Por Luis Alejandro Rizzi.-
El show político electoral de Milei del lunes pasado en el Movistar Arena lo debemos analizar desde su neurosis y probablemente de muchos de los que conforman su entorno.
Milei se siente un personaje no sólo providencial sino hasta diría místico. El valor absoluto que le asigna, sólo discursivamente, a la “libertad”, como fin en sí mismo, no es más que su excusa para justificar su sentido agonal no sólo de la política sino de la vida.
Como saben mis lectores, sigo los cuatro tipos de neurosis: ASTRO, NERON, OSTRA y ENREDADERA, según la tipología de Fritz Kunkel.
El lunes pasado Milei fue “astro”; se presentó como cantor, un modo de llamar la atención de casi toda la sociedad, sea para recibir elogios, diatribas o indiferencia, pero ocupó la agenda, incluso a mí me obliga a tratar el caso.
Poco importan sus desafinaciones, gestualidad e incluso ese toque de sensualidad que registraron los medios, que pusieron en evidencia una posible escena de celos protagonizada por la diputada Lemoine.
De algún modo Milei, su banda y sus coros y sus bailarinas pusieron sobre el escenario su “hubris”.
Su arrogancia elitista, pero más propia de una rancia oligarquía que de una ejemplar aristocracia.
Asimismo, Milei se mostró como un Nerón, poderoso y performativo. En esto tiene una similitud con Cristina, necesitan y buscan ser temidos.
Pero también mostró los otros rasgos de la neurosis, su cobardía o más bien inseguridad, que lo ubican como “ostra” y “enredadera”.
Milei en su show a la vez se ocultó y mostró su personalidad parasitaria.
El espectáculo teatral fue su “ostra”; ocultó sus vicios y fracasos y su incapacidad para socializar y su personalidad, “enredadera.”
Su existencia se aferra a esta suerte de descomposición socio-cultural que no sólo vive la Argentina, sino el mundo.
Su campaña electoral se sustenta en su anti “kukismo”. Cristina es su soporte de vida política.
Es probable que, sin Cristina, Milei se diluiría en su propia intrascendencia.
09/10/2025 a las 1:27 AM
La «impertinencia» del presidente Milei excede a la de la «Dra. Cristina». Sus culpas y responsabilidades lo confirman. Solo pueden trascender en el universo del desastre político, económico y cultural que han venido proponiendo y ejecutando en La Argentina. Trascender, pero por lo peor de cualquier ciudadano. Es sabido que no hay peor «corrupción» que la de quienes han alcanzado los niveles superiores en el ejercicio del poder.