Por Carlos Tórtora.-

El deterioro del gobierno es tan grande, que la única oportunidad que tiene Javier Milei de no colapsar es que LLA gane primero el 7 de septiembre en Buenos Aires y luego también el 26 de octubre. Y todo indica que si los libertarios pierden en septiembre les sería casi imposible ganar en octubre. Paradójicamente, si LLA ganara las elecciones, sería un triunfo justamente de Karina Milei, jefa y armadora de LLA.

Si saliera triunfante, pese al inocultable fracaso de su gestión, Milei recuperaría legitimidad política y credibilidad para iniciar la segunda parte de su mandato en condiciones medianamente aceptables.

Ahora hay que contemplar la otra alternativa: que será del gobierno en caso de perder las elecciones. Para empezar, se acentuaría el aislamiento político y, con dos tercios en contra en Diputados, el presidente estaría realmente a tiro de que se vote la iniciación de un juicio político, del cual está hoy a salvo porque estamos en campaña. Y justamente es la disidente libertaria Marcela Pagano la que preside la Comisión de Juicio Político. Pero Pagano acaba de golpear duro creando el bloque Coherencia con otros tres diputados que se fueron del bloque oficialistas. Sería a todas luces el comienzo de una fragmentación mayor del oficialismo, mientras se instala que Martín Menem estaría a tiro de ser defenestrado como presidente de la Cámara.

La batalla decisiva se dará entonces en la cámara baja, porque el Senado, en manos de Victoria Villarruel y de José Mayans, ya está perdido para Milei.

Al compás del coimagate, personajes clave para sustentar políticamente al gobierno, como Luis Juez y María Eugenia Vidal, ya están haciendo lo que pueden para desvincularse del oficialismo.

La nota esencial del coimagate es su efecto multiplicador, porque ante la vulnerabilidad del gobierno se multiplicaría el destape de las coimas que se cobrarían en numerosas reparticiones.

Algo que no se produjo con el caso $LIBRA, ahora habría un pánico generalizado en las filas de los funcionarios públicos, porque es previsible que aparezcan otros casos Spagnuolo.

Hacia el aislamiento total

En este marco, la catástrofe que arrastra al oficialismo podría derivar en el fortalecimiento de la única figura del entorno presidencial que tiene votos: Patricia Bullrich. Pero ella también debe luchar ahora por sobrevivir, porque la crisis del fentanilo amenaza con barrerla y debe luchar contra el poderoso ministro de Salud Mario Lugones.

Si Bullrich se desmorona políticamente, el gobierno quedaría expuesto en la Capital, el único distrito donde todavía se pasea triunfal.

Para colmo de males, el portaestandarte de Milei en Buenos Aires para octubre, José Luis Espert, está también en la cuerda floja, porque fue el que introdujo a Spagnuolo en el gobierno.

La situación es de tal gravedad que Victoria Villarruel, hoy más cerca que nunca de calzarse la banda, declaró anteayer que hay una gran confusión, tratando de no caer bajo el fuego de Milei y Karina, probablemente dominados por la paranoia.

Mientras tanto, los trolls de las Fuerzas del Cielo agitaban la supuesta amistad de Diego Spagnuolo con la vicepresidenta.

En síntesis, el presidente ya no está luchando por su reelección sino por llegar al final de su mandato, lo que hoy parece improbable. La administración Trump no le suelta la mano pero sigue sin haber señales de una visita a la Casa Blanca. Y menos aún de que se apruebe un préstamo del Tesoro por el que ruega Luis Caputo. El coimagate aleja cada vez más a Milei de la alfombra roja de la Casa Blanca. Jaqueado por la caída en las encuestas de su imagen positiva, Trump no tiene motivo alguno para sacarse la foto con el presidente más corrupto de América Latina.

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