Por Carlos Tórtora.-

Ayer se conocieron nuevos audios de Diego Spagnuolo que agravan considerablemente el Coimagate, porque revelan que la Ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, estaba al tanto de los pedidos de coimas a una serie de laboratorios pero que además le había informado del tema a Javier Milei.

El artículo 177 del Código Procesal Penal establece que «tendrán obligación de denunciar los delitos perseguibles de oficio: 1) los funcionarios o empleados públicos que los conozcan en el ejercicio de sus funciones». Es decir que tanto Milei como Pettovello -de confirmarse la veracidad de lo dicho en los audios- estarían incursos en la violación de la obligación de denunciar.

Pero los audios en cuestión tienen la particularidad de revelar los alcances del descontrol y la descomposición política del gobierno nacional. Tenemos en este caso la sorda pero severa interna entre Karina Milei y Pettovello, quien hasta ahora es la única funcionaria del gabinete a la que Milei protege de los embates de Karina.

Más desarrollado mediáticamente está el ya clásico enfrentamiento de Karina con Santiago Caputo, que se da a partir de un claro reparto de cajas entre ambos.

El super asesor fue derrotado en el cierre de listas para la elección bonaerense del 7 de septiembre. Karina vetó las candidaturas de los dirigentes de las Fuerzas del Cielo, que quedaron fuera de las listas. Pero sólo hasta ahí llegó la cosa. Aunque cabizbajo, Caputo continúa controlando nada menos que la SIDE, ARCA, la UIF y el área comunicacional de YPF, entre otros enclaves de poder.

Una de las áreas bajo la égida de Caputo, el Ministerio de Salud, cuyo titular es Mario Lugones, está a su vez en un abierto enfrentamiento con la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

La batalla campal es por la crisis del fentanilo. El ANMAT, que depende de Lugones, está siendo investigado por la Fiscal Federal Laura Roteta, que pretende averiguar la responsabilidad del organismo en el control, y del laboratorio HBFarma en la producción del fentanilo. Contragolpeando, Lugones acusaría a Bullrich de ser responsable del problema, por su injerencia en el control de los precursores.

Pero Bullrich pelea en todos los frentes, porque viene de perder con Karina una importante batalla para colocar a sus alfiles en las listas de candidatos para el 26 de octubre. Para la Secretaria General, ella debe ser senadora y nada más, o sea que no se le ocurra construir poder.

En este clima de paranoia, en el entorno de los Milei las sospechas por los audios de Spagnuolo alcanzan a Pettovello y hasta a Bullrich, pero de ningún modo a Cristina Kirchner que, obviamente, es la elegida como culpable para aumentar el efecto polarización.

Todos contra todos

Este cuadro dantesco refleja sólo el todos contra todos que impera en los primeros niveles del gobierno, porque más abajo los conflictos se multiplican. Mostrando una singular incapacidad o desinterés -para el caso es lo mismo- Milei permanece indiferente a este descontrol y no impone orden ni interviene para frenar los enfrentamientos. Es un presidente ausente de un gobierno en pleno estado de descomposición cuyo eje, Karina, acaba de empezar su caída, devorada por los escándalos de corrupción. Con esta tendencia, nos aproximamos a una situación de desgobierno que el destape de la corrupción acentúa. A partir de los audios de Spagnuolo, una sensación de vulnerabilidad afectaría a toda la primera plana del gobierno y reina la convicción de que esto es sólo el comienzo de una larga ola de escándalos.

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