de desencuentros donde los únicos acuerdos alcanzados han sido para mantener espurios intereses, no para coincidir en un proyecto nacional que fuera para beneficio de todos.
Firmado: un viejo meado, Otto o como usted prefiera llamarme.
11/08/2025 a las 12:15 PM
De esas notas para la mesita de luz.
Luego leerla y reflexionar en un mundo de personajes extraños.
Veremos que pasa.
El problema son los del frente que nos llevaron a este desquicio-.
Incluído, el Tibio, mal que le pese a muchos amarillos.
En el camino; nosotros los mortales sobrevivientes de toda esta camada de «hermanos» argentinos que hacen del país y la Patria, cualquier cosa; menos algo para vivir en paz.
11/08/2025 a las 6:02 PM
Concluyente el párrafo final de la carta de Otto. Me gustan sus palabras «Concordia» y «Consenso».