Por Gustavo Oscar Colla.-

El panorama político argentino expone indudablemente una profunda grieta. Por un lado un sector político claramente ensuciado por la corrupción, la que ha sido denunciada, probada y condenada. Por el otro, el sector gobernante, autoproclamado como sanador de tales males que vienen de tantos años de arrastre, con un enorme sector de la población convencida de ello. Lamentablemente, en los últimos días han surgido hechos de público conocimiento que crean sombras de duda, sin que, a estas horas, lamentablemente haya habido de parte del sector sospechado, una respuesta clara, contundente, y convincente que despeje toda posible duda. Sólo frases retóricas y vacías de contenido.

En lo personal, y repasando los libros de historia que leímos en la escuela primaria, secundaria y universitaria, me siento como instalado en aquel 20 de Junio de 1820 en que Buenos Aires tenía tres gobernadores, episodio conocido como la «anarquía del año veinte». Fue justamente el día del fallecimiento del gran prócer Manuel Belgrano, quien desde su lecho mortal exclamó “¡Ay Patria mía!” Patria por la que había entregado todo, a cambio de nada.

Creo que estamos tan lejos de aquel 20 de Junio de 1920 como tan cerca de sentir deseos de repetir a coro su histórica expresión.

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